Yo no sé, no. Con Pedro nos acordamos que tanto la hermana como sus primas seguramente suspiraban al verlo en El amor tiene cara de mujer. También nos vino a la memoria aquella noche de sábado cuando ya “ganado” el centro, pasando por La Comedia, vimos en un afiche a él y a la Susi. Sí, a la que de vez en cuando salía en la Siete Días.
Como teníamos una moneda, nos dimos el gustito. El que nos convenció fue Carlos, que era oficial metalúrgico y el que mejor sueldo tenía. Después de deliberar un poco, al ver que todos teníamos zapatos, encaramos la boletería en la marquesina de Mitre y Ricardone. El título de la obra: Las mariposas son libres. También lo vimos como casi todo el mundo en ese Juan Moreira impresionante, recreado por él y por Favio.
Un jueves, en el Broadway daban Quebracho, y como relleno, una en la que él hacía del Brigadier. En ese entonces, aún los días de estreno, te pasaban dos pelis. Ese jueves me encontré en la fila con el Polaco, un compañero al que apreciamos mucho. Nos dimos un abrazo. Entrando, una piba que conocíamos nos dijo algo al pasar.
Al otro día, llegando al Superior, la Troska nos dice: “¿entendieron lo que les dije anoche?”. ¿Qué? le respondí. “Que la de Juan Manuel de Rosas me gustó más”.
En estos momentos en que nos enteramos de su partida, además de otras cosas, me queda en el recuerdo esa noche en la que el Juan Manuel de Rosas del gran Rodolfo Bebán hizo que la Troska, esa piba que siempre nos planteaba discusión por cualquier cosa y que respetábamos, se sienta un poco más nacional y popular.
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