Qué se escribe, cómo se escribe y para quién o quiénes se escribe en la Universidad hoy es uno de los ejes de las reflexiones que ofrece este volumen, un texto coral que rompe con la idea del sentido unívoco y da lugar a una indagación que se dispara en distintas direcciones. Letras bastardas. La universidad y su escritura es una apuesta (política y epistemológica) del discurso académico que se piensa, se describe, se analiza a sí mismo desde un lugar que, lejos de toda comodidad, se ubica en medio de los más urgentes y actuales debates por los sentidos.  

Los quince textos que integran este trabajo ponen en debate y re-conceptualizan saberes desde paradigmas diferentes, siempre tendiendo puentes hacia otros cauces. Y lo hacen desde un lugar perfectamente situado. El diálogo que el libro propicia se ubica en un contexto histórico, social y político preciso: la Universidad Nacional de Rosario hoy. 

Participan del volumen (publicado por Punto Final Ediciones) docentes e investigadores de la Facultad de Psicología de la UNR que conforman el Proyecto de Investigación y Desarrollo (PID).

María Eugenia Arroyo, Juan F. Cammardella, María Agustina Cánaves, Clara Castronuovo, A. Martín Contino, Javier Del Ponte, Mauro Eyras, Diego García, Rebeca Gras, Miguel Ángel Gómez, Ivonne Laus y Esther Díaz de Kóbila despliegan sus voces en una serie de narraciones, géneros y apuestas escritas sobre la base inaugural de un problema.

“Es el resultado de un tiempo de trabajo en la docencia y en la investigación de todos nosotros en carácter de autores, donde hubo un tiempo germinal de inquietudes, preguntas y problemas a la hora de reflexionar sobre la función autor, la importancia de no escribir sino a partir de un problema, como lo plantea en diferentes pasajes de su obra y legado Horacio González. Nosotros adscribimos a esa epistemología y como lo señala en su texto de presentación la directora de la investigación, la doctora Ivonne Laus, este libro está hecho con la estofa de Letras que devienen punzantes, que irrumpen y estallan, con particular interés en poner el acento en la tríada: transmisión-política y escritura”, señaló el psicólogo Miguel Ángel Gómez ante la consulta de El Eslabón acerca de cómo surgió la idea de hacer el libro.

“Son ensayos y narraciones diversas, asentadas sobre la base de autores y transferencias sólidas y sostenidas en paradigmas múltiples, lo puedo sintetizar en una producción denominada una «política de la escritura»”, agregó el psicólogo e investigador, al tiempo que hizo referencia a la palabra alemana “verhüllen”: descifrar y desocultar. 

En este sentido, Gómez hizo referencia al trabajo de la “invitada de honor”, Ester Díaz de Kóbila, que participó con el ensayo El oficio de escribir. De la aventura de la imaginación creadora al pánico de la página en blanco.

“Partimos de una lectura hermenéutica sobre la escritura en relación a los terrenos heterogéneos de la psicología y el psicoanálisis, como lo plantea la directora del proyecto en su presentación. Se nos impone la pregunta por el tiempo, por el acto que anuda contenidos con el análisis cualitativo y, a mi criterio, escribir para este libro fue la ocasión para interrogar la función-autor, y los trazos incisivos y punzantes que devienen como «instrumentos de análisis y reflexión crítica»”, señaló el investigador, que agregó además que “la línea directriz” del libro es interrogar, fundar y fabricar preguntas propias que logren trazar un recorrido y transformación por los autores y obras a fin de encontrar en la producción singular las consecuencias de transferencias previas e influencias pretéritas al momento de la escritura.

“Es posible que pensemos el acto de escribir de modo diferente pero acordamos que se trata de una experiencia subjetiva que transita por los senderos de una interrogación, suspende la primacía de la certeza y adviene por un encuentro incómodo con la intimidad. Me detengo en esta observación porque me interesa resaltar dos cosas en relación al tema, por un lado: el compromiso que nos vincula con algo propio, íntimo que propicia el valor del equívoco y por otro lado: pensar a la escritura ligada a una experiencia signada por el azar y también por la dificultad, tal vez allí radique la mejor manera de descubrir las resistencias propias que nos habitan frente al pánico de la hoja en blanco”, como plantea De Kóbila. En esta dirección me interesa reivindicar a Montaigne, cuando afirma: «No hay nada tan contrario por naturaleza a nuestro gusto como la saciedad que viene de lo fácil, ni nada que lo estimule tanto como la rareza y la dificultad»”, explicó Gómez.

El psicólogo contó a este medio que durante la producción de su trabajo descubrió el peso que tienen hoy las preguntas sobre quién nos lee, quién nos escucha y para quién o quiénes escribimos. “Esas preguntas me hicieron pensar en analizar la importancia las formaciones del inconsciente, porque la eficacia del trabajo de escritura no puedo dejar de anudarla a la transferencia, y en ese sentido, la intimidad de quien escribe está asociada al encierro, al equívoco y también a sus propios tropiezos en relación al lenguaje y también con su correlato en el discurso. Me provocó un efecto de inquietud la palabra «encierro», porque siempre pensé que denota privación y aislamiento, y entonces redoblé la apuesta y me animé a fraccionar la palabra, como nos gusta poner el acento a quienes tenemos un oído analítico: en-sí-erro. Fue un hallazgo de una operación simbólica y ese juego de palabras y su homofonía me hizo pensar que un Ensayo también se nutre y fabrica a partir de un equívoco, porque tal vez allí es donde cobra volumen e intensidad, eso sí, no sin antes tributar en quién te escucha y quién te lee”, agregó.

“Escribir es un acto que cobra valor simbólico y se inscribe en un permanente deslizamiento entre el «bien decir y el maldecir», en ese trayecto voy a recuperar los atributos expresados por la genialidad de Samuel Beckett, que lo ilustra con ese texto que tantas veces hemos comentado y despierta tanta inquietud como inusitada vigencia, que fue traducido Rumbo a peor. Hago esta referencia porque sigo pensando que cuando hay algo que insiste e incomoda, es uno de los motores que impulsa no sólo el problema a descifrar sino que deviene en un sentido propicio para «romper con las ilusiones, interrogar los dogmas y suspender las certezas», instancia que adscribo a propiciar un enlace, un puente entre lo que se dice y quién te escucha, porque la escritura opera como un gozne al interior de transferencias pretéritas”, concluyó.

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