Cuál fue el objetivo político que trazó Perón para la gira por Europa y su estrategia ante la invitación de Franco. La sorpresa del efecto Evita y el fusilamiento que logró evitar. Las chicanas de la Iglesia.

El viaje de Eva Perón a Europa, en 1947, tuvo suma importancia. En realidad, su origen se produjo cuando Juan Domingo Perón asume el 4 de junio de 1946 y empieza a desarrollar una política exterior independiente de acuerdo con su concepción de la denominada “Tercera Posición”, es decir, de no estar atado al capitalismo ni al comunismo.

Esta idea de Perón fue bastante difícil de manejar porque, para colmo, a los pocos meses le llegó una invitación de Francisco Franco, el caudillo fascista que permanece como dueño y señor de España, para que fuera a recorrer el país de donde procedían muchas familias argentinas.

Para Perón fue todo un problema porque una cosa era mantenerse independiente de Estados Unidos y Gran Bretaña y otra, aparecer junto a un fascista que venía de una guerra civil con cientos de miles de muertos.

La situación también era complicada para la Argentina, porque el país mantuvo la neutralidad durante casi toda la Segunda Guerra Mundial y recién definió su posición cuando el conflicto estaba por terminar. En aquel contexto, se planteaba que los aliados iban a hacer pagar muy caro a España y a la Argentina por su falta de apoyo durante la guerra.

Por eso, tampoco resultaba conveniente rechazar la propuesta de Franco, más allá de su ideología y su historia negra.

Entonces, Perón llamó al padre Hernán Benítez, que era su asesor en muchas cosas, y le dijo que viajara a España para proponer que la persona que iba a representar a la Argentina iba a ser Eva Perón, la esposa del presidente argentino.

La importancia de esta decisión quizás hoy no sea valorada en su real dimensión. Eva era una muchacha de 28 años que no conocía nada de cancillerías ni protocolos diplomáticos. No olvidemos que poco tiempo antes, ella estaba buscando trabajo en compañías de teatro tras haber salido de Junín con sólo 15 años.

Pero evidentemente, Perón había captado que Eva tenía el carácter y la capacidad suficientes para representar a la Argentina en aquel viaje.

Otra de las instrucciones que llevó el padre Benítez fue combinar la visita a España con otros destinos europeos. “Vaya a Francia, a Italia, al Vaticano”, para que el viaje no aparezca como una adhesión al fascismo español, fue la indicación de Perón.

Según me contó el propio padre Benítez, los preparativos de lo que ya se había convertido en una gira comenzaron durante los primeros meses de 1947. Lilian Lagomarsino de Guardo, que la acompañó, recordó que Evita sentía cierto temor ante el inminente viaje a Europa. En aquellos años sólo los ricos se permitían viajar en avión, a lo que se sumaba el hecho que ella era una joven mujer que iba acompañada únicamente por la esposa del diputado Ricardo Guardo.

Finalmente, Eva partió de Argentina el 7 de junio de 1947. Antes de ascender al avión, le escribió una carta a Perón en la que le ratificó su amor y la decisión de dar todo para cumplir su misión en Europa. También aprovechó la misma nota para comentarle que su secretario privado, Rodolfo Freude, era una mala persona ya que había mandado gente a Junín para investigar su pasado.

Ya en España, el 9 de junio la condecoraron con la Cruz de Isabel la Católica en una concentración que reunió a 300 mil personas. Para entender la presencia de esta multitud es importante recordar que España atravesaba una crisis tremenda y la Argentina le estaba enviando alimentos en medio de una política de Perón de intentar consolidar su gobierno en el campo internacional.

Además, aquella impresionante cantidad de gente se encontró con una muchacha que tenía a su favor haber sido actriz y tener cierto conocimiento de cómo expresarse en público. Como si fuera poco, Eva levantaba la bandera de la justicia social y, si bien sus palabras eran para todos los trabajadores, se dirigía especialmente a las mujeres y a las obreras de España.

“Mujeres españolas, no he venido a formar ejes sino a tender un arco iris de paz con todos los pueblos, como corresponde al espíritu de la mujer. Unamos nuestros esfuerzos”, afirmó Eva en un discurso que tuvo una gran resonancia en toda Europa, porque expresaba la posición de Argentina, de un gobierno nuevo sobre el que muchos dudaban después que Perón fuera calificado de fascista por parte de la oposición.

Más allá de cualquier consideración política, Eva se mantuvo al margen de todo protocolo desde el comienzo de su viaje. Así, si visitaba Madrid tenía que ir a los suburbios de la ciudad porque quería estar en contacto directo con los trabajadores. De esta manera, la llevaron a una corrida de toros y no tuvo reparos en decir que le parecía algo inhumano.

En una de esas concentraciones populares se le acercó un pibe y le entregó una carta que decía: “Señora Eva Perón, me han fusilado a mi padre y ahora van a fusilar a mi madre. Necesito que me ayude. Se llama Juana Doña, está en la cárcel de mujeres y Franco la quiere matar”. Conmovida, Eva planteó a Franco la situación de aquella militante comunista, por lo que se vieron obligados a levantar la sanción.

Durante el paso de Eva por España hubo varias manifestaciones populares que contaron con la presencia de Franco, quien por momentos evidenció un excesivo silencio y cierto desagrado por las cosas que decía ella. “Usted cuando quiera juntar gente, llámeme”, le sugirió Eva.

Naturalmente, durante su estadía en España la llevaron a recorrer los lugares más tradicionales, entre ellos el palacio de El Escorial. Allí, después de admirar la estructura monumental de la construcción, no pudo evitar decir: “Qué hermoso hospital se podría hacer aquí para el pueblo” (extraído de las Memorias de Lilian de Guardo).

Antes de partir el 26 de julio, provocó toda una serie de complicaciones. El padre Benítez fue el autor de unos de sus primeros discursos, que resultaron bastante fuertes incluso para el peronismo de la época. En virtud de ello, la cúpula de la Iglesia le llamó la atención al sacerdote y le ordenó que debía apartarse y no seguir acompañándola.

— “Padre, la clase rica está sacando a los chicos”, le dijeron en un llamado desde Buenos Aires.

— “Bueno, están sacando los chicos a la calle, me parece muy bien así aprenden un poco lo que es la calle”, fue el comentario del padre Benítez.

— “No, no, los están sacando de los colegios y es muy grave porque significa una pérdida de dinero muy grande para la Iglesia”, le contestaron.

Más allá de la clara distinción entre lo que era la religión y el negocio de la educación, terminaron sancionando al Padre Benítez para que no apareciera más junto a Evita.

Pero fue tarde. El sacerdote ya había realizado todas las gestiones para que el viaje de Eva se extendiera a Italia y Francia.

Fuente: Télam

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