Un repaso por las exposiciones que se pudieron ver en 2022 en algunos de los espacios de la ciudad de Rosario y que funcionaron como culminación de un ciclo o como una transición según el caso.

El 2022 fue un año en que la actividad cultural se fue retomando y ampliando después del letargo que supuso la pandemia. De hecho, el encierro provocado por la crisis sanitaria tendrá su impacto en muchos de los proyectos que veremos a continuación. Este es un repaso, incompleto, sobre algunas de las muestras que dieron cierre de año a los espacios de arte de Rosario. Muestras que funcionaron como culminación de un ciclo o como una transición según el caso.

Gabelich Contemporáneo cerró el año con “Cuando veo en lo oscuro me elevo como un animal de infinito amor”, de Flor Meyer. Una muestra que reunió piezas de cerámica y dibujos sobre tela y papel. Obras en cuya superficie predominan las líneas curvas, las formas vegetales y las tonalidades grises. Escenarios plagados de seres que brotan de la claridad del fondo y se pierden en una maraña de ramas, hojas y flores. La muestra continuará hasta fin de febrero aunque la galería permanecerá cerrada las tres primeras semanas de enero.

La última muestra en la galería Diego Obligado fue  “Fantasmas: Once fotos y un óleo”, de Román Vitali. En ella, un archivo de fotografías familiares se transforma en una serie de obras construidas con cuentas acrílicas de colores enhebradas y organizadas al modo de una imagen pixelada. Se trata de un grupo de piezas rectangulares que adquieren corporeidad, desbordan el plano e invaden poco a poco el espacio de la sala como si despertaran lentamente de un sueño. El color, producto de la modificación digital de las fotos originales, toma protagonismo. Las obras invitan al público a alejarse y acercarse para recomponer las formas difusas. Una acción que funciona como señalamiento del carácter situado y condicionado que toda mirada implica. Durante enero, la galería Diego Obligado permanecerá cerrada pero retomará sus actividades en febrero.

Las últimas muestras del año en Estudio G fueron “1059 días”, de Georgina Ricci, y “El amor”, de Yasmín Welli (Dragón de Tierra).

La propuesta de Georgina Ricci funciona casi como un diario de objetos con los que la artista convivió durante el encierro que provocó la expansión de COVID-19. De hecho la cantidad de días a los que alude el título son los que transcurrieron desde el momento inmediatamente anterior al confinamiento y la inauguración de la muestra. “1059 días” es un espacio de estampas de momentos concretos, con guiños a la taxonomía propia de los museos y a los mobiliarios y materiales que son huellas de acciones o que las evocan. Sus paralelogramos hechos de varillas de metal que se insertan en el espacio de la sala y su video con frases pausadas despliegan posibilidades, vínculos y relaciones que suman niveles de lecturas posibles y continuos guiños a su producción anterior.

Por otro lado, Yazmin Weli (Dragón de Tierra) ocupa el Espacio Vitrina. Yazmin toma el poema El amor, de la autora uruguaya Idea Vilariño, y lo vuelve una cortina de pulseras de plata y cobre que brillan sobre un paño negro. Cada pieza contiene un verso individual que está a la venta al público, un gesto que hace que la obra se disperse y, al mismo tiempo, continúe simbólicamente unida. 

Entre el 15 de enero y el 15 de febrero la galería permanecerá cerrada.

Subsuelo culminó el 2022 con dos muestras: “Entre el pasado y el presente”, de Emilio Ghilioni con curaduría de Guillermo Fantoni, y “Priorities”, de César Baracca con curaduría de Sabrina Carletti.

“Entre el pasado y el presente”, reúne dibujos de la última etapa del pintor rosarino: un conjunto de piezas que funciona como un juego de cajas chinas, llena de compartimentos y cajoncitos. La muestra da cuenta de diversos momentos de su propia producción, sus influencias y sus obsesiones. En estos trabajos el pintor se repliega insistentemente sobre su historia personal y artística, recreando momentos e imágenes de honda significación. Una estructura ortogonal articula la imagen y da sostén a paisajes, naturalezas muertas y composiciones abstractas que se combinan y multiplican.

“Priorities”, de César Baracca, es una instalación que se sirve de un conjunto de tubos de cartón de papel higiénico intervenidos y montados sobre soportes. Cada uno de ellos cuenta con su diseño particular. Para crear estas obras el artista utilizó joyas de plástico baratas, que paradójicamente invistió a los rollos un carácter de lujo y ostentación.

Subsuelo cerrará al público durante el mes de enero.

Crudo, la galería dirigida por Yuyo Gardiol y Fepi Farina, tuvo su cierre con “Imagen Regresiva”, una muestra de Hernán Camoletto y Luis Rodriguez que contó con curaduría de Florencia Batitti. En la sala principal se aprecia la sutileza de motivos monocromos sobre papeles transparentes y la presencia de la palabra escrita en la obra de Camoletto. A esto se suma, entre otras cosas, la duplicación de floreros que, como un motivo recurrente en la historia del arte, hace eco del pasado. Duplicaciones y fragmentaciones que también aparecen en los trozos geométricos de espejos que construyen las obras de Luis Rodriguez. Luis parece construir una nueva sintaxis que no excluye la sensibilidad y el aspecto lúdico.

Durante el mes de enero la galería estará cerrada.

Desmayo, la galería que lleva adelante Mauro Guzmán, cerró sus puertas con “Relato Abstracto”, del reconocido artista Rodolfo Perassi. En estos objetos-pinturas de borde irregular las superficies corpóreas cambian gradualmente y diseminan patrones complejos. La historia del arte, con énfasis en el legado local y entendida simultáneamente como tradición y ruptura, hace su acto de presencia. Esta tensión, propia del linaje del modernismo, se resuelve en figuras sinuosas y orgánicas que se asemejan a seres microscópicos en plena actividad.

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