Carina Díaz y Cristina Solano, docentes y militantes de derechos humanos, sostuvieron que existe relación entre el nombre del jardín ubicado en Laprida 1145 y la última dictadura. Veteranos de Malvinas desmintieron la versión oficial.

“¿Por qué un lugar reservado a la educación de niños pequeños lleva un nombre tan alejado de ellos?”, se preguntan la docente jubilada Carina Díaz y la histórica referente de derechos humanos Cristina Solano en una carta enviada a las autoridades del Jardín de Infantes N° 66 Soldado Argentino, ubicado en pleno centro de Rosario, y fundado en la última etapa de la dictadura cívico militar.

En diálogo con Redacción Rosario, Díaz –ex docente del Jardín– descartó el pedido de cambio de nombre. “Lo que hay que hacer es investigar la historia del lugar. Pedimos resignificar el nombre, porque yo no estoy en contra de los soldados argentinos que han luchado por la patria. Sí estoy en contra de aquellos que cumplieron con los militares de la última dictadura”.

En el texto, las docentes informan que en su momento, “para la elección del nombre” del flamante espacio educativo “la directora consultó con las maestras y por unanimidad propusieron que sea alusivo a los conscriptos que habían trabajado mucho allí” para poner en valor el lugar, y “quienes (se le dijo al personal) habían sido llevados días antes del 2 de abril de 1982 a la Guerra de Malvinas”.

“Luego supimos –remarcan las militantes locales de derechos humanos– por Veteranos de Guerra, en una entrevista en el año 2022, que no fue así, que quedaron en el batallón 121”. Y añaden: “Se trataba de una de las tretas que, por entonces, y ante la pésima reputación que tenía el inconstitucional gobierno, usaban para materializar una presencia digna, intentando distraernos de la ferocidad de la que fueron responsables”.

La carta completa

Al caminar por el centro de la ciudad y pasar por calle Laprida 1145  el nombre de un Jardín de Infantes “Soldado Argentino” despierta la atención y mueve a preguntas. ¿Por qué un lugar reservado a la educación de niños pequeños lleva un nombre tan alejado de ellos? ¿Qué estaría pasando? ¿Cómo se habrá decidido y entre quiénes?

Ese nombre y ese lugar existen desde hace 41 años, o sea, fue fundado durante la última dictadura militar. Hay una correspondencia entre ese nombre y la dictadura. ¿Fue un homenaje hacia los que en ese momento gobernaban? Pero tratándose de una institución educativa ¿qué fue lo que la dejó tan instalada sin buscar explicaciones o aclaraciones? Primero sorprende pero luego dan ganas de saber.  

Hace exactamente 41 años, durante la dictadura militar, se fundó una institución educativa en el centro de la ciudad de Rosario cuyo edificio no estaba preparado para recibir a menores de cinco años. Esa tarea quedó a cargo de un grupo de conscriptos quienes convirtieron un lugar inhabitable en un jardín de infantes ya que las autoridades del Ministerio de Educación no destinaban partida presupuestaria. Ellos eran del Batallón 121. Las maestras nombradas en febrero de ese año 1982 prepararon los juegos del patio y acondicionaron las salas. 

El Jardín comenzó las clases al mismo tiempo que toda la Provincia de Santa Fe. En el mes de Junio fue la inauguración. Para la elección del nombre la directora consultó con las maestras y por unanimidad propusieron que sea alusivo a los conscriptos que habían trabajado mucho allí, quienes (se le dijo al personal) habían sido llevados días antes del 2 de abril de 1982 a la Guerra de Malvinas por el capricho de un beodo dictador. Luego supimos por Veteranos de Guerra, en el año 2022 en una entrevista, que no fue así, que quedaron en el batallón.

La directora llevó la propuesta a Supervisión donde fue contundente y positiva la respuesta y allí decidieron que se llamaría: “Soldado Argentino”. Con ingenuidad fue motivo de alegría ya que se creyó que se reconocía a los conscriptos. Pero no, se trataba de una de las tretas que, por entonces, y ante la pésima reputación que tenía el inconstitucional gobierno, usaban para materializar una presencia digna, intentando distraernos de la ferocidad de la que fueron responsables.

A partir de esta intencionada confusión acerca del origen del nombre, anhelamos sea desocultado. Una institución educativa se debe a la conciencia de su historia, a la construcción de la memoria y con ella la de su identidad.

Fue durante el 2021, que comenzamos a reunirnos para conocer fehacientemente la historia de este Jardín que, como tal, es de la comunidad.

Como mujeres y ciudadanas encuadradas en el lema de Memoria; Verdad y Justicia nos implicamos en la idea de develar y resignificar esta historia.

Sabemos que es muy duro restituir la identidad de alguien o algo, sabemos que las resistencias van de la mano del “no” al “sí”, pero también sabemos que no podemos dejar esta situación librada al negacionismo que la habita.

Queremos dejar en claro que la fundación de este Jardín estuvo signada por uno de los procederes típicos de los golpistas, que cuando entendieron que la transición por colapso se acercaba, intentaron limpiar su reputación, en este caso, a través del nombre de una institución educativa.

Estamos aquí para contarlo y para trabajar en ello si hiciera falta, hacia una conquista más de orden civil, social y político con una actitud abierta que nos siga democratizando a la vez que humanizando.

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