Verónica Piva

“Circulen, circulen”, les ordenó un militar a las Madres que se habían reunido en Plaza de Mayo para pedir por la aparición con vida de sus hijas e hijos desaparecidos. Fue el 30 de abril de 1977. Desde entonces comenzaron a circular, a dar vueltas alrededor de la Pirámide de Mayo, y no dejaron de hacerlo nunca más. La ronda se hizo cada vez más grande, se expandió por todas las plazas, por las calles y también por las escuelas. 

Verónica es maestra de primaria. Dice que cada vez que les cuenta esta historia de las Madres a sus alumnas y alumnos, no le ocultan su asombro por la idea que tuvieron. “¡Ah! Mirá qué bien lo que hicieron”, celebran unas con otros. Esa idea de la marcha es la que también retoma Laura con sus estudiantes de la formación docente, cuando las y los invita a construir memoria “caminando, aprendiendo, descubriendo tal como hacen las Abuelas, como grandes maestras, con su pedagogía de la memoria, del amor y de la resistencia”. Pamela enseña música en la secundaria y las canciones son su soporte para hablar sobre el pasado más reciente, pero también del presente, “de todos los derechos que hoy les son vulnerados” a las y los adolescentes. Andrea es directora de un jardín de infantes y se para en la idea de dar señas todos los días sobre el respeto, la libertad y el cuidado. Y nada mejor para eso que pensar cada encuentro en las salitas desde la perspectiva de los derechos de las infancias. Próximas al 24 de Marzo, Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, cada una de estas educadoras cuenta cómo es enseñar sobre la fecha en la escuela, cómo sigue creciendo esa ronda de resistencia, de pañuelos blancos.

La Ley de Educación Nacional (26.206, de 2006) es muy clara cuando habla de esta enseñanza y dice que todas las chicas y los chicos del país tienen que aprender sobre “el ejercicio y construcción de la memoria colectiva acerca de los procesos históricos y políticos que quebraron el orden constitucional y terminaron instaurando el terrorismo de Estado”. Eso para motivar “reflexiones y sentimientos democráticos y de defensa del Estado de Derecho y la plena vigencia de los Derechos Humanos” (artículo 92). 

Este marco orienta, acompaña y deja en manos del oficio docente cómo hacer en el jardín de infantes, en la escuela primaria y secundaria o en los profesorados para abrazar los principios de memoria, verdad y justicia. 

“Tenemos un semillero”

Laura Bravi
La profesora Laura Bravi y Mario Navarro, el nieto 119 recuperado.

“Como una política pública, enmarcada en los derechos humanos”, esta es la primera idea que comparte Laura Bravi, profesora de pedagogía y sociología de la educación en los Institutos Superiores N°16 y Normal N°1, cuando piensa cómo enseñar sobre memoria en los profesorados. 

Para estos días programan un conversatorio virtual con las y los ingresantes al que está invitado Mario Navarro, el nieto restituido N° 119. “Esa es una de las tareas que me parece más importante: ponerle cara, nombre, número en el caso de nietas y nietos recuperados, porque esos números tienen una historia”, aprecia, y agrega que el relato de Mario es particularmente significativo “porque es a partir de lo que su hija aprendió en la escuela que él se empieza a hacer preguntas” y recupera su identidad.

“Tenemos un semillero”, valora la profesora de quienes se forman como docentes. Y de inmediato discurre sobre esa idea de plantar memoria a la que apelan las Abuelas, para remarcar que “la tarea en la formación docente es plantar justamente la responsabilidad sobre la memoria, la transmisión del pasado reciente”.

Convoca a pensar cómo “la memoria está presente constantemente en las políticas actuales, en los acuerdos o no con el FMI, en los pedidos de seguridad, en los juicios que se siguen llevando adelante, cuando las Abuelas piden por los 400 nietos y nietas que nos faltan. Es entender que la memoria es también el presente, que se transmite, que se aprende y que se abraza”.

La educadora afirma que hay que “poder transmitir con un posicionamiento político claro esta idea”, sin perder de vista los problemas que acontecen hoy: “Los pibes y las pibas que se quedan fuera de la escuela; poner en cuestión las muertes que siguen sin resolverse en democracia; en definitiva, qué nos pasa hoy en democracia con las banderas de la memoria, la verdad y la justicia”.

Dice que unos de los desafíos que tiene como profesora es hacer que sus estudiantes se apasionen con esta enseñanza. Y para eso hay mucho que aprender de la pedagogía de las Abuelas, porque es, asegura Laura, “una idea de resistencia, de justicia no encuadrada en el odio y la venganza, sino en el amor y la perspectiva de derechos”. También admite que la satisfacción es mayor cuando se encuentra con sus alumnas en las marchas del 24.

Desde esa mirada es que afirma que “todas, todos y todes tenemos que tener la oportunidad de pasar por la escuela, de conocer la historia y de construir conocimientos. Y eso caminando, aprendiendo, descubriendo tal como hacen las Abuelas, como grandes maestras, con su pedagogía de la memoria, del amor y de la resistencia”.

Cada día cuenta

Andrea Fernández
La directora del Jardín N° 1 de Rosario, Andrea Fernández.

“Aburrido de recorrer la ciudad con su valija a cuestas para vender –por lo menos– doce manteles diarios, harto de gastar suelas, cansado de usar los pies, Gaspar decidió caminar sobre las manos”. Así comienza El caso Gaspar, de Elsa Bornemann. El cuento es uno de los más apreciados por las chicas y los chicos de todas las edades, y es uno a los que más recurren las y los docentes para hablar de rarezas, diferencias y prohibiciones; además de pensar en la libertad y la vida democrática. Y que figura también en los valiosos recursos propuestos por el Ministerio de Educación de la Nación a propósito de la fecha.

Al cuento lo nombra Andrea Fernández, la directora del Jardín de Infantes N° 1 de Rosario. Lo hace cuando afirma que la literatura es uno de los recursos que usan en el nivel inicial para contarles a las más pequeñas y pequeños “que hubo gente que no respetó la voluntad, que castigó las diferencias y avanzó sobre la libertad más básica que es la vida”. 

“Para eso nos valemos de algún recurso literario bien elegido y muy pensado”, insiste Andrea y suma Un monte para vivir, de Gustavo Roldán; Un elefante ocupa mucho espacio, también de Bornemann, y alguna que otra canción de Canticuénticos. 

Pero antes de todo eso, de hablar de cómo se las arreglan para estos aprendizajes, Andrea destaca que una premisa para enseñar sobre la memoria es sumar a las familias: “En el nivel inicial, todo lo simbólico que tiene que ver con construir ciudadanía y reflexión tiene que ser con las familias”. 

Para que esta tarea de transmitir la memoria no sea un como si, la educadora dice que hay que trabajar cada día en ese principio. “Enseñar es dar señales, dar señas. Entonces una da señas siempre, todo el año, no el 24 de Marzo. Porque sino es como algo ficticio”, sostiene, y pone como ejemplo la importancia de hablar en el jardín también del 8 de Marzo o del 2 de Abril. 

Andrea piensa que la fecha debe mirarse también desde los problemas de hoy. “La educación hay que pensarla en clave de derechos de la infancia y en clave de los derechos humanos. Porque, ¿cómo le digo yo a un pibe o a una piba que nadie le puede arrebatar las libertades básicas si la madre es apaleada por el padre día por medio?”, se pregunta en voz alta, y convoca a no mirar para otro lado.

Para la directora, esa tarea de sensibilizar en derechos se resume en expresiones cotidianas, en las que prevalece sobre todo “una ética del cuidado”. 

La ronda no se detiene

Verónica
Las chicas y los chicos replicaron la bicicleta del artista Fernando Traverso.

Verónica Piva es maestra de la Escuela Primaria San Isidro Labrador. Enseña en los 4° y 5° grados. Habla de los matices, del antes y el después de esta enseñanza cuando se estableció el 24 de Marzo como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia (ley 25.633, de 2002) y más tarde se lo incorporó como feriado nacional (ley 26.085, de 2006). También de la importancia que tiene apoyarse en esta tarea en organismos como el Museo de la Memoria (por los recorridos, las muestras y las capacitaciones docentes), o los de las Madres y Abuelas, y sus diferentes campañas. 

Una de las actividades que destaca Verónica de su trabajo en torno a la memoria es la de invitar a sus alumnas y alumnos a escribir la historia familiar de esos años: “Con los chicos trabajamos mucho lo que es un archivo familiar, donde puedan preguntar, hacer entrevistas, cómo vivenciaron sus padres o abuelos el momento de la dictadura”. Una idea en la que también se involucran las docentes, contando sus propias historias. 

La lectura de cuentos es otro recurso valorado en la primaria para abordar el 24 de Marzo. Menciona los libros de Bornemann antes citados, también El reglamento es el reglamento, de Adela Basch. “Un cuento con el que se puede matizar y darle la alegría de la resistencia”, aprecia Verónica.  

Pero hay más. “Hicimos pañuelazos, con mensajes de los chicos sobre el derecho a la identidad”, repasa, y habla también de las veces que replicaron las bicicletas pintadas por el artista plástico Fernando Traverso. “Causa mucha alegría esa idea, todos quieren tener sus remeras con la bicicleta”, dice la maestra. Algo parecido ocurre también con el rock nacional, “que es otra fuente inagotable de acompañamiento a través de las generaciones”, y nombra como ejemplos a Canción de Alicia en el país, Botas locas o No bombardeen Buenos Aires.

¿Y qué preguntas se hacen las chicas y los chicos de 9 y 10 años alrededor del 24 de Marzo? “Las hacen en relación a los nietos apropiados, quieren saber si los encontraron, si los pudieron recuperar”, repasa Verónica. 

Eso sí, asegura que siempre les llama la atención y los deja sorprendidos cuando les cuenta la historia de la ronda de las Madres. “¡Ah! Mirá qué bien lo que hicieron”, se dicen unos a otras, con señas de complicidad y asombro de ese ingenio.

Ya sea con arte, con literatura o con música, Verónica afirma que es necesario resignificar “ese dolor de la fecha, a través de la lucha, la esperanza y la transformación. Porque cada acto tiene un poquito de marcha también”.

Caminos de identidad

Pamela Canterolo
La educadora Pamela Inda Canteloro, en el ingreso de la Escuela Madres de Plaza 25 de Mayo, donde enseña música.

En marzo de 2013, la Escuela Secundaria N°514 comenzó a llamarse Madres de Plaza 25 de Mayo. Para que eso ocurriera, estudiantes, docentes y comunidad votaron, eligieron el nombre. El hecho lo resalta la profesora Pamela Inda Canteloro, quien enseña música en esa secundaria de barrio Triángulo, además de folclore en otras escuelas de la ciudad.

Pero a Pamela la fecha también le toca en lo personal. Es hija de Gloria Canteloro, una sobreviviente de la dictadura, primero presa política y que debió exiliarse en España. 

¿Qué es el terrorismo de Estado? ¿Qué es la democracia? Opina que arrancar tratando estos conceptos básicos es ineludible. “A veces nos encontramos con estudiantes que repiten frases que han escuchado y no saben bien qué significa”, comenta la profesora, y pone como ejemplo de esta idea que “es necesario entender qué es la democracia para entender qué es la dictadura”.

Un paso que mira indispensable para “entender por qué había canciones que estaban censuradas, artistas que eran perseguidos, y cuál era el valor de la palabra, de un mensaje en una canción”. Surge entonces la invitación a buscar qué  canciones fueron censuradas, cuáles artistas fueron perseguidas y perseguidos por la dictadura. Aparecen entonces nombres como los de María Elena Walsh y Mercedes Sosa. También Charly García y la metáfora de sus canciones. 

Pero además las canciones le permiten resignificar el presente, y hablar sobre qué pasa hoy con los derechos. Una de las maneras de hacerlo es cruzar canciones con determinados momentos políticos bien difíciles. Como lo hace “con el 2001 y la gesta de la cumbia villera, que es de ese entonces”. 

“Qué contaban esas letras, qué pasaba en ese momento, quiénes son sus referentes” son las preguntas que aparecen –dice Pamela– y enseguida empiezan a ver la cantidad de derechos que son vulnerados constantemente”.

“A veces –se explaya sobre sus estudiantes– no son conscientes de los derechos que todo el tiempo les son atropellados. Saben que tienen una relación conflictiva con la policía o gendarmería, pero no pueden dimensionar el trasfondo. Entonces lo trabajamos, buscamos canciones basadas en personas, en hechos reales. Surge, por ejemplo, la canción dedicada a Pocho Lepratti (El Ángel de la bicicleta, de León Gieco)”. 

Cuando se la invita a pensar como educadora las razones por las que la memoria debe tener un lugar de preferencia en la escuela, Pamela expresa: “Hace a la vida del ciudadano, es algo a lo que no puede escapar ningún ciudadano. Siempre va a haber sectores que van a tratar justamente de callarlos, de aprovecharse, de vulnerar sus derechos y siempre va haber otro sector que resista. Pero sin educación no hay resistencia posible”.

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