El rap como vehículo para contar historias. El arte como experiencia de base. Desde la comunidad Qom de Rouillón y Aborígenes Argentinos, vibrando en la frecuencia del freestyle, los pibes del BT Crew cantan la posta. Se organizan y hacen música de manera colectiva. El oficio, la práctica y el músculo. Quien quiera oír que oiga.

Un grupo de pibes del barrio Toba de Rouillón y Aborígenes Argentinos forma una ronda improvisada al calor de una ciudad caliente: la temperatura trepa los 36 grados y en un rato, mientras los jóvenes estén rapeando arriba del escenario del Galpón 11, a unos nueve kilómetros asesinarán a Valentín Solís y Eric Galliz, de catorce y quince años, en el Fonavi de Rouillón y Seguí. En la escena del doble crimen se recolectarán 16 vainas servidas calibre 9 milímetros. El ruido de las balas pasaron a formar parte del paisaje sonoro de muchos barrios populares de Rosario. Por eso no sorprende que en la gran mayoría de las canciones también esté presente el ruido de las balas.

La ronda espontánea es para ponerse de acuerdo sobre lo que pasará un ratito después arriba del escenario: afinan detalles, concentran, repasan algunos pasajes de la canción grupal que grabaron ayer en un estudio y que hoy presentarán en vivo en el marco de la 2° Hiphopiada, muestra anual municipal que reúne a diversos grupos de jóvenes que se organizan alrededor del hip hop en las barriadas de Rosario. Los pibes que rondan son del BT Crew de zona oeste. 

«Mi nombre es Cristian Romero, tengo veintitrés años y soy freestyler». En el mundo del rap hay distintos formatos y estilos. Uno de los estilos es el rap de calle. Eso es lo que empezó escuchando Cristian, inicialmente identificado con FA Fuerte Apache. En 2017 empezó a tirar unos freestyle pero lo hacía en soledad y a escondidas. La vergüenza cerraba filas y lo que Cristian improvisaba rebotaba en las paredes de su casa. El giro de la historia se dio cuando Brian Quintana, un compañero suyo que hoy sigue a su lado, lo fue a buscar a la casa. «Eh, loco, ¿vos hacés freestaler?», lo interpeló. Al día de hoy Cristian sigue sin saber cómo es que Brian se enteró de la pasión que practicaba puertas adentro, pero lo cierto es que esa invitación fue el germen de algo mucho más grande.

«Ellos me sacaron, fuimos a la plaza y freestaleamos. Éramos tres y nos juntábamos a rapear en la casa de un compañero». Cristian admite que al principio era medio malo pero que después fue mejorando. Práctica, ejercicio, músculo. Práctica, ejercicio, músculo. “Mejoramos calidad para poder arrancar al año siguiente en la plaza sin trabarnos con las rimas”. Probablemente sea cierto aquello que dice la canción de Carlos Solari sobre que Dios no está en los detalles de hoy. Como en cada historia de organización, lo que ocurrió no fue algo divino. El viento de la pasión (y el infalible boca a boca) los fue amontonando. Los tres iniciadores se cruzaron con otros tres raperos que se juntaban en una cancha del barrio. Ya eran seis. Y los seis fueron nueve. Y los nueve, dieciséis.

El grupo que formaron en la comunidad aborigen de Rouillón al fondo se llama BOU (Barrio Originario Underground) Freestyler Oficial. En 2018 crearon una competencia propia y se empezaron a juntar todos los lunes y jueves en el playón del barrio. Al principio hacían freestyle, pero después se les ocurrió que podían batallar entre ellos. Primero era sólo entre locales pero a medida que se fue corriendo la voz, empezaron a llegar de otros barrios. Ese año hubo alrededor de veintiséis competidores. Si bien en el grupo hoy son dieciséis personas, el hecho de que todos puedan estar depende de los laburos.

Por el micrófono avisan que está por empezar la muestra. En la cultura del hip hop, cada rapero tiene su a.k.a. (del inglés «Also Known As» que traducido al español significa «también conocido como»). Es la manera en que se identifican los artistas. El a.k.a. de Cristian es CMRT. Cuando sea su turno, subirá al escenario y cantará algunos deseos:

Como quisiera tener un barrio donde las calles ya no tengan más baches,
como quisiera que el pueblo se una y seamos uno,
como quisiera que ayudemos al tipo que está sin laburo,
quisiera un plato decente pero siempre es el mismo guiso de menudos,
a menudo quiero rapear pero a veces se me hace algo duro.
Quisiera que en el escenario de mi barrio haya una placita al lado para que el niño de los pueblos originarios venga y nos escuche mientras se está hamacando.
Quisiera que no se escuchen esos disparos al azar.
Yo quiero ir al centro a pasear y que el resto no me mire diferente.
Siempre suele pasar que cuando salgo a pasear me ven y se cambian a la vereda de enfrente.
Yo no quiero que me vean como un delincuente, si al fin y al cabo en este planeta somos todos sobrevivientes.
Quisiera que el abuso de autoridad policial ya no aparezca más en esta gente linda.     

***

«Ahora sí, arrancamos con todo el flow», anuncia desde arriba del escenario Marcelo Torres, integrante de Sur Productora, un proyecto de comunicación surgido desde las entrañas de Las Flores. Camino a conformarse como cooperativa, este grupo de jóvenes tiene doble tarea en la Hiphopiada: conducir el evento –Marcelo hace dupla con Micaela Gómez– y registrar fotográficamente todo lo que sucede, tanto arriba como abajo del escenario.

Los pibes de Hip Hop DTC de zona oeste rompen el hielo en una jornada de un calor abrazador con alerta amarilla por las altas temperaturas. “Esta canción la hicimos por todo lo que está pasando acá con el tema de los humedales, y vamos a batir la posta loco”, anuncian mientras instalan un estribillo pegadizo y poderoso: 

No sabía que la vida tiene un precio,
El incendio se desata adentro mío,
Los políticos hacen gala en el silencio,
Y el llanto se transforma como un río. 

La estrofa se va repitiendo como un mantra, y entre estribillo y estribillo, los pibes van rapeando:

En la tele hasta los conductores están comprados,
Vamos a luchar, no nos vamos a quedar callados,
Capitalistas mercenarios vende humo,
Tienen los bolsillos llenos y la pobreza sigue avanzando,
Balas de goma y disparos para la gente,
Cacerolazo al Estado.

Que la protesta suene en todas partes

KRS-One, rapero integrante del grupo Boogie Down Production, dijo una frase que se volvió muy popular dentro de la cultura hip hop: ´Rap es algo que haces, hip-hop es algo que vives´. Leonardo Muñoz, tallerista del BT (barrio Toba) Crew (grupo de amigos de una misma banda), vive y respira hip hop. Tiene veintitrés años y desde los dieciocho trabaja como profesor en distintos talleres de rap de la ciudad. Lo siente como una responsabilidad y al mismo tiempo como un privilegio. Lo disfruta. Lo que en un principio era un hobby hoy se volvió una forma de vida. Si bien hace otras changas, este año logró que la mayoría de sus ingresos sean a partir de la música, el arte, el rap. Sabe que el hecho de que actualmente pueda vivir de lo que le apasiona es fruto de la lucha, la insistencia y la autogestión.

«De chiquito me gustaba mucho la lengua, la palabra. A los doce o trece años me re surgió todo eso. Conocí algunos raperos de México por Youtube. Y después conocí a un pibe que se llama Código, de Rosario, que vivía cerca de mi casa. Lo conocí y dije «este pibe rapea»». En esa frase Leonardo vio una posibilidad. Y hacia ahí fue. “Siempre trato de transmitir el mensaje como a mí me lo transmitieron, de una forma re humana. Los pibes y las pibas comprenden eso y se genera esa esencia”.

Leonardo (su a.k.a. es Leitoh) vive en zona sur y semanalmente recorre muchos kilómetros para llegar a los cuatro talleres que coordina: uno en la Unidad 3, otro en el Laboratorio de Hip Hop de Distrito Siete, otro en Nuevo Alberdi y el taller del barrio Toba, al cual lo convocaron en 2021. “Conocí a los pibes y me pareció alta propuesta”, dice Leitoh. Habla de la potencia que tienen los pibes y las pibas que habitan un barrio con una realidad muy cruda. “Básicamente no tienen ni agua potable. Hay pibes del barrio que no conocen el centro. Muchos están con el poxiran, mucha droga, mucho suicidio. Y tienen mucho para hablar y para decir. Entonces, como tallerista la propuesta me cerró por todos lados”. 

Leitoh se refiere a la importancia de los talleres culturales. Dice que en el BT crew charlan y que de esos intercambios salen distintas cosas, que los jóvenes se descargan con las letras, que es muy libre la planificación que él realiza, que el año pasado hicieron muchísimas cosas, que si bien en este caso son talleres de rap suceden cosas parecidas con la cumbia que tiene las mismas estructuras, las mismas técnicas y el mismo tempo. Dice que es la música y la cultura en general. “Siempre transmitimos los mismos valores. A lo largo del año los vas conociendo. Generamos un grupo de contención y cuando eso pasa se empiezan a soltar”.

El taller de rap del BT Crew se desarrolla en el SUM del Centro de Salud Toba, en la calle Tareguec 4320. Luciana Regenhardt es psicóloga y trabaja en el Centro de Salud, al igual que Brenda Giusto, médica generalista. Ellas dos acompañan el taller que coordina Leonardo, además de Luciano Corvalán y Santiago Yañez que son productores musicales y que también participan de este espacio taller del Nueva Oportunidad. “Ellos son los artistas, nosotros lo que hacemos es acompañar y darle un formato de taller para encauzar cosas, por ejemplo, de la escritura”, cuenta Luciana, mientras aclara que “hace añares ellos hacen freestyle, improvisan, pero costaba mucho la escritura, plasmar eso en un papel”.

La pandemia de Covid-19 arrasó con muchas cosas. En el barrio Toba de Rouillón no quedó en pie ninguno de los talleres que se venían desarrollando. En ese contexto surgió el taller de rap del BT Crew. “La manera de llegar a los jóvenes era a través de algún lenguaje artístico”, reconstruye Luciana. “Fue convocar a lo que estaba sucediendo y encauzar”. Recuerda que cuando empezaron con el taller, les preguntaron a los jóvenes qué expectativa tenían, partiendo de la base de que el saber del freestyle ya lo tenían. “Nos dijeron que buscaban, entre otras cosas, visibilizarse, que los conocieran fuera del barrio. Ellos hacían cruces de batallas entre pibes y pibas de distintos barrios pero no en eventos masivos”.

Un cypher es una colaboración espontánea de distintos freestylers o raperos que improvisan. Así empezó la canción de protesta que armaron colectivamente en el taller. Arrancó de manera improvisada y después la plasmaron en el lenguaje escrito. Recompone Luciana: “Ellos traían historias del barrio, cuestiones de violencia institucional, de género, violencia inter familiar. Ahí salió hacer algo con el barrio y la protesta. Empezó cada uno a hace una partecita. Ayer grabaron y hoy lo presentan en vivo”. Momentos antes de que los pibes suban al escenario, Luciana recibe en su celular un mensaje que avisa del doble homicidio de Valentín y Eric en el fonavi de Rouillón y Seguí.

«Llega el turno del BT Crew» anuncian lxs conductorxs de la jornada. Los pibes se presentan: «El BT Crew de zona oeste, acá presente. Les vamos a cantar un tema de protesta».

Me pongo la capucha,
con el arte,
siempre vamos para delante,
si no se escucha,
vamo a darle,
que la protesta suene en todas partes.
Somos pueblo,
somos arte,
siempre vamos para delante,
si no se escucha,
vamo a darle,
que la protesta suene en todas partes.

Broder (Francisco Peña) está arriba del escenario junto a su crew. Sus treinta y dos años los vivió en el barrio y dice que trata de que en su música se refleje su gente. Su forma de entrada al hip hop fue mirando batallas de freestyle de Venezuela. Era 2009 y todavía no pensaba que podía seguir el camino que lo llevó a que hoy esté arriba del escenario bajo la atenta mirada de la fotógrafa de Sur Productora. Empezó a averiguar, a meterse, a bucear en las redes. Y pasaron los años. Y conoció otras competencias. Y empezó a improvisar, a tirar rimas. No le fue fácil. Pero insistió.  

“Mayormente trato de escribir letras de experiencias que me hayan pasado, o viendo a través del barrio y lo que la gente va viviendo en la zona. Lo que pasa en Rosario, en Argentina, en el mundo. Enfocarme en lo que es la cultura nuestra”. Cuando Broder piensa en Rosario, dice que aunque nunca fue una ciudad tranquila en los últimos tiempos “está más jodida que nunca”. “Reflejamos nuestra música en eso, tratando de llevar un mensaje positivo a la gente, que tomen conciencia de lo que pasa en Rosario”. Broder rapea su parte de la canción grupal:

Sale el Broder a la cancha con la diez
alguien tenía que hacer el trabajo sucio de una vez
me dicen que tengo que hablarle de protesta al juez
yo protesto que ni con dos trabajos llego al puto mes
Somos negros que crecimos sin amor y sin caricias
en un mundo rodeado de gente con malicia
en un sistema impulsado por la codicia
donde todos son corruptos y se vende la justicia
Por eso me etiquetaron de persona inestable
dejándome tirado logré hacer un rap inoxidable
sin tener plata ni lujo tengo el rap más envidiable
y eso que crecí en un barrio sin agua potable
Cuando dicen protesta creo que el deber me llama
solo vemos robos y muerte a la vuelta de la manzana
no es que me queje y sea adicto al drama
solo pido que el cole entre a mi barrio de madrugada.

Navegar en la pista

Pablo Gonzalo Cuellar y su primo Julián charlan en la plaza del barrio un sábado cualquiera. A la noche Pablo se irá de caravana y al otro día lo despertará su mamá avisándole que mataron a su primo Julián. Le pegaron dos tiros y lo dejaron tirado en la esquina de su casa. Cuando se enteró, Pablo lloró. Como ya estaba relacionado con el rap, transformó el dolor en música. “Yo digo que el que me inspiró fue él”. Escribió una canción en su honor y la tituló ´2020´. La primera vez que la cantó fue en la esquina del barrio. A partir de ahí, lo invitaron a sumarse a la tribu. “Conocimos un taller que había en el SUM y nos juntamos todos ahí. Empezamos a sacar canciones grupalmente. Gracias a nuestro taller podemos mostrar nuestro rap en distintos barrios. En esta muestra es la segunda vez que estamos”. 

Trajes frase sin censura
soy la Argentina y sus noches más oscuras
Lo mío perdura, bien real, no figura
yo represento la cultura pura
rapeando sobre un boom bap, mi futuro se asegura
A estas alturas improvisar en calles y parques
se volvió mi arte y cura
Lo que rapeo suena una locura
Estudia y trabaja, que la vida de pobre es muy dura
Es el mejor consejo de los padres sin duda alguna

Después de la canción grupal, algunos pibes del BT Crew harán intervenciones solistas. Pablo cantará y bailará haciendo pequeños saltitos coordinados hacia un lado y hacia el otro. Se moverá con soltura. Estará contento arriba del escenario. Transmitirá esa alegría hacia abajo: hará cantar y bailar a la gente. ´Préndelo, préndelo´, repetirá al ritmo de los contratiempos de la pista. Dos saltitos hacia la derecha, dos saltitos hacia la izquierda. Abajo acompañarán con palmas y todo será una fiesta.

***

Leonel Santiago Saravia es el benjamín del grupo. Tiene trece años y se sumó el año pasado cuando lo invitaron. “Me gusta freestalear, rapear. Vamos lunes y jueves a la plaza, la pasamos bien”.

Renzo (18) empezó escuchando a Ramón Luis Ayala Rodríguez, más conocido como Daddy Yankee, cuando tenía cinco años. Su hermano mayor estaba en el rap pero a él no le llamaba la atención. Hasta que fue conociendo un poco más, se fue acercando y empezó a observar cómo rapeaba su hermano. En un momento dijo: ´Yo lo voy a hacer, me gusta´. Tenía doce años y se acercó al playón. Le dijeron que rapeara pero no se animó. Cuatro días después volvió. Y desde ese momento se metió por completo en el mundo del hip hop. “Me gusta el rap conciencia. Me gusta navegar en la pista, tirar flow. Vas acompañando a la pista o la pista te acompaña a vos. Tirás palabras. Hablás del barrio”.

Suicho, al igual que Leitoh, es tallerista de rap y como artista ya tiene un recorrido largo en la escena local. Desde la comunidad Qom de Los Pumitas, en Empalme Graneros, cuenta y canta su verdad, su versión, su experiencia. “Creo que detrás de cada pibe hay una historia que necesita ser contada. La cultura rescata, ¿no?”, pregunta desde el escenario. “A mí me rescató una noche perdido en la esquina, mambeado, y no puedo creer que esté parado acá contando lo que pasé. Creo que eso es suficiente. Estamos en Los Pumas, en Empalme Graneros, haciendo talleres de escritura y un poco de freestyle también. Hay que seguir adelante, vamos a ver si me sale una a capela”.

Mi padre es el sol, mi madre es la luna y el planeta Tierra es mi cuna. Contando todo lo que pasa, la vida es una hermosura. Contando todo lo que pasa siento que muchas veces algo me apresura. La vida una locura, aun así tirando todo lo que pasa en cada escritura libero mi alma, siempre contando todo lo que pasa encuentro la calma. En el barrio se escuchan disparos, aun así quiero tirar todo lo que veo a diario. Esto no lo pasan en la tele ni en los diarios. Yo veo muchos guachos jugando a ser sicarios, creo que no es necesario. La vida está arriba de un escenario, contando lo que se vive. Esto va por la mama, ellas saben de freestyle porque de la nada sacan un plato de comida en la mesa. Es una certeza, yo lo creo así. Con los pibes del BT Crew muchas cosas yo pasé. Siento que me trabo pero es normal, contando todo lo que pasa en el lugar. Quiero tantas cosas expresar que me puedo trabar, porque cuando las emociones aguantan no puedo ni siquiera hablar. Ahora quiero improvisar un toque en mi idioma…

Antes de subir al escenario para compartir su música, Leitoh no duda frente a la pregunta de quién resistirá cuando el arte ataque: “Nadie, todos se van a opacar de arte. Todos necesitamos arte”.

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