El analista político dio un panorama con vista a las elecciones presidenciales del próximo año, marcado por las internas y una situación socioeconómica crítica. ¿Cuál será la estrategia del Frente de Todos? ¿Hay 2023?

Los engranajes de la política nacional comenzaron a moverse en la fase electoral. Las peleas intestinas se recalientan, las discusiones borbotean y se adelantan al espíritu mundialista latente. Cristina, ¿candidata en 2023? Para Alberto, ¿la reelección? Hay Paso, no hay Paso. Massa, ¿ajusta, estabiliza o administra consecuencias? ¿El superministro llegará como presidenciable? Macri, a libro abierto: ¿segundo tiempo? ¿para qué… más neoliberalismo derechizado? Larreta y Bullrich, piña va, piña viene. Manes, ¿el tercero en discordia? Y Milei, ¿un ultra que avanza o se evapora a lo Blumberg? Y la izquierda, ¿tendrá banca para “derrotar el ajuste del FMI” o para que “la crisis la paguen los grandes empresarios”?

Las preguntas fluyen en un mapa político todavía borroso. Lo cierto es que el grueso de la sociedad argentina, con secuelas del macrismo y la posterior crisis pandémica, está preocupada por la elevada inflación y los salarios deprimidos, principales pasivos del gobierno nacional. El Frente de Todos, condicionado por la herencia del FMI, hace concesiones al poder económico concentrado mientras despliega (y también demora) medidas para intentar revertir la realidad económica acuciante que sufren las grandes mayorías.

Es tanta la confusión actual que dos palabras representativas del ideario de izquierda o del campo nacional-popular como “revolución” y “federal”, le dan nombre a una agrupación de ultraderecha y neofascista, que tiene buena sintonía con el macrismo y el mileinismo, inculpada en el intento de asesinato a CFK, atentado que el sistema político no termina de digerir.

Entre desavenencias del FdT, el operativo clamor por su candidatura, con una narrativa a un pasado virtuoso que quiere actualizar, apelando a una contradicción principal como “democracia o violencia”, a lo Brasil, perseguida y condicionada por el partido judicial y los grandes medios, la vicepresidenta pide la pelota y mantiene la centralidad.

El sociólogo y director del Centro de Estudios de Opinión Pública (Ceop), Roberto Bacman, sostuvo que el escenario electoral 2023 no está cerrado y opinó que, en términos futbolísticos, el gobierno todavía depende de sí mismo. “Si la economía y la distribución no mejoran, el oficialismo la tiene difícil”, consideró. “Tanto Cristina como Macri no pueden dirigir a toda la tropa y necesitan de la unidad”, afirmó. “En este momento, las Paso son más necesarias para la oposición que para el oficialismo”, dijo el analista político entrevistado por El Eslabón.

—¿Cuáles son las perspectivas rumbo a las elecciones de 2023?  Se advierte a las dos grandes coaliciones, oficialista y opositora, con sus internas recalentadas, por momentos con debates de la superestructura política, alejados de urgencias cotidianas. 

—Estamos en el preludio de un año electoral muy importante para la Argentina, porque no sólo se elegirá presidente, legisladores, sino también a casi la totalidad de los gobernadores de las provincias, y en diferentes fechas. Esto, en una sociedad que viene con un humor bastante golpeado, en un clima enrarecido, producto de dos factores muy significativos que marcan la realidad. En primer lugar, la economía, con dos componentes preocupantes: inflación y puja distributiva. Casi el 70 por ciento de los argentinos plantea que sus ingresos no alcanzan o llegan con lo justo a fin de mes. Es decir, muchos trabajan pero lo que ganan no les alcanza para dejar de ser pobres. Y las dos grandes coaliciones políticas, el oficialista Frente de Todos y el opositor Juntos por el Cambio, están atravesando durísimas internas, con características diferentes, ya que la interna en el FdT es más preocupante porque tiene que manejar la economía, tiene que gobernar.

—La interna del FdT da la impresión que trajo desorientación en la base electoral del oficialismo, cierta parálisis y crisis de representación. Interna que también se reflejó en el debate Paso sí, Paso no.

—En la interna del Frente de Todos, el cristinismo está bastante separado de Alberto. Hubo presiones para eliminar las Paso y llevar el tema al Congreso. Pero todo indica que esa idea peregrina de eliminar las primarias abiertas simultáneas y obligatorias está abandonada. No sólo porque el presidente Alberto Fernández se niega, sino porque al oficialismo no le dan los números, sobre todo en Diputados, como para cambiar la ley electoral, ya que necesita dos tercios y no mayoría simple. En este momento, las Paso son más necesarias para la oposición que para el oficialismo. La oposición espera ordenarse con las Paso. Hay un factor importante que es innegable: ni Cristina ni Macri pueden controlar a toda la tropa en sus respectivas coaliciones. Alberto resistió a Cristina apenas Cristina salió a marcar diferencias públicas, cuando había pasado un año de gobierno, en un acto en el estadio de La Plata, donde habló de funcionarios que no funcionan, generando una relación tensa, que había empezado bien, y Alberto repetía que no se iba a pelear con Cristina. La interna en el FdT sigue abierta, pese a que Cristina habló de la necesidad de la unidad, de ampliar el espacio. La oposición tiene interna hacia dentro del propio PRO, después con los radicales, entre ellos Facundo Manes, que iría por fuera de Juntos. Lo cierto es que en la Argentina cada vez hay más preocupación por la economía. En el Gran Buenos Aires, donde está concentrado el electorado peronista, también va creciendo la preocupación por la inseguridad. Con respecto a los problemas económicos aparece el rol de Sergio Massa en su batalla contra la inflación para que se recuperen los salarios y los ingresos y levanten las pymes, que son grandes generadoras de empleo, mientras mucha gente espera salir de la crisis.      

—¿Identifica como puntos de quiebre en el oficialismo el polémico acuerdo con el FMI y la derrota legislativa de 2021?

—La derrota del 21 nadie la vio venir y dejó un nuevo fenómeno, que esta vez le pegó al peronismo. Es un fenómeno mundial, donde un importante porcentaje de la población no dice qué intención de voto tiene o esconde si va a ir a votar o a quién va a ir a votar. Esto ocurrió en la provincia de Buenos Aires, donde quince puntos porcentuales de votantes peronistas decidieron no ir a votar. Esto provocó que Juntos por el Cambio, que en 2019 perdió sacando el 40 por ciento de los votos, en las legislativas del 21 gane con el 40 por ciento de los votos. El que tuvo problemas fue el Frente de Todos, que en el 19 ganó sacando 48 por ciento y en el 21 perdió con el 34 por ciento. ¿Dónde fueron a parar esos catorce puntos? Bueno, un poquito al peronismo de Randazzo, otro poquito a la izquierda , pero el resto directamente no fue a votar. Cuando empezamos a investigar este fenómeno y preguntamos a la gente, el concepto político que surgió fue “para qué voy a ir a votar si todos los políticos son iguales”. En 2001, 2002, decían “que se vayan todos” y surgió el voto bronca. Este fenómeno nuevo lo defino como el no voto como señal de alarma. Una señal que continúa encendida para el Frente de Todos.

—La pérdida de votos del gobierno en las elecciones legislativas del año pasado, algunos la atribuyen a los efectos de la pandemia y otros a la crisis de ingresos y distribución. ¿Qué piensa?

—En ciencias sociales no hay un sólo factor. Hay un conjunto de factores. Cuando nació, este gobierno prometió varias cosas. Lo primero, la unidad, y no la cumplió, con una interna a cielo abierto. En segundo lugar, dijo “vamos a volver mejores”: algunos piensan que sí, otros que no. También prometió encender la economía pero los mecheros no se encendieron, entre otras cosas, porque hubo factores externos, como la pandemia y después la guerra entre Rusia y Ucrania, con las cotizaciones de los commodities, granos, gas, petróleo, en ascenso.

—A menos de un año para las elecciones presidenciales, hay una pulverización en el ambiente que busca dar como ganador a Juntos por el Cambio. ¿El oficialismo puede llegar con posibilidades de ser reelecto, pese a una inflación que cerrará el año en cien puntos y se proyecta en sesenta puntos para 2023? 

—Juntos por el Cambio tampoco puede festejar mucho. Hoy hay una zona de empate técnico entre las dos grandes coaliciones. A Juntos por el Cambio le salió una competencia que se llama Javier Milei, de Libertad Avanza. Milei está creciendo, amplió su espectro etario de sostén, que primero era gente joven y ahora hay de todas las edades. Dejó de ser sólo un fenómeno porteño para crecer en las provincias. Habla de la casta política y se presenta como distinto. Por el momento, no supera los veinte puntos y ese parece ser su techo. Son votos de derecha. Juntos por el Cambio espera las Paso para ordenar y trabajar ese voto hacia las generales con la idea de forzar un balotaje, con la sumatoria de Milei. Si no cambia el escenario económico, la oposición de Juntos llegaría a las elecciones 2023 mejor posicionada que el oficialismo. Pero habrá que ver. 

—¿Qué necesita el Frente de Todos para que esto no suceda?

—El Frente de Todos requiere dos condiciones, una necesaria y otra suficiente, pero sumadas y a la vez. Lo necesario es la unidad, si no es imposible. Nadie quiere romper, se pueden decir muchas cosas, pero en política todo se arregla, todo lo que se dobla no se rompe. Hasta Cristina lo dijo, y dijo que hace falta algo más que la unidad, bucear en otros sectores de centro o de izquierda que estén dando vueltas, radicales enojados con los radicales de Juntos por el Cambio, socialistas enojados porque su partido terminó en la derecha. Segunda condición: el éxito económico del plan Massa. Bajar la inflación y resolver el tema salarios e ingresos, que le permita a sectores medios tener mayor capacidad de consumo. Y al mismo tiempo ordenar la macroeconomía y acumular más dólares. Estos son los desafíos.

—Igual tiene el condicionante del acuerdo con el FMI por la deuda macrista.

—Sin dudas. El Fondo fija las pautas macroeconómicas de la Argentina.

—¿Se vislumbra un escenario de polarización o más bien de disgregación hacia 2023?

—Hay cierta polarización todavía, pero todo depende de si juegan Cristina y Macri. También va a depender de lo que pase con los radicales y si el peronismo puede conservar la unidad. Hay que ver si el Frente de Todos logra armar esa mesa de conducción donde se sienten los principales protagonistas.

—Máximo Kirchner opinó que si Alberto, siendo presidente, va a unas Paso, terminaría más debilitado.

—Puede ser. El presidente piensa que si hay levantada económica su figura se puede revitalizar, aunque en ese caso también la de Massa. Vamos a una elección en la que el escenario todavía no está todo cerrado. Hoy la ventaja la tiene la derecha, sumando Juntos y Milei. Pero qué puede pasar si aparece con mayor fuerza una ancha avenida del medio. Veremos.    

—La centralidad política de Cristina es evidente y crece la expectativa por una candidatura presidencial. ¿Juega a su favor el triunfo de Lula en Brasil?

—Cristina todavía no dijo que va a ser candidata, dijo que estaba para ayudar y dejó una puerta abierta. Máximo Kirchner viene diciendo que Cristina no va a ser candidata. Podría ser candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires como para impulsar la boleta oficialista, como plan B, abroquelarse y esperar a 2027. En caso de que la economía no prospere, es muy difícil que el Frente de Todos tenga chances de ganar. El triunfo de Lula provocó un efecto, sin dudas. Lo que pasa es que Lula es opositor y ganó criticando las políticas de Bolsonaro. En cambio, Cristina es oficialista, critica desde adentro, pero es difícil conjugar las dos cosas, porque tenés que criticar a la misma coalición que necesitás para ganar. A Cristina sola no le alcanza y ella es consciente de esto. Lo mismo Macri. De alguna u otra manera hay un llamado a la unidad amplia, para tener competitividad en 2023.

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