Qatar 2022 se acerca y los cuerpos de Juan José Panno y Oscar Barnade lo saben: ambos tiran paredes en un nuevo libro que repasa mitos y leyendas de estos torneos de selecciones que se disputan cada cuatro años.
“Tenemos algunas cosas en común como que nos gusta el fútbol, nos gusta tirar paredes. Y somos de esa clase de gente que cree que la vida pasa entre Mundial y Mundial”, dice el Nene Juan José Panno sobre su compinche Oscar Barnade, que devuelve el pase: “Somos bichos curiosos del periodismo que siempre intentamos hacer algo”. Eso que intentaron y salió se llama Mitos y leyendas en la historia de los mundiales, un libro que continúa el trabajo que ambos venían haciendo por separado: Panno en 100×100 Mundiales y Barnade en Diccionario de Argentina en los mundiales, entre otros trabajos.
El flamante libro es de la editorial Octubre, y cuenta con ilustraciones de Miguel Rep y el prólogo de Carlos Ulanovsky.
Recuerdos que mienten un poco
El paso del tiempo, versiones cruzadas, otras incomprobables, exageraciones, historias hermosas pero carentes de veracidad, llenan de mitos los relatos mundialistas. Y contra ellos se lanzan Panno y Barnade. “Intentamos buscarle una vuelta de tuerca a lo que ya habíamos hecho, buscamos nuevas historias, tratamos de buscarle respuestas a las preguntas que nos hacíamos respecto de los mitos, como si es verdad que el partido de Argentina-Perú estaba arreglado, si es verdad o mito que Obdulio Varela se fue a tomar café con los brasileños en el 50, si Argentina arrugó en el 30”, dice el Nene.
Oscar aporta que además “hicimos un recorrido interesante, algo que no se sabe mucho, de cómo fueron elegidas las sedes”. Y agrega: “Argentina tuvo varios intentos. Eso también nos sirvió para romper el mito de que el Mundial del 78 lo organizaron los militares para seguir adelante con las atrocidades que estaban cometiendo. Y en realidad, ellos se encontraron con que el Mundial ya estaba previsto. Es una idea que Argentina tiene desde el 38, y fue perdiendo las votaciones sistemáticamente en el 62 y la del 70. Hubo muchas votaciones parejas y peleadas. Y eso termina explotando con el Fifagate” del año 2015, cuando quedaron tras las rejas varios dirigentes de la máxima entidad futbolera por irregularidades en las elecciones de la sede de Rusia 2018 y Qatar 2022.
Pero en el libro no sólo figuran mitos y desmitificaciones. También se hacen lugar las leyendas: historias, biografías, perfiles de actuales y ex jugadores, y estadísticas, que estando Barnade no pueden faltar. “Hay un capítulo dedicado a los campeones del mundo –cuenta este fanático de los números y porcentajes y dueño de un gigantesco archivo–. Un capítulo especial que va de Diego a Leo. Es tratar de hilar la vida futbolística y post futbolística de Maradona y la pre futbolística y actual de Messi. Hicimos un juego bastante interesante, de ida y vuelta, con las dos grandes figuras de nuestro fútbol”. Panno aporta que en ese fragmento entre el crack del pasado y el del presente se podrá leer “qué hacía Messi en el 86, o qué hacía Maradona en el último Mundial”. Ojalá en el Mundial que se viene también Diego pueda hacer algo, desde donde sea que esté. Que dé una mano, la de D10S.
Dupla técnica
Juan José Panno escribe en la sección deportes del diario Página 12 y Oscar Barnade en la de Clarín. Las enormes diferencias que existen entre los dueños de los medios en los que trabajan, no se ven reflejadas entre ellos. Sino todo lo contrario. Ambos se cruzan en las aulas y pasillos de Tea y Deportea, la escuela de periodismo en la que dan clases. Y comparten una mirada similar de su profesión.
El Nene –autor de Corazón y pases cortos, Obras maestras del error, Diccionario fóbal club y En cancha chica, entre otros– cubrió ocho mundiales, en el lugar de los hechos, y el qatarí será el noveno. A Oscar siempre le tocó trabajar desde la redacción.
“Se trata de jugar con lo que sabemos, con lo que vivimos”, dice Panno sobre el libro, que tiene un gran aporte de sus vivencias en Alemania (en 1974 y 2006), Argentina 78, España 82, México 86, Francia 98, Brasil 2014 y Rusia 2018. “Siempre uno se encuentra con buenas historias. Algunas son conocidas y uno trata de recuperarlas como son. También te encontrás con curiosidades como que en el Mundial del 30, una tienda –una especie de Gath & Chaves– le regaló una frazada a los jugadores de Uruguay que hicieron los goles de la final”. Tras rememorar ese curioso premio a los goleadores, reflexiona: “Esas cosas marcan los tiempos. Hay un aviso en un diario que le recuerda a Schiaffino (héroe del Maracanazo) que puede pasar a buscar un juego de sábanas, una toalla y una frazada. Y hay muchas historias de ese tipo. Y a uno lo que más le gusta son las historias. Somos de una generación a la que le gustaba que le contaran cuentos”.
Barnade –autor de Historias increíbles de Argentina en la Copa América, además de Mitos y creencias del fútbol argentino y Todo sobre la Selección (ambos con Waldemar Iglesias), La historia de Deportiva Francesa, Old Georgian Club y Buenos Aires Cricket & Rugby Club (todos con Víctor Raffo), y 1986. La verdadera historia (con Gustavo Dejtiar)– reconoce que con su colega “nunca habíamos hecho nada juntos. Así que entre historias que él tenía y yo también, preguntas que nos hicimos, fue surgiendo la idea de armar este libro”. Siempre desde la redacción, Oscar tuvo su debut en coberturas mundialistas, nada menos que en 1986. ¡Y en el equipo de Víctor Hugo Morales! en Radio Argentina. “En el 90 en Sólo Fútbol, en el 94 hice la revista para Clarín. En el 98, que fue el primer año de Olé y también estuve desde acá”, continúa su derrotero. “Es que por mi especialidad dentro del periodismo deportivo, que tiene que ver con la estadística y la historia, generalmente me dedicaba a preparar todo el material desde acá”, explica el referente del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF).
Cerrado por Mundiales
El escritor uruguayo Eduardo Galeano solía colgar un cartel en la puerta de su casa cuando comenzaba una cita ecuménica: “Cerrado por fútbol”. Esa advertencia para quien pretendiera irrumpir esas jornadas sentado frente al televisor la usó para el título de uno de sus libros en el que repasa –con su clásico estilo de relato breve– historias mundialistas.
Juan José Panno y Oscar Barnade también viven momentos especiales cada cuatro años. “Recuerdo muy bien los dos mundiales que viví antes de ser periodista”, cuenta Oscar, en referencia al del 78 y al 82. “En el primero tenía 12 años y lo viví con mucha pasión, porque me gustaba el fútbol. Lo miraba por la tele, compraba figuritas, los diarios, y aún tengo todo eso guardado. Y el 82, que también lo seguí, aunque con algunas problemáticas porque mi hermano estaba haciendo el servicio militar mientras se desarrollaba la Guerra de Malvinas”. Después llegaron las coberturas.
“Para quienes nos gusta el fútbol –se suma Juan José–, en los Mundiales somos como chicos en Disneylandia. Hay un clima especial de solidaridad, de compañerismo, que respeta la esencia del juego. Ves las hinchadas que se juntan, salvo excepciones. Se vive un clima fantástico”. Y recuerda su aventura en Rusia: “Estaba lleno de latinoamericanos. Abrías una canilla y salía un peruano, que hacía mucho que no jugaban un Mundial, fueron en cantidad y transmitían una alegría extraordinaria. Parece como que la gente se vuelve buena en los Mundiales. Vivís como en una burbuja durante ese tiempo. Después te encontrás con la realidad”, lamenta, entre risas.
Para Barnade, los mundiales no sólo significaron un crecimiento en el amor incondicional por la Selección. “En un Mundial conocí a mi mujer. Ahí me enamoré”, revela, algo sonrojado.
Nene de antes y de ahora
El Juan José Panno de 1974 no imaginó –mientras cubría el Mundial en la mismísima Alemania– que en el futuro dejaría atrás la máquina de escribir y la teletipo. Que para mandar información a la Argentina no tendría que pasar el filtro de una operadora, y que la comunicación ya no tendría demoras de hasta 6 y 8 horas. Y que para enviar una fotografía ya no sería necesario encontrar en el aeropuerto un pasajero que tenga la buena voluntad y que le haga la gauchada de mandar los rollos a la redacción de su país. “Hoy uno tiene toda la tecnología a favor”, admite este histórico cronista de Página 12. “Los centros de prensa te brindan información de todo tipo, la información circula a una gran velocidad, e incluso, a veces llega la noticia antes que el hecho”, se ríe.
De aquellos tiempos sí añora la cercanía con los jugadores y cuerpos técnicos. “Éramos pocos los que viajábamos, había otra intimidad, estábamos más cerca de los planteles. Hoy está todo organizado de una manera tal que los tipos hablan cuando quieren. Había otra confianza con los futbolistas, otra posibilidad de intimar. En el 82 parábamos en un hotel que estaba pegado al hotel en el que estaba la Selección. Nos veíamos todo el tiempo. En los últimos tiempos son búnkers los lugares donde concentran los equipos y el contacto es mínimo”, agrega.
De todas maneras, el interés del Nene no pasó ni pasa por lo que digan los protagonistas de pantalones cortos. “Lo que más me gustó de las coberturas de los mundiales fue hacer diarios de viajes, historias paralelas al Mundial, que tienen que ver con los países que uno recorría. En 2006 parábamos en Núremberg, y por supuesto, una de las notas que más me interesó hacer fue la de ir al lugar donde se hicieron los juicios” contra jerarcas nazis.
Por esa razón, no es para menos que Panno salga “espantado” con las actuales coberturas televisivas. “Son vergonzantes. Entrevistan a un ruso o un alemán y se burlan porque el tipo no conoce el idioma. Esas tonterías que hacen. Es que, por otro lado, están obligados a llenar espacios. Leí que algunos canales van a transmitir 24 horas de este Mundial, me parece un verdadero despropósito. A todos nos interesan los mundiales, pero de qué llenás 24 horas hablando de eso, cuál es el contenido. Es un espanto”.
Para paliar esta sobredosis de tevé futbolera-mundialista, el Nene cierra con una reflexión: “La información circula. Lo que hay que saber lo saben todos los medios. Muchos sanatean, algunos aciertan, otros no. Pero lo que queda y lo que interesa es la historia”.
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