Jueves a la mañana, la vocera presidencial habla con la prensa en la Rosada, el militante peronista la escucha desde Rosario y coincide con ella en lo de que “la oposición y los medios corporativos quieren hacer creer que está todo mal”, pero no puede dejar de mascullar una puteada cuando el voceo pretende explicarle que en realidad está todo bien, o casi casi.
“Casi el 60 por ciento de la población pudo viajar en el verano”, tira como dato reafirmatorio de sus dichos la vocera, citando al revoleo títulos y estimaciones de una cámara empresaria y del mismísimo gran diario argentinopositor y pese a que horas antes el propio ministro de Economía y acólitos admitieran que sus expectativas de desacelerar la inflación se desinflaron. “¿En serio un gobierno peronista quiere que celebremos que el 40 por ciento no puede viajar ni a la esquina?”, farfulla el militante. “¿No se dan cuenta que acá hay más balaceras y velorios que viajecitos de vacaciones?”, se enrosca el compañero frentetodista mirando a la nada del barrio rosarino que trajina día a día.
Incluso donde la nada dejó paso al todo, o casi casi, como puede apreciarse en la empresa recuperada bonaerense en la que también hubo escucha militante de los voceos de la vocera del jueves pasado, la sensación de desamparo y desorientación es similar. Allí las carencias son muchas menos que en el barrio del militante rosarino, pero fueron las mismas cuando el trabajo dependía de patronales y “humores de mercado” y los militantes de la empresa recuperada de la pequeña ciudad bonaerense no van a andar olvidándose de eso, aunque en el caso de ellos las puteadas fluyan en otras preguntas, desde otras bases materiales y hacia horizontes concretos más cercanos a los horizontes simbólico ideológicos propios del militante peronista promedio.
También en la redacción de este periódico se discurre sobre la vocera y la oposición. Y ni hablar de lo que se habla sobre lo de “los medios corporativos” voceados por la vocera, ya sea para señalar sus estridencias opositoras, como para citar alguno de sus títulos como confirmación de lo bien que andan las cosas, según se dice desde la Rosada.
En estos días acá en la redacción las cosas no están tan mal como en el corazón de los barrios baleados circundantes, ni tan sólidas para proyectarse aún más como en la empresa recuperada allá a casi 700 kilómetros al sur. Lo que sí, igual que en el barrio, igual que en la fábrica, hay trabajo, hay militancia. Y suficientes como para –por lo menos– estar editando el número 600 de este periódico, este que usted lector, usted lectora, tiene entre manos y ojos; y que empezó a cumplir su papel en la calle en 1999.
Vaya si pasaron voceros presidenciales y figurones opositores desde entonces hasta acá. Mucho más efímeros ellos que los medios corporativos, cada vez más enroscados en los engranajes de todo un sistema económico y social hegemónico tampoco efímero. Poderosos ellos, pero no lo suficiente para que expresiones periodísticas y militantes como la de este periódico sucumban ante su voracidad.
Igual que en los barrios, que en las empresas recuperadas, que en las organizaciones sindicales y sociales comprometidas con sus comunidades, que en los organismos defensores de los derechos humanos, que en los movimientos propios de las nuevas dinámicas como el feminismo y el ecologismo, en esta redacción no se rinde nadie.
Lo dijimos una y 600 veces. Y lo vamos a seguir diciendo mientras encontremos el eco que nos confirma que no estamos solos, que somos muchas y muchos los que seguimos en la misma pese a quien le pese y pase lo que pase. A esto de decir y escuchar con sintonía militante, fraternal, de clase, peronista, no hay inflación que lo desinfle.
Fuente: El Eslabón
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