El podcast La Segunda Muerte del Dios Punk se hunde en la historia del artista callejero y punkrocker Javier Messina. Su realizador, el periodista Nicolás Maggi, cuenta el por qué de una producción que interpela sobre la práctica del escrache vía redes sociales.

El trabajo sonoro que encaró Nicolás Maggi narra la historia de un joven músico que vestía como la parca y ofrecía su música y fanzines en el centro de Rosario. Una tarde de octubre de 2018 una chica con la que interactuó pensó que había sido drogada por él. Hubo un audio que se viralizó y se lo escrachó virtualmente. Se asumió que la había drogado con burundanga. Poco más de un año después Javier se suicidó.

A Nico Maggi le interesó esa historia. “Lo que me pasó con el caso de Javier fue que un día me enteré de su muerte y eso me hizo retrotraer inmediatamente al día del audio viral que había sido muy masivo en todo Rosario y que nosotros mismos lo habíamos recibido como periodistas en Radio UNR, incluso lo habíamos pasado y la verdad que yo lo conocí a él. Lo había conocido cuando él fue a un programa en el que yo laburaba … Y fue como que se me aparecieron todos esos recuerdos juntos. El 2007, 2008, que fue la época en la que él se hizo conocido por tocar en la calle y que lo echaban los vecinos, vestido con ese traje, ese disfraz como de parca, de muerte. Después se me apareció ese momento del escrache y después se me apareció su muerte y quise conectar, quise investigar a ver cómo se conectaban esos tres momentos de su aparición pública de alguna manera y sobre todo preguntarme qué era lo que había sucedido en ese último año de vida”, contó a El Eslabón.

“Yo sabía que él algún tipo de padecimiento mental tenía porque era comentado entre los chicos. Yo tengo muchos amigos que tocan en bandas punk y siempre fui de ir a recitales y a disquerías; y entonces había una cosa medio vox populi de ‘bueno, Javi está un poco loco’, pero no sabía muy bien qué diagnóstico. Con todas estas dudas y sobre todo con el impacto que me generó saber que había sido un suicidio, fui para atrás a intentar recomponer esa historia desde el momento en el que él había salido del ojo de lo público porque lo que si sabía era que Javi casi no había vuelto a estar en la calle tocando”, agregó Maggi.

“No estaba muy seguro de nada pero intuía que había tenido que ver con ese escrache. Un poco eso y un poco su perfil de antihéroe, como un tipo raro, puteado por los vecinos, un poco extravagante, excéntrico, con el fanzine que hacía en el que escribía cosas que a veces parecían medio inentendibles, me hizo ver que podía haber una historia interesante, que quizás estábamos hablando de un chico distinto a otros casos de escrache, de un pibe que no tenía colchón donde caer, que estaba mucho tiempo en la calle, que la gente pensaba que estaba un poco loco y que eso a lo mejor había sido un caso especial dentro de lo que son estos escraches virtuales”, recordó Nico.

Primero escribió una nota para el diario. Apenas se enteró de la muerte de Javier, Nico se puso en contacto con el padre del Dios Punk, averiguó en fiscalía y recibió una colaboración de la psicóloga Alexandra Kohan que le sirvió para conceptualizar sobre el tema. Primero escribió un artículo que publicó en La Capital, pero las dos páginas que le dieron le habían quedado cortas y precisaba más tiempo para investigar. Sintió “la necesidad de visibilizar una temática que a mi me parecía que atravesaba muchos debates contemporáneos urticantes, como el tema de los escraches, como el tema del punitivismo, el tema de la salud mental, la burundanga, la psicosis social”.

Así inició el trabajo que dio como resultado una miniserie de podcast de nueve episodios que se inscribe dentro del género true crime (o crimen verdadero) que intenta ahondar sobre hechos reales alrededor de un hecho policial.

Para Maggi, “los documentales se arman con hechos de la realidad pero cómo uno dispone las piezas es fundamental para mostrar dónde se quiere poner el foco; porque la realidad está ahí afuera y está desordenada y uno crea un relato a partir de cómo decide contar o buscar información, dónde decide poner la lupa o qué punto oscuro quiere atender. Acá lo que fuimos a hacer fue disputar las versiones que habían quedado flotando como oficiales que tenían que ver con la burundanga, que tenían que ver con que él estaba loco y entonces se había matado por loco”.

“El podcast es un formato que está explotando, que acá está en pañales y que tiene todos los condimentos para ser consumido, porque me parece que las personas están queriendo escuchar historias y que ese es un rol que como periodistas nos conviene asumir porque sabemos contar historias, sabemos que el público lo está demandando y que es un vehículo muy efectivo”, evaluó el realizador.

El podcast se llama La Segunda Muerte del Dios Punk “por una licencia literaria”. Nico tiene un libro en su biblioteca que se llama La segunda muerte del Chico Ostra y lo tenía a la vista el día que habló con el padre de Javier, a poco más de una semana de la muerte de aquél. Además tiene dos anécdotas que refuerzan la justeza de ese nombre. En primer lugar, el periodista entiende “que la primera muerte de Javier fue la que transmitimos en vivo los medios de comunicación el día que pusimos su cara sin difuminar mientras se lo llevaba preso la policía como si ya fuera culpable. Fue un descuido y una irresponsabilidad muy grande”, definió, por lo que hizo hincapié en la responsabilidad de los medios. En segundo lugar, en una entrevista radial Coki Debernardis le comentó que se encontró a Javier unas semanas antes de su muerte y lo vio mal. “No había quedado nada de ese pibe sin vergüenza que se podía parar disfrazado en el medio de la peatonal a tocar la guitarra, sino que ya había un pibe bastante perseguido, con mucha timidez, que miraba para todos lados, que ya ni siquiera estaba vestido como se vestía él; y él lo que me dijo es que ahí ya no estaba más Dios Punk, que ahí sólo quedaba un pedacito muy chiquito y triste de Javier”, rememoró.

También señaló que hay una fuerte relación entre estos escraches y las redes sociales. “El escrache virtual es una herramienta que se está utilizando o que tuvo un momento de mucha ebullición y se hace a través de las redes sociales, muchas veces desde el anonimato. De alguna forma parece ser que al estar tan disgregada la responsabilidad uno puede compartir algo que simplemente le llegó; y compartirlo sin mirar demasiado porque le pareció preocupante lo que decía. Ahí se quita un poco la responsabilidad, como si fuera algo que no tengo necesidad de evaluar ni de hacerme cargo; y un poco la apelación también es a los usuarios, a que se fijen que es lo que comparten. No desde una posición moral, sino desde entender que eso tiene un peso y que hay efectos sobre la subjetividad de las personas que se generan ahí y que son muy importantes”, compartió Nico.

El podcast La Segunda Muerte del Dios Punk se emitió por Radio UNR y puede escucharse en Spotify.

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