Ediciones Al Arco, primer sello del país en publicar libros exclusivamente de fútbol y otras disciplinas, celebra sus dos décadas. Contradiciendo al famoso tango, Julio Boccalatte, cofundador, dice que 20 años “es bastante, afortunadamente”.

Era febrero de 2003 cuando Ediciones Al Arco salió a la cancha pateando De puntín, un libro de cuentos que tenía esta formación inicial: Ariel Scher, Daniel Lagares, Gustavo Grabia, Walter Vargas, Miguel Bossio, Ariel Grieco, Juan Carlos Bermúdez, Cristian Garófalo, Alejandro Caravario, y los fundadores Julio Boccalatte y Marcos González Cezer. Guiados por el prólogo de Jorge Valdano, los dibujos de Roberto Fontanarrosa y por Eduardo Galeano, quien desde la contratapa los presentaba así: “Son once. Juegan con palabras en cancha de papel. Cada cual se luce según su maña pero los once forman, juntos, un lindo equipo. Ojalá encuentren la hinchada que la buena prosa, como el buen fútbol, merecen”.

Del augurio del escritor uruguayo pasaron 20 años, que a diferencia de lo que canta Gardel en Volver, “es bastante”, asegura entre risas el Chopo Boccalatte, “porque revela que trabajamos, que creamos un espacio que era necesario”. Y como cada número redondo, “es para celebrarlo”. 

Satisfechos con lo realizado hasta el momento, con más de 150 obras y gran cantidad de plumas (entre conocidas y revelaciones), los fundadores adelantan que el partido sigue.

Las dos décadas ganadas

La revista futbolera-literaria Al Arco fue el embrión del sello editorial pionero en el país en el que papeles y pelotas conviven mancomunadamente. “Era mensual, con material de lectura. La idea era salirnos de la rutina diaria, y tener un espacio más sosegado para el análisis, para la reflexión. La revista duró un año, nos quedamos sin posibilidad de financiarla, y a partir de ahí veíamos que había mucho material, sobre todo de colegas y amigos que nos ofrecían cosas para leer o para publicar en la revista”.

En un bar, café o cerveza mediante, Julio Boccalatte y Marcos González Cezer, “hermanos de la vida” pasaron a ser también socios. “A Marcos se le ocurrió transformarnos en una editorial de literatura deportiva, que nos sacaba de la obligación de la periodicidad”, recuerda el Chopo, y explica: “En la revista tenías que conseguir la plata sí o sí para continuarla, para hacerla mensual. Y con los libros no nos pasa eso. La idea es que con la venta de un libro, se financia el siguiente, que puede salir en un mes, 15 días o 6 meses”.

Foto: Lara Yabrán

La editorial vio la luz con De puntín, con “el lujo, el espaldarazo espectacular” de Valdano, Fontanarrosa y Galeano. “Esta antología anduvo muy bien, y rápidamente hicimos una segunda edición, y ahí arrancó la cadena de publicaciones”. El cofundador remarca que “como no había una editorial que nos publicara, teníamos cuentos propios y de amigos” para dar esos primeros pasos. “Después sabíamos de colegas –sigue– que tenían material, como Ariel Scher, Walter Vargas, Alejandro Caravario, Ariel Greco, así que les pedimos un cuento. Luego fuimos completando con algunos que surgieron, que nos pedían estar. Sobre todo cuando se enteraron que teníamos esas tres firmas de respaldo, la de Valdano, el Negro y Galeano”.

Menos dificultad tuvieron para difundir el sello naciente. “Somos periodistas”, dice Julio, que en la actualidad labura en la agencia de noticias Télam al igual que su compinche, y entre ambos pasaron por las redacciones de Clarín, Olé, Página 12, Mística, Popular, entre otros medios. “Y eso nos garantizaba difusión, porque los colegas son amigos también, y lo publicaban en las secciones de deporte. Eso facilitó, no sólo la venta, sino que se instalara el sello en el mercado”.

Una vez que se hicieron de un nombre, los refuerzos comenzaron a llegar. “Nuestro catálogo se conforma por alrededor de 150 libros y cada uno nos genera una sensación especial, es un orgullo”, resalta con el pecho inflado Boccalatte, y se explaya: “Permitimos el debut literario de Horacio Pagani, sacamos libros de ex jugadores que a partir de la publicación hicieron una carrera, como Juan Herbella, Hugo Lamadrid y el Colorado Sava. De todos, y por una cuestión afectiva personal, me quedo con Picado grueso, de Juan Sasturain. A Juan lo tenía como uno de los referentes, no sólo del género sino de la literatura argentina, porque me había devorado Manual de perdedores, Sargento Kirk. Y cuando le fuimos a decir que nos gustaría que formara parte de Al Arco, nos regaló el libro. Fue un espaldarazo similar al de Valdano, Fontanarrosa y Galeano en el primer libro”.

Foto: Manuel Costa

En cuanto a lo que se viene, se viene, el periodista de Télam, adelanta: “Ya está en imprenta Manos enguantadas, que es de Walter Vargas. Es su primer libro de boxeo y es hermoso. Walter sacó 6 o 7 libros con nosotros, pero todos de fútbol. Tenemos en carpeta, y pronto comenzaremos con el diseño, uno sobre los 50 años del Huracán campeón del 73, uno póstumo de Fernando Ferreyra, que publicó con nosotros Hecho pelota, un muy buen libro sobre la actuación del periodismo deportivo durante la dictadura. Estamos viendo uno sobre futsal, otro sobre el catch. En definitiva hay una oferta variada y esperemos estar a la altura de los festejos de los 20 años, con una buena cantidad de libros publicados”. 

Vos andá al arco

El uruguayo Galeano lo definió como “mártir”. Y como “aguafiestas”, porque impide el gol. En Argentina, entre Sergio Goycochea y Emiliano Martínez, la Selección careció de ídolos bajo los tres palos. A quien se aventura en el mundo de la redonda, le enseñan desde muy temprana edad que “el gordito” (discriminación mediante) o el tronco van al arco, ya que es un puesto menor. Tal es así que al arquero no se lo considera “jugador de campo”, como si su participación fuese fuera de la cancha.

Marcos González Cezer y Julio Boccalatte, fundadores de Ediciones Al Arco | Foto: Sandra Cartasso

Julio Boccalatte y Marcos González Cezer se definen como dos pataduras. “Como decía Fontanarrosa, nosotros teníamos dos problemas para jugar al fútbol: la pierna izquierda y la pierna derecha”. Y claro, siempre los mandaban al arco. Como reivindicación de ese puesto maldito que hoy el Dibu volvió a poner en lo más alto, surgió el nombre, de la revista primero, de la editorial después. “Antes todos tenían sólo la camiseta de Messi, y ahora se ven muchos con la del arquero, chicos que quieren atajar. Es increíble”, destaca el Chopo en referencia al 1 (el 23, bah) de la Albiceleste campeona mundial.

“El fútbol me gusta desde muy chico. La gran mayoría de los periodistas deportivos somos jugadores, no sé si frustrados, pero sí a los que no les dio el cuero para jugar”, continúa Julio, y detalla: “La literatura también me viene desde muy chico, en mi casa se leía mucho, me regalaban muchos libros. Soy mucho mejor lector que escritor. Cuando me topé con la lectura de Fontanarrosa, donde desembocaban las dos pasiones, fue deslumbrante. Sobre todo por la calidad de la obra del Negro. Para mí es un genio absoluto, reconocido con el tiempo. Después saltaba a los clásicos, Sasturain, Soriano, Dolina. Pero ibas a la librería y no había mucha literatura vinculada al fútbol y al deporte en general. Incluso se la miraba de reojo, como que no era importante”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 04/03/23.

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