El sábado pasado, el Club Atlético Newell´s Old Boys se midió de local ante San Lorenzo de Almagro en un Estadio Cubierto repleto. Otra forma de jugar a la pelota que crece a pasos agigantados en nuestra ciudad.

Siendo las ocho de la noche de un sábado desapacible de abril, el Estadio Cubierto Claudio Newell tenía todas las luces prendidas, casi todas las butacas ocupadas y las tribunas de cemento arropadas con banderas, bombos e hinchas. 

Jugaban Newell’s y San Lorenzo, pero no me estoy refiriendo al último duelo que recordará usted, señor lector; aquel tres a dos para el olvido en el Nuevo Gasómetro. En esta oportunidad, en cambio, el Ciclón llegaba como el claro favorito, siendo uno de los clubes argentinos con más historia en el deporte, penúltimo campeón de la Supercopa Argentina y el último campeón de América. 

Después del típico saludo entre los dos planteles, los diez jugadores se dispersaron sobre el piso de parquet recién lustrado y, luego del pertinente pitido del árbitro, amén de hacer de esta vida algo mejor, rodó, por fin, la pelotita. 

El futsal es un deporte joven, surgido en Uruguay en el año 1930, de la mano de un profesor de Educación Física, Juan Carlos Ceriani, quien combinando reglas, formatos y dimensiones de waterpolo, handball y básquet ideó una forma de llevar el juego más popular de todos, el fútbol, a un espacio cerrado.

Si bien es posible contar casi un siglo desde el momento de su creación, esta disciplina comenzó a popularizarse recién en los 80. En 1982 fue organizado el primer mundial, en territorio brasileño y con un campeón homónimo; y en 1986 la Fédération Internationale de Football Association incorporó al futsal para organizarlo y controlarlo a nivel internacional hasta el día de hoy. 

Se juega en una cancha de piso liso de 40 metros de largo por 20 de ancho, con una pelota bastante más dura y más pequeña que la utilizada sobre césped. Los partidos tienen una duración de cuarenta minutos a reloj parado, divididos en dos tiempos iguales. 

El relator y el comentarista, postrados en una de las cabinas, ubicadas a los lados del rectángulo de juego, que hace las veces de palco, no tuvieron tiempo de especificar las iniciales de los dos equipos cuando se sorprendieron relatando la apertura del marcador en favor de los de Boedo. Fue en los primeros diecinueve segundos del primer tiempo que el cierre leproso pierde el balón en la puerta de su área, ante la presión de un adversario, y éste con un toque suave y por entre las piernas del arquero, como pidiendo permiso, la mandó a guardar para poner el uno a cero.

Entre las filas del conjunto azulgrana cabe destacar la presencia de varios jugadores de selección; el argentino Menzeguez y el colombiano Echavarría, así como la presencia del rosarino Agustín Del Rey, un pibe surgido en el Club Social Argentino Sirio, quien está haciendo carrera en la más alta categoría de nuestro país desde muy joven.

Del otro lado, los representantes de Chile; Martinez Conde y Fuentealba. 

Se veía venir un duelo interesante; si bien durante la primera mitad transcurrió casi sin sobresaltos para el Cuervo, que gritaría gol en los minutos 10 y 15. Se tornó más interesante luego del intervalo.

En el entretiempo, como es costumbre, casi la totalidad del equipo se retira al vestuario. Mientras tanto se puede escuchar a la hinchada entonando los versos de la Marcha de Malvinas, ritmo que acompañó el recorrido de algunos veteranos de guerra por la cancha, en un emotivo acto de memoria y reconocimiento.

El rectángulo de parquet se convierte en un mar de niños y niñas que saltan los carteles publicitarios para patear al arco o improvisar un “gol entra”, soñando algún día con formar parte de ese mundo tan maravilloso como tangible que implica la Primera División de un deporte emergente y cada día más popular.

Un sueño que le vieron cumplir a sus referentes mayores, como es el caso de los allegados de Elías Acevedo, ahora jugador de la reserva leprosa, anunciado como un flamante refuerzo surgido del club Federal. El pibe se llenó de goles, ayudando a los de Azcuénaga a mantener la categoría con el modesto número de 18 tantos en un torneo que lo catapultó a la máxima competencia, donde lo acompaña un afectuoso grupo que se hizo notar al grito de “¡Vamos, Negro!” durante el partido preliminar.

En nuestra ciudad, la competencia de fútbol de salón está organizada en dos asociaciones, las cuales dependen de las dos organizaciones existentes a nivel Internacional; FIFA y AMF (Asociación Mundial de Futsal). 

En la Rosarina, dependiente de AFA, compiten más de treinta clubes divididos en tres divisiones.

La otra liga, con una cantidad similar de participantes, es organizada por la Asociación Rosarina de Fútbol de Salón (AROFUSA), ramificación de la Confederación Argentina de Futsal (CAFS). Cada día, miles de pibas y pibes (y no tan jóvenes también) se calzan los botines, provistos de suelas lisas y antideslizantes, para ir a entrenar un deporte que parece multiplicar sus adeptos de forma exponencial.

La dinámica que le aportan a la disciplina las dimensiones reducidas, la velocidad y destreza de los jugadores y el tiempo parado implican que ningún resultado sea seguro ni definitivo. En unos pocos segundos puede cambiar la historia; en los primeros 27 del segundo tiempo la hinchada rojinegra se llenó las gargantas de gol de la mano de Pire, quien ejecutó un tanto de manual: corrigiendo el tiro de su compañero tras llegar en el momento exacto al segundo palo del arquero azulgrana.

Diez minutos después de iniciada la segunda mitad, el Estadio Cubierto vuelve a retumbar de la mano del 3 a 2 en favor de los locales. El aire se densifica con una mezcla de esperanza rojinegra, y el entusiasmo por un desenlace prometedor que pueden oler los neutrales, experimentados en el arte de ser espectadores. 

El juego se vuelve incluso más dinámico, y en los últimos cinco minutos ambos equipos salen a buscar el partido, aprovechando cada situación ofensiva para reemplazar al arquero por un jugador y generar un ataque en superioridad numérica. Es en una de estas oportunidades, faltando tres minutos y medio, que el balón vuelve a acomodarse en el fondo de la red defendida por los de Boedo y el encuentro pasa a estar empatado. 

Faltando ocho segundos para que termine el partido, San Lorenzo obtiene un tiro de esquina peligroso que acaba por pasar a unos centímetros del palo del arquero del conjunto del Parque Independencia, en la que parecía la última ocasión clara del partido.

Parecía, nomás, porque todavía queda lugar para un tiro libre en el borde del área de San Lorenzo, demostrando que, en este deporte, hasta que el árbitro no sopla el silbato por última vez el espectáculo está asegurado. Algunos hinchas se paran de las butacas para terminar agarrándose la cabeza con el remate desviado del jugador rojinegro y el posterior pitido final. 

Foto: Newell’s Futsal

El Club Atlético Newell’s Old Boys está atravesando un presente histórico en la Primera A de AFA. Aunque fue uno de los clubes fundadores de la liga, en 1986, luego de ese gran comienzo su participación se vio interrumpida hasta 2018, cuando volvió a sumarse a la competencia nacional en la Primera D. Durante los años siguientes el club del Parque Independencia se fue haciendo con los ascensos que lo llevaron a competir de igual a igual contra los mejores equipos de Argentina en la actualidad.

La historia es distinta para su clásico rival; Rosario Central se volvió a sumar a la competencia regular este año, luego de competir solamente en la Rosarina por mucho tiempo. Actualmente lleva jugados dos partidos en la Primera D, de los cuales logró llevarse solo tres puntos gracias al triunfo por 5 a 3 ante El Ciclón.

Los canallas hinchan el pecho al saberse los primeros campeones argentinos de futsal, tal como reza la biografía del Twitter oficial de CARC Futsal.

Ahora les toca recuperar esa mística haciendo carrera en la máxima competencia, en pos de hacer felices a los hinchas auriazules y de enaltecer el deporte rosarino.

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