En el mes de la Memoria, Mauricio Macri despidió con dolor a Blaquier, pata civil de la dictadura, y en Rosario volvió a apuntar contra las víctimas del último golpe de Estado. Se bajó de la candidatura y se comparó con La Scaloneta.

Entre las páginas gloriosas del Club Altético Ledesma se destacan triunfos ante el Argentinos Juniors de Diego Maradona, Independiente, Newell’s y Estudiantes de La Plata. Esos hitos se produjeron entre 1977 y 1978, años de “esplendor” de la dictadura cívico militar y de Carlos Pedro Blaquier, por entonces dueño del club, del ingenio azucarero Ledesma, y de las vidas de todo aquel empleado que osara reclamar por derechos laborales. Los Diablos (conocidos así por el color rojo de su camiseta, no por la crueldad de su patrón) eran conducidos por Juan de la Cruz Kairuz. Técnico y represor a la vez, ex defensor de la Lepra y condenado recientemente por delitos de lesa humanidad, comandó tanto a su equipo en el Campeonato Nacional como la persecución contra la familia de Olga Arédez, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, quien en soledad dio vueltas a la plaza de Ledesma pidiendo por los suyos. “Siempre tratábamos de andar con un buzo del club y no fueron pocas las veces que eso me salvó”, le contó a El Eslabón Armando Kichi Garrido, campeón con Newell’s en el 74 y jugador del Atlético Ledesma en tiempos de oscuridad literal, como en La Noche del Apagón, cuando el ingenio azucarero puso a disposición sus camionetas para llevarse a los obreros díscolos.

Marzo es el mes de la memoria. El 13 murió Blaquier, emblema entre las patas civiles del gobierno de facto. Y Mauricio Macri le envió “condolencias y cariños” a la familia del impune empresario. En su mandato como jefe porteño designó a Nelly Arrieta (esposa de “Don Carlos Pedro”) como embajadora cultural. Y como Presidente de la Nación, nombró al sobrino Luis María Blaquier (ex miembro del directorio del Grupo Clarín) en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.

Boca sucia

Lejos de ruborizarse en su despedida al empresario –también lo hizo Larreta y varios dirigentes políticos y empresariales más–, Mauricio Macri convivió como presidente de Boca Juniors con dos “honoríficos” como Alejandro Agustín Lanusse y Eduardo Massera, patas militares de la dictadura. La gestión macrista de Daniel Angelici tampoco les quitó la condición de “presidente honorífico” y “socio honorario” a los represores, como sí lo hizo River con Videla, Massera y Agosti en 1997, y Argentinos Juniors con Suárez Mason en 1999, entre otros.

“Respeto los derechos humanos, pero los del siglo XXI”, dijo Macri en su reciente visita a Rosario, donde trajo nuevamente la frase “curro de los derechos humanos” que patentó durante su estadía en la Casa Rosada. “Seguir viviendo después de 40 años de una tragedia que vivimos los argentinos”, continuó. De todas maneras, el despegue de Socma (la empresa de la familia) en esos años en nada se parece a una tragedia. Ante el pedido de explicaciones de la prensa local sobre su frase, aclaró el ex presidente sobre los destinatarios de su declaración: “A todos los que usufructuaron eso para beneficio personal”.

Foto: Télam

En sus años en el Xeneize, tampoco ve un curro en ocupar una banca como diputado nacional mientras preside el club. “De cualquier forma, no será grande el esfuerzo que dedique al trabajo en ninguna de las dos tareas”, recuerda el interventor de Boca Federico Polak, ya que –explica– “al club lo manejará un grupo gerencial incomparable y único” y “como diputado no presentará proyectos, y rehuirá los debates”. En el año 2006 tiene 277 faltas como legislador.

El histórico dirigente bostero y sindical (aliado primero, opositor después) Roberto Digón, lo acusó de haberse quedado con medio millón de dólares en la transferencia de Martín Palermo. Sus goles hicieron olvidar aquel cuantioso vuelto. También lo denunció por pedirle el 15 por ciento de la transferencia al colombiano Jorge Patrón Bermúdez, mismo porcentaje que Boca perdió (y que ganó Macri y sus representantes amigos, como el espía de la AFI Gustavo Arribas) en las millonarias ventas de Fernando Gago, Carlos Tévez y Ever Banega.

El curro más llamativo de ese Boca offshore tuvo como protagonistas a dos ex jugadores de Newell’s, cuenta Polack en el libro Armando a Macri. Ezequiel Garay, subcampeón mundial con la Selección y de pasos por Real Madrid, Benfica y Valencia, entre otros, figura en los balances boquenses pese a que nunca vistió la azul y oro. Peor lo de Fernando Belluschi, que también aparece en los balances, y no sólo jamás jugó en Boca, sino que lo hizo ¡en River!: “Se trata de una maniobra de triangulación y especulación sorprendente”.

Paso al frente (de frentes)

La semana pasada, por pocos días no coincidieron en Rosario Mauricio Macri y Evo Morales. Ambos sí coincidieron como presidentes de sus respectivos países, y en ese tiempo, hasta compartieron cancha de fútbol: “Yo conversaba, obligado, con él –admite el ex mandatario boliviano en Canal 3–, incluso jugamos un futsal y le gané en su cancha”. Por eso se mostró sorprendido y ofendido con el envío de armas –que investiga la Justicia– del gobierno argentino en apoyo al golpe de Estado en Bolivia en 2019 que lo derrocó.

Evo pasó el jueves 23 por la Plaza de las Madres e invitó a la marcha del día siguiente, como antes lo hizo el defensor de Rosario Central Juan Cruz Komar. Los derechos humanos tampoco fueron un curro para los jugadores de La Scaloneta que posaron con un cartel por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, ni para el propio Lionel Messi, que colaboró en la campaña de difusión de las Abuelas que buscan a sus nietos. Los clubes de Primera también recuerdan la fecha (Boca se sumó hace unos años) y son cada vez más los que reincorporan a su padrón de socios a las y los desaparecidos.

El intendente Pablo Javkin –referente del frente de frentes– recibió en el Palacio de los Leones a su nuevo aliado político Mauricio Macri. Días después de escuchar lo que dijo de los derechos humanos, se despegó: “La agenda de la memoria no es un curro”. Santiago Garat es periodista deportivo, militante de Hijos Rosario y escritor. Edita este semanario y es conductor radial. Se gana el mango con su oficio. Sus cuentos están atravesados por, entre otros temas, los derechos humanos. Y el pasado lunes 27 declaró, junto a su madre y hermanas, por primera vez en la megacausa Guerrieri, la que juzga a los responsables de la desaparición y muerte de su padre Eduardo. En la víspera del 24, tuiteó: “Si estuviste en el mismo lugar en que Macri volvió a decir eso del curro de los ddhh y no dijiste nada, no marches mañana. No seas caradura”.

Macri no juega el segundo tiempo

El niño Mauricio sueña con llegar a Boca. Pero no como jugador, tal como lo haría cualquier niño de 10 años. Sueña, a esa edad, con ser Presidente. Y en 1995 se cumple su deseo. El sueño del pibe. Así lo cuenta en su libro Para qué, en el que también se jacta de recomendarle a Carlos Bilardo el debut de Juan Román Riquelme y de resolverle planteos tácticos a Carlos Bianchi.

Como máxima autoridad Xeneize, muestra de entrada su forma de gobernar: toma decisiones, las lleva a la práctica y luego consulta. “Tiene un nivel de autoritarismo que he visto pocas veces”, dijo días atrás el propio Macri contra Riquelme, quien desbancó al PRO en la conducción de Boca. 

El fútbol le sienta bien. En ese campo se desenvuelve con mayores comodidades. Quizás por eso usó de ejemplo a La Scaloneta para anunciar la baja de su candidatura a presidente de la Nación. “La Selección apostó a un liderazgo de equipo, de conjunto, apostó a la suma de individualidades detrás de un objetivo”. Y en una comparación con Lionel Messi, que va desde el absurdo al ridículo, tiró: “Aún teniendo en la cancha al mejor jugador de toda la historia de la humanidad, el resto no esperó que fuera él quien asegurara la victoria, cada uno de los jugadores asumió por completo el desafío, todos brillaron, todos sufrieron y al final todos ganaron. No ganó el líder, ganó el equipo, y así ganamos todos los argentinos”. Fuerte.

Macri mira a Boca y al país como su dueño, dice el periodista y escritor Alejandro Wall: “Tiene la lógica del patrón”. A los jugadores los consideraba “empleados” y a la sociedad argentina como “la más fracasada de los últimos 70 años”.

En su primer libro, en el que repasa su presidencia, anticipa: “Terminó el primer tiempo pero el partido continúa”. En el siguiente desarrolla “aprendizajes sobre liderazgo y poder para ganar el segundo tiempo”. Pase lo que pase en octubre, Macri lo mirará desde afuera.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 01/04/23

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