A principios de mayo, la galería Gabelich Contemporáneo inauguró Sueño encendido. Se trata de una exposición individual de Carla Beretta en la que se encuentran pinturas y collages textiles pertenecientes a las producciones más recientes de la artista. 

Al mirar las obras que componen Sueño Encendido, de Carla Beretta notamos rápidamente que la rigidez aparente de la geometría se contrarresta con el uso de materiales livianos como la tela y el papel. Este conjunto estrictamente abstracto de piezas de mediano y gran formato pone de manifiesto una obra plagada de sucesivas capas de sentido que van asomando una vez que agudizamos la mirada. 

Su serie “Irupé” recuerda a la pintura concreta argentina y la tradición del marco recortado. Se trata de dos piezas que parecen fragmentos de color plano. Poliedros rosas, blancos y bordó que forman dos grandes grupos. Sin embargo, su título nos traslada al paisaje litoraleño, a la ribera del río y a la contemplación detenida de su flora. Este aspecto aleja a las obras de su interpretación meramente formal y nos acerca de a poco al método de trabajo de la artista: un método cambiante y lleno de hallazgos.

Si cruzamos la galería, en la pared enfrentada, encontramos unos fragmentos similares a los anteriores que se yuxtaponen y ensamblan. Estos textiles de gran formato en los que las telas son unidas a través de costuras y las paletas están sumamente definidas. Aquí los ritmos visuales y pequeños cambios de secuencias espaciales y cromáticas son la regla. Sus tonos desaturados con algunos acentos de color hacen pensar en ciertas figuras del grupo litoral. Vienen a la memoria la pintura de Juan Grela o Carlos Uriarte, artistas que también se volcaron a representar los paisajes de la ribera y el suburbio. Pero a este costado estrictamente visual se le suma su naturaleza táctil: no hablamos simplemente de colores y formas sobre el plano sino de texturas que invitan al tacto, a constatar la suavidad de esas superficies y no limitarse sólo a mirarlas.

Cuenta Carla que cierto día vio en las noticias los puntos de la isla frente a Rosario donde había focos de incendios. Esta imagen impactante quedó dando vueltas en su cabeza y volvió luego en forma de método de trabajo. Dispersó puntos sobre la hoja de papel y los fue uniendo con líneas rectas. Después de un proceso de digitalización, estas formas se trasladaron a las telas de colores que seleccionó. Así surgieron estas obras que hoy cuelgan en la galería y amplían el espacio que las circunda como enormes banderas.

En otra sala nos encontramos con una serie de pinturas octogonales. Están hechas a partir de rectángulos pintados con colores sumamente claros con acrílico diluido. Al ser estos papeles sumamente finos podemos notar sus ondulaciones. Ondulaciones que actúan otra vez sobre el recuerdo y nos trasladan, una vez más, a las superficies acuáticas, al río Paraná y a sus colores cambiantes. 

Como se aprecia, el desplazamiento y los enlaces de sentidos se manifiestan en la obra de Carla Beretta de manera orgánica. Por ejemplo, si escaneamos un código QR que se encuentra sobre las paredes, accedemos a un video en el que vemos unas tenues volutas de humo. La poesía de Juan L. Ortiz que podemos leer en el texto de sala parece hablar de un incendio en un entorno natural. Entonces, el entramado de relaciones comienza a hacerse evidente. La quema de los humedales del Paraná, sus consecuencias catastróficas, la palabra como aquello que suena y resuena. El sueño de una comunicación asertiva con la naturaleza que se ve ahora interrumpido por la acción violenta y deliberada del hombre. Notamos así como la obra asoma en su aspecto político derivando en respuesta poética. Un proceso de transformación de ese espacio de consternación, dolor y bronca en imágenes que cambian, mutan y finalmente se condensan.

*Sueño encendido puede visitarse hasta el 11 de junio de martes a viernes de 15 a 19 y sábados de 11 a 14 en Gabelich Contemporáneo (San Juan 911).

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