El compositor local LauchaBass publicó Transas, el corte de lo que será su segundo disco en el que se mete de lleno en el paisaje de violencias físicas y económicas que asolan la región.

Lautaro Ciccarelli es el nombre detrás de LauchaBass. Se crió toda la vida en las calles de la ciudad de Villa Gobernador Gálvez pero vive en Rosario desde hace 8 años. Es músico, toca principalmente el bajo eléctrico y le encanta componer canciones, siempre en torno al Hip Hop.

Tocó en diferentes bandas de Rosario como Inmanente y Humoseller y en 2021 editó su primer álbum solista, La Noche, ya con la firma de LauchaBass. Actualmente también tiene participación en las bandas J-Fet Underground y Toba.

Lautaro cuenta que creció “cantando canciones melódicas de Nino Bravo, Camilo Sesto y los Iracundos junto a mi viejo”. Las influencias de lo que ofrecía la cultura masiva, le llegaron como a todo joven que transitó los 80 y 90. “Me encantaba vestirme como Michael Jackson y tirar caminatas lunares por todo el comedor. Fue más en la secundaria cuando en la misma cuadra donde vivía, mi vecino, amigo y profesor de la escuela, Leo Labedzki, abrió una sala de ensayo y allí conocí el rock”. Entonces se hizo fanático de Pink Floyd. “Quería ser como Roger Waters porque me llegaba mucho la música y el mensaje de sus canciones, por eso al toque me compré un bajo”, recuerda.

En aquella sala de ensayo a la que concurría conoció a varias bandas e hizo amistad con Juan Pablo Mariño, “Él es mi maestro jedi del bajo eléctrico hasta el día de hoy. En ese camino conocí a Diego Bosch, quien me enseñó todo sobre el rap y también produjo mi primer disco solista”.

LauchaBass viene de una “familia acomodada”, pero creció en una ciudad “muy desigual”. “Viví en carne propia cómo los pibes con los que jugaba a la pelota o a las bolitas en la infancia, crecieron y frente a las faltas de posibilidades terminaban saliendo de caño para llevar un plato de comida a la casa o vendiendo falopa para, al menos por un rato, tener un buen pasar”. En ese momento fue cuando Lautaro logró asomarse a la conciencia social “obvio que a la par leí Marx y conocí la historia del Che y de Perón. Podría haber seguido mi legado familiar y ser cómo Ricky Fort pero decidí tirarme de cabeza al fango y luchar mediante mi música, por un mundo mejor, más igualitario”.

En su música se mete de lleno con problemáticas que moldean la sociedad. “Mis letras no son finas, todo lo contrario, busco lo explícito para desenmascarar a los que verdaderamente tienen el poder y mientras ellos toman champán y operan contra los que tienen buenas intenciones, un pueblo sufre”.

Zink, la primera canción de su próximo disco, la publicó a mediados del 2022 y cuenta con la colaboración de Fausto Di Lucía, su vecino de toda la vida y compañero en la escuela técnica Gomara a la que asistió. Fausto ya había aportado lo suyo en el primer disco de LauchaBass. “Nuestra amistad se profundiza cuando empezamos a flashear que teníamos qué hacer música contra los poderosos”, comenta Lautaro.

En el medio hizo una sesión en vivo ejecutando, en compañía de Nati Galasso y Seba Mionis, tres de las canciones incluídas en La Noche. “Nos conocemos de haber tocado juntos en Inmanente, que fue la banda que nos hizo artistas y nos abrió la cabeza para hacer nuestras propias canciones. Cuando tuve que armar la banda para tocar como LauchaBass, fueron los primeros que convoqué para que me acompañen”.

Emi Romero fue quien se encargó de producir y mezclar Transas, Lautaro lo conoce de cuando Emi tocaba en Lima Sur, “siempre lo admiré por la cabeza musical que tiene y porque es un genio tocando el piano. Cuando me enteré que había empezado a trabajar como productor, lo llamé para grabar el segundo disco de mi proyecto”.

La masterización estuvo en manos de Dani Pérez que Lautaro considera “una eminencia del audio en todo Rosario”, de allí que no dudó un segundo en trabajar con él para que sus canciones “tengan ese punch de audio mas pro que todos los músicos buscamos”.

En la canción Lautaro pone foco en “todas las transas que existen detrás del negocio de la droga. El último eslabón de la pirámide son los pibes que venden por necesidad o tienen que salir a la calle de sicarios pero arriba de ellos hay un aparato formado por abogados, contadores, financistas, empresarios, jueces y políticos que hacen sus diferencias económicas en un negocio ilegal pero redondo a base de gatillo, consumo y sangre”.

En esa realidad que se lleva vidas cotidianamente cuesta ver alguna esperanza. Lautaro cree que “lo principal es llevar a cabo políticas públicas para abordar el consumo de sustancias, creo que ahí también entra la legalidad. Es muy difícil, pero pienso que es mejor que esté en manos del Estado y no de mafias”. Pero lo principal, a su entender, es “luchar por un modelo de país productivo y económicamente viable con un estado presente para que todos y todas tengan las mismas posibilidades de crecer y desarrollarse en la vida. Tengo esperanza porque es la inspiración en esta lucha que llevo a cabo desde el arte”.

Para el rodaje del videoclip, que ya puede verse en Youtube, Lautaro contó con la ayuda de Román Virgil, quien estuvo a cargo del video y la edición y “supo entender a la perfección” lo que el compositor tenía en la cabeza.

La idea del video parte de ese mismo arte de denuncia que curte Lautaro. “Dos semanas antes de rodarlo, hubo una balacera contra la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez. A partir de ahí pensé en recrear el momento de un vecino asustado por escuchar las noticias de balaceras en la radio hasta que ocurre un hecho de esa índole frente a su ventana. 

A partir de allí fuimos en la búsqueda tradicional de videoclips de hip hop buscando locaciones clave del barrio, donde sucedió todo”.

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