Yo no sé, no. En la página número 18 de la D’artagnan, Pedro se había detenido como disfrutando y sintiéndose partícipe de aquel desembarco. Aunque las balas picaban cerca, no sentía temor, sólo había que esperar el momento oportuno y la orden para saltar al agua y avanzar hacia aquellas islas. No sé si quería imaginarse lo que vendría o se sentía cómodo, lo cierto es que bajó el sol y las primeras sombras lo agarraron dormido sin dar vuelta la página.

En el 15, una mañana se tentó con un libro que leía una piba sentada en un asiento pegado al suyo y que, gracias a las letras grandes, le permitía seguir la trama. De vez en cuando veía las veredas de la calle 3 de Febrero con abundancia de hojas. Era un agosto atípico porque ya a la altura del día 15 del almanaque, los fuertes vientos no habían aparecido. Faltando cinco páginas para el final y tres cuadras para que Pedro se tuviera que bajar, la lectura de la piba se detuvo.

La profe de Literatura siempre que saltaba algo de la coyuntura política, al toque decía: “Bueno, lo mejor es dar un vuelta de página”. Al principio no sabíamos si quería avanzar, cambiar de tema o volver unas páginas para atrás. Cuando le calamos su conservadurismo, supimos que lo que ella quería siempre era cambiar de tema. 

Mientras tanto, en buena parte de la gran Patria, se daba una vuelta de página de nuestra historia para avanzar, y sin olvidar.

El otro día, volviendo de hacer los últimos mandados, escuchamos a un entendido de economía decir: “Después de 70 años (y no es casualidad la cantidad de años), lo mejor es dar vuelta la página”. Mientras esquivamos a una vecina que escoba en mano renegaba con las hojas barridas por la mañana y que habían vuelto por el cambio de viento –que, entre paréntesis, apareció fuerte este agosto–, Pedro me dice: “Estos turros siempre te la disfrazan. Ese «vuelta de página» es para que nada cambie y para mantener los privilegios de unos pocos”. A esa altura de la tarde, el viento que por momentos lo tenemos en contra nos hace caminar más lento. Levantando la voz, como empujando las palabras a salir, Pedro concluye: “Lo que hay que hacer es dar una vuelta de página para avanzar sin olvidar el camino. Ese camino que a pesar de los vientos en contra supimos como pueblo recorrer y escribir, para el bien de la Patria, en las páginas de la historia”.

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