El encuentro de referentes de movimientos populares que se hizo en paralelo a la cumbre oficial abrió un nuevo intento de impulsar “por abajo” el difícil camino de unidad continental que se pretende reiniciar.

Que el escenario haya sido el Museo de Malvinas y el primer orador el director de la entidad y ex combatiente Edgardo Esteban, que se haya evocado tupido aquellas jornadas del “Alca, al carajo”, que se haya asumido que la unidad de los movimientos populares es vital, que haya estado un líder de la talla de Evo Morales, son datos que dan para ilusionarse con el desempeño que pueda tener la flamante Celac Social en el Mundial geopolítico en plena disputa. A la vez, al cabo de las jornadas del lunes y martes pasados queda claro que se trata de un equipo en formación, que ya no cuenta con dos de sus principales referentes de aquel triunfazo en la IV Cumbre de las Américas de 2005 en Mar del Plata, como lo fueron Hugo Chávez y Néstor Kirchner; y que desde entonces hasta acá pasó bajo el puente mucha agua podrida que cuesta muchísimo limpiar y todavía no deja de correr, tal como lo demuestran las situaciones en Perú y Brasil, que también se remarcaron en todos los discursos.

Tras el arranque malvinizador de Esteban, los oradores de la apertura del plenario fueron el canciller venezolano Yván Gil, la intendenta de Montevideo Carolina Cosse, los dirigentes sindicales locales Hugo Cachorro Godoy (CTA Autónoma), Roberto Baradel (CTA de los Trabajadores) y Guillermo Zuccotti (CGT), el referente de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (Utep) Gildo Onorato, Evo Morales, la secretaria ejecutiva del Foro de San Pablo Mónica Valente, la hondureña Zaira Reece, de la Confederación Sindical de las Américas (CSA) y la referente boliviana Flora Aguilar, de la Bartolina Sisa.

Junto con la evocación del no al Alca y los repudios y expresiones de preocupación por la represión golpista en Perú y las asonadas contra el gobierno de Lula en Brasil, otro eje común en las intervenciones fue la reivindicación de un mayor protagonismo de los “movimientos sociales” en el proceso de relanzamiento “oficial” del organismo que también se inició en Buenos Aires con la cumbre del martes 24.

En ese sentido, Evo celebró el encuentro de presidentes, cancilleres y funcionarios. “Querían que la Celac muera”, remarcó, tras relatar que “cuidar” ese espacio fue una recomendación que le hizo no mucho antes de fallecer el líder cubano Fidel Castro. Al mismo tiempo, realzó la importancia de la pata “social” como garantía de continuidad en la búsqueda de integración, más allá de las coyunturas. “Pueden volver los gobiernos de derecha, pero los movimientos sociales nunca vamos a morir”, enfatizó, para advertir después que “cuando el imperio entra en decadencia o pierde hegemonía apela a la violencia, con sus bases militares”, por lo que uno de los desafíos es “pensar seriamente nuestra propia doctrina de defensa territorial continental para derrotar cualquier injerencia imperial”.

En cuanto a la necesidad de la “unidad”, sus reivindicaciones fueron acompañadas por llamados a asumir las dificultades para construirla “en la región más desigual del mundo” y en un marco de complejidades de época y ataques constantes del poder comunicacional hegemónico, que generan falsos ejes de debate y divisiones evitables.

Al respecto, la declaración surgida del encuentro y entregada a los asistentes a la Cumbre oficial demanda “la creación de un ámbito para la elaboración de estrategias comunicacionales conjuntas, que no sólo permitan formular políticas y desarrollar actividades frente a las noticias falsas (fake news), y las propias acciones de las grandes corporaciones de medios con un claro sentido de dominación, sino que también refleje y exprese el bagaje cultural latinoamericano, las experiencias organizativas, las luchas populares, las historias de resistencia, la vida cotidiana de los pueblos”.

La vida cotidiana de los pueblos, claro, no está fácil; y las operaciones mediáticas no cesan ni respetan investidura alguna, como volvió a quedar demostrado casi al mismo tiempo que se realizaban las cumbres de la Celac con la manipulación de declaraciones del Papa Francisco a una agencia de noticias internacional, presentadas como una crítica a la actual política económica, cuando en realidad fueron una referencia en términos históricos y en el marco de un análisis sobre diversas problemáticas sociales del continente americano, al cabo de las cuales se le pidió una mención sobre la situación en la Argentina, que tuvo la siguiente respuesta: “Argentina, en este momento no hago política. Leo los datos. Tienen un nivel de inflación impresionante. En el año 55 usted no había nacido en el año 55, cuando terminé mi escuela secundaria, el nivel de pobreza de Argentina era del 5 por ciento. Hoy está en el 52, creo. ¿Qué pasó? ¿Qué pasó? Mala administración, malas políticas. No sé si usted sabe esa historia teológico cultural, que los ángeles custodios de los países se fueron a quejar a Dios y le dijeron a Dios: «Padre, tú fuiste injusto con nosotros, porque se van a enojar, eh, con esto, porque a cada uno de nuestros países le diste una riqueza: ganadería, agricultura, minería. Y a los argentinos les diste todo, todo. Tienen toda la riqueza», y dicen que Dios pensó un poco. «Pero para equilibrar, le di a los argentinos». Que no se enojen, es un chiste. Yo soy argentino, me río, pero algo de verdad hay. Por ahí no terminamos de llevar adelante nuestras cosas”.

Que ese párrafo haya motivado decenas de títulos que afirman que el Papa criticó la actual política económica nacional es apenas un ejemplo más de cómo operan los grandes medios. Que millones de personas incorporen ese título como un dato de la realidad es lo que desde la Celac Social se llama a revertir. Que el propio gobierno nacional haya mordido el anzuelo y “respondido” al Papa es algo muy difícil de entender. Y también una muestra de desde dónde se reinicia el camino de integración en favor de los pueblos planteado en los encuentros en Buenos Aires.

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