La analista sudafricana Nontobeko Hlela advierte que “las armas económicas que se aplican contra Rusia estarán disponibles para ser utilizadas contra otros países que tengan la temeridad de no seguir la línea de Washington”.

“Este es el momento de repensar cómo conducimos la política, la economía y la política exterior cuando está claro que Occidente puede decidir diezmar países enteros. Las armas económicas que se construyen contra Rusia estarán disponibles para ser utilizadas contra otros países que tengan la temeridad de no seguir la línea de Washington”, escribió Nontobeko Hlela en el artículo publicado el 2 de mayo en el sitio Brave New Europe, titulado “Why Nonalignment Is an Urgent Imperative for the Global South” (“Por qué la no alineación es un imperativo urgente para el Sur Global”).

“Rara vez se reconoce que la no alineación, en este caso negarse a alinearse con EEUU y sus aliados o con Rusia, puede ser una posición de principios, así como un compromiso táctico astuto con las realidades geopolíticas”, afirma Hlela, que fue la primera secretaria política de la Alta Comisión de Sudáfrica en Nairobi, Kenia, y que actualmente trabaja como investigadora para la oficina sudafricana de Tricontinental: Institute for Social Research (Tricontinental: Instituto de Investigación Social), un think tank (usina de ideas) del Sur Global.

Brave New Europe es una plataforma educativa sin fines de lucro sobre economía, política y cambio climático que reúne a autores a la vanguardia del pensamiento progresista junto con activistas y otros con artículos como este”, señala el sitio oficial. 

La autora se desmarca claramente de las posiciones dicotómicas y simplificadoras que el imperio estadounidense y sus socios europeos intentan instalar como sentido común dominante a través de los medios hegemónicos. El poder que poseen para manipular y reconfigurar subjetividades es inmenso. Tienen una posición ventajosa en la “batalla cognitiva por las mentes”, según la definición de la propia Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), uno de los protagonistas fundamentales de la guerra en Ucrania.

Pero además de los recursos culturales, simbólicos y cognitivos, el bloque EEUU-OTAN, que se autodenomina, con clara intención hegemónica y pocos fundamentos históricos, “Occidente”, tiene las armas y las usa con impunidad. 

El término “Occidente”, poco tiene que ver con la geografía. Posee un claro sesgo racista y excluyente. Marca una línea entre un “nosotros” y un “ellos” que se sobreimprime sobre la dicotomía simplificadora más manipulada y manoseada de la historia: de un lado están los buenos, la democracia, el desarrollo; y del otro lado los malos, los estados fallidos, los narco-estados, los países bajo tiranías que necesitan la ayuda de los buenos y desarrollados demócratas.

Es uno de los síntomas más evidentes de una visión del mundo cada vez más concentrada y en menos manos. Según esta postura, existen países que califican para ser soberanos, independientes y con la capacidad de dictar sus propias políticas, y otros que no. Estos últimos necesitan, les guste o no, quieran o no, la “ayuda” del bloque dominante que exporta democracia, planes de “rescate económico” a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).

La experiencia histórica no deja lugar a dudas en este sentido: el accionar del poder concentrado arrasa países enteros y produce la muerte, el hambre y el sufrimiento de la enorme mayoría de la población mundial. Por eso es cada vez más intenso el bombardeo ideológico permanente para borrar la memoria histórica.

EEUU y la OTAN se auto-arrogan una suerte de “jurisdicción internacional” que no reconoce fronteras, soberanías, ni la autodeterminación de los pueblos. Se colocan por encima del derecho internacional, los tratados internacionales y las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organismo que raras veces contradice los dictados de este bloque dominante.

Porque además de ejercer la persuasión, el lavado de cerebros, e impedir el derecho básico de la ciudadanía a estar informada, los poderes fácticos también utilizan (en forma simultánea y combinada) la coacción, a través de amenazas, sanciones económicas y, de ser necesario, la intervención militar. Se constituyen en una suerte de “mafia global” que amenaza, aprieta, y toma represalias contra aquellos que no acatan sus dictados.

Por eso, países como Cuba, Venezuela y Bolivia, por ejemplo, pasan a formar parte del “Eje del Mal”. Tienen la osadía de decir “no” a los dictados de EEUU y Europa, y eso les cuesta ser blanco de mentiras, injerencias permanentes, difamación, tareas de desestabilización, golpes de Estado y ataques militares.    

Hlela señala que el Sur Global alberga a más del 80 por ciento de la población mundial, pero advierte que, sin embargo, sus países están sistemáticamente excluidos de cualquier toma de decisiones en las organizaciones internacionales que deciden en nombre de la “comunidad internacional” (un concepto que caló muy hondo en el sentido común dominante y que, en realidad, es solo una construcción justificatoria de los atropellos y los genocidios de los países dominantes).

“Durante décadas, los países del Sur Global han estado abogando por la reforma de las Naciones Unidas para que se aleje del juego de suma cero de la mentalidad de guerra fría que continúa impulsándolo. Gabriel Valdés, entonces ministro de Relaciones Exteriores de Chile, dijo que en junio de 1969, Henry Kissinger le dijo: «Nada importante puede venir del Sur. La historia nunca se ha producido en el Sur. El eje de la historia comienza en Moscú, va a Bonn, cruza a Washington y luego va a Tokio. Lo que pasa en el Sur no tiene importancia»”, agrega la investigadora.

El análisis de Hlela sobre el papel de la ONU nos ayuda a reflexionar, desde el punto de vista específicamente latinoamericano, sobre las duras críticas que presidentes como Nicolás Maduro, Evo Morales, y Miguel Díaz-Canel vienen dirigiendo a ese organismo: así como está, sólo sirve a los intereses de EEUU y Europa, afirmaron en infinidad de ocasiones los mandatarios, que llegaron a proponer desactivar esta organización que se hace pasar por guardiana de un “orden mundial” que en los hechos funciona como la ley de la selva. 

En este sentido, en América Latina el caso más impune y aleve de los atropellos imperiales y neocoloniales al servicio de los poderes fácticos es la Organización de Estados Americanos (OEA), más conocida como Departamento de Colonias de EEUU. Esta última denominación es la que mejor describe el papel que viene cumpliendo el organismo en favor de los intereses de EEUU en la región, lo que incluye golpes de estados, terrorismo de Estado, bloqueos inhumanos, manipulación de elecciones y proscripción de candidatos insumisos. De allí la necesidad de reemplazarla por instituciones más democráticas y respetuosas de la soberanía de sus miembros.

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y el Grupo de Puebla intentan constituirse en un contra-poder que asegure el respeto de los pueblos. Es un intento lleno de obstáculos, y sufre el bombardeo permanente de los patoteros planetarios al servicio de las corporaciones. 

La analista sudafricana hace mención asimismo a otra de las organizaciones que se erige como, tal vez, el mayor desafío al statu quo y la hegemonía mundial existente: “BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) tiene un banco, y para las 16 naciones de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) existe el Banco de Desarrollo de África Austral; sin embargo, las reservas de los países adheridos a estos proyectos aún se mantienen en las capitales estadounidenses o europeas. Este es el momento para que los líderes del Sur Global despierten y se den cuenta de que, dado el tipo de guerra económica que se está desatando actualmente en un país como Rusia, los países más débiles del Sur Global no tienen una autonomía significativa”, señala Hlela.

“BRICS ha sido decepcionante en muchos aspectos, pero abrió un espacio para que los países del Sur Global, con sus muchas diferencias en credo, cultura, sistemas políticos y económicos, encuentren una manera de trabajar juntos. El rechazo a la intensa presión para doblar su rodilla colectiva en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es un ejemplo alentador del Sur Global que rechaza la suposición de que deben seguir siendo «niños y niñas que miran desde la tribuna»”, agrega.

La pertinencia y actualidad del análisis de Hlela queda claramente confirmada y documentada por las intenciones publicadas sin medias tintas por la principal usina de pensamiento y análisis geoestratégico de EEUU: En abril de 2019, tres años antes de la guerra entre Ucrania y Rusia, la Rand Corporation, publicó un documento de 12 páginas que se titula “Sobreextender y desequilibrar a Rusia. Evaluación del impacto de las opciones y sus costos” (“Overextending and Unbalancing Russia- Assessing the Impact of Cost-Imposing Options”). 

Se trata de un plan detallado, fruto de la investigación de decenas de especialistas, para debilitar, sancionar y aislar a Rusia, y también con el otro competidor, todavía más temible: China. En definitiva, la idea es acabar con Rusia y China como potencia alternativa a la hegemonía total que pretende “Occidente”.  

La corporación para-estatal Rand señala que la hegemonía y el modelo de mundo unipolar impuesto por EEUU están siendo desafiados por China y Rusia. El documento incluye gran cantidad de gráficos y estadísticas, y señala cuáles serían las medidas más adecuadas para debilitar a Rusia, y qué costo (en términos políticos, económicos y militares) podría tener cada una.

La corporación Rand se encuentra entre las más influyentes de EEUU. Su lema es “Análisis objetivos. Soluciones efectivas” (“Objective Analysis. Effective Solutions”) como puede leerse en su página oficial.

La corporación está formada por un grupo de académicos e investigadores expertos en análisis y formulación de políticas. Fue creada en 1948 por Douglas Aircraft Company para ofrecer servicios de investigación y análisis a las Fuerzas Armadas de EEUU. Está financiada mayormente por el Departamento de Defensa, el de Seguridad Nacional y otros departamentos del gobierno de EEUU. También recibe fondos de corporaciones privadas, universidades, fundaciones, contribuyentes y donantes.

“A medida que EEUU intensifica rápidamente su nueva guerra fría contra Rusia y China, y espera que otros países se alineen, ahora existe un imperativo urgente de rechazar esta mentalidad de guerra fría de querer dividir el mundo a lo largo de viejas líneas enfrentadas. El Sur Global debería rechazar este punto de vista y exigir el respeto del derecho internacional por parte de todos los países. Se burla de los conceptos de derechos humanos y derecho internacional cuando sólo se evocan cuando son aquellos países que odian a Occidente o con los que no están de acuerdo quienes los violan”, considera.

“Sólo manteniéndose unidos y hablando con una sola voz, los países del Sur Global pueden esperar tener alguna influencia en los asuntos internacionales y no seguir siendo meros sellos de goma de las posiciones de Occidente”, agrega la analista.

Un movimiento para enfrentar a la patota planetaria

La pelea contra el yugo imperial no es nueva: “Jaja Wachuku, entonces ministro de Relaciones Exteriores de Nigeria, planteó una pregunta aún urgente a la 18 sesión de la ONU el 30 de septiembre de 1963: «¿Quiere esta Organización que los Estados africanos sean simplemente miembros vocales, sin derecho a expresar sus puntos de vista sobre cualquier asunto en particular en órganos importantes de las Naciones Unidas? ¿Sólo vamos a seguir siendo chicos que miran desde la tribuna? Los países del Sur Global siguen siendo «muchachos de la tribuna» que ven a los adultos hacer las reglas y decidir el camino que debe tomar el mundo. Continuamos siendo sermoneados y reprendidos cuando no hacen lo esperado”, escribió Hlela en Brave New Europe.

“Como dos figuras fundadoras del Movimiento de Países No Alineados, el entonces presidente de Yugoslavia, Josip Broz Tito, y el entonces primer ministro de India, Jawaharlal Nehru, expresaron en una declaración conjunta firmada el 22 de diciembre de 1954, que la política de no alineación con bloques no representa neutralidad o neutralismo; tampoco representa la pasividad como a veces se alega. Representa la política positiva, activa y constructiva que tiene como fin la paz colectiva como fundamento de la seguridad colectiva”, agrega la analista desde una mirada situada en África pero que, por razones históricas, es aplicable a otras regiones que también padecieron los embates coloniales, imperiales y neocoloniales del autodenominado Primer Mundo.

“El Movimiento de Países No Alineados necesita tener confianza y audacia y no buscar el permiso de Occidente. Sus líderes deben comprender que están allí para servir a su gente y proteger sus intereses y no permitir que la tentación de ser incluidos en el «club de los grandes» influya en su postura sobre los problemas. Necesitan tener en mente constantemente que han sido mantenidos como «los chicos que miran desde la tribuna» durante demasiado tiempo. Y al menos que realmente tomen su destino en sus manos, estarán para siempre al pie de la mesa, con su gente comiendo solo las sobras de la  comida de la riqueza acumulada por la economía global, en gran parte de la explotación del Sur”, concluye Hlela.

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