El jueves 23, un día antes del 24 de Marzo, Evo Morales, expresidente de Bolivia, dio una charla en el patio de la facultad de Humanidades y Artes. Yendo más allá del posibilismo, representó un aliento para la militancia.

“¿Esta facultad, en que se estudia Historia, estudia la historia oficial o estudia la historia no oficial?”, fue la pregunta de Evo al llegar a la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario, en donde, acompañado por Leandro Busatto, precandidato a gobernador, dio una charla que no sólo contribuyó a pensar la coyuntura latinoamericana, sino que fue un aliento para la militancia, una invitación a seguir y a profundizar. Antes de llegar a ese patio, se pasó por la Plaza 25 de Mayo de Rosario, donde compartió una parte de la vigilia del 23 de marzo, junto a Madres, Hijos y Nietes.

Repúblicas y repúblicas

Fiel a su primera pregunta, Evo comienza dando una vuelta por la historia: “Algunos profesores de la escuela nos enseñaron que el 12 de octubre de 1492 llegó la civilización, duro debate”, según lo adjetivó, que dieron dentro del movimiento indígena: ¿Será que habrá llegado la civilización en 1492? 

Mucho se sabe hoy –y hay un relativo nivel de consenso sobre el proceso de violencia que significó la conquista, con la desarticulación de economías de autosubsistencia para instaurar economías coloniales, que sumieron en la pobreza, el hambre y la miseria a las poblaciones originarias de la ahora América, pero cuyo valor estaba en el oro y la plata extraídos y llevados a España. Ya José Carlos Mariátegui, en sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, publicados en 1928, muestra, tomando como principal factor las variables de la población, cómo la economía virreinal era menos efectiva que la economía incaica anterior (estamos hablando particularmente del Perú), por no lograr producir alimentos para su propia población. Vale una pregunta por el precio del pan en un país que suele estar a la punta en la producción de harina. 

Sin embargo, Evo se acerca, y se pregunta por la República. Y le pone el adjetivo “colonial”, pues esos lazos de dependencia no se rompieron. “La primera nacionalización de un recurso natural se dio en 1937”, trae como parámetro. Pero no es sólo eso, sino que la república colonial era también un mundo del fraude: hasta 1952, sólo podían votar los que sabían leer, pagaban impuestos, y poseían propiedad. El indígena, pues, quedaba relegado de la posibilidad de decisión. Y en el medio, un trauma: una mujer aymara no quiere que su hijo vaya a la escuela. “Lo van a matar”, dice. Y Evo recuerda: “los primeros aymaras que aprendían a leer, les arrancaban el ojo; a escribir, la mano”. 

Así, los sueños de los primeros libertadores de América se vieron truncados prontamente por la fuerza de una oligarquía que se apoderó del Estado. Una república cooptada por los intereses oligárquicos, y una oligarquía cuyos intereses ni siquiera estaban en el desarrollo del país, sino en los lazos con capitales transnacionales, es un lamentable estado de cosas que no tiene para ofrecer más que miseria para su gente.

De ahí que el gobierno de Evo tuvo como uno de sus principales ejes la refundación de Bolivia: Estado Plurinacional, no más Estado Colonial. 

América Latina en la geopolítica del imperialismo

Sin embargo, la refundación viene acompañada de dos ejes más, que le son complementarios y cruciales. Evo describió el programa del MAS-IPSP, su movimiento político, de la siguiente manera: “En lo político la refundación, en lo económico la nacionalización, en lo social la redistribución”. Así, “dejamos ese Estado colonial para ser el primer Estado Plurinacional”, que significa “unidad en la diversidad para garantizar la riqueza de nuestros pueblos”. Y destaca Evo: lo más importante es la nacionalización de los recursos y los servicios básicos: luz, agua, telecomunicación. “¿Cómo puede ser que un extranjero venga a vendernos nuestra agua?” Y por esta misma razón consigna la necesidad de ser antiimperialista.

Foto: Prensa Facultad de Humanidades y Artes

En la nota La soberanía del litio, Pablo Bilsky recoge dichos de funcionarios yanquis, en los que se refieren a América Latina como si fuera su propiedad. Evo, por su parte, trajo también diversos tweets de Trump en donde se veía similar actitud. Hay que reconocer un escenario global. Atilio Borón, sociólogo especializado en política internacional, viene diciendo desde hace ya varios años que el mundo unipolar, en el que Estados Unidos dirige la batuta, ya fue. Lo que habría para Borón sería una “mesa de tres patas”, en la que están sentados Rusia, China y Estados Unidos. Quizá pronto se sumen otros jugadores a las decisiones del tablero mundial, pero por lo pronto, podemos ver en esos tres actores una capacidad de acción limitada en la que las decisiones unilaterales no pueden asegurar resultados. Sin embargo, Borón también dice que los imperios en decadencia suelen ser mucho más agresivos en el intento de mantener su hegemonía, mientras que los imperios en ascenso suelen tener actitudes mucho más benefactoras. Es el caso de Estados Unidos, tanto en el ascenso con el Plan Marshall, como en su ahora descenso, teniendo en el medio la guerra de Ucrania, en la que los grandes perdedores vienen siendo Europa, que ahora debe comprarle combustible a Estados Unidos por precios mucho mayores que a Rusia, y Ucrania, por los efectos claros de la guerra en su territorio. Rusia, por su parte, ha logrado reemplazar la mayoría de sus importaciones acudiendo a China y a la India, fortaleciendo entonces a rivales de Estados Unidos en materia económica. Lo que está en juego es, al fin y al cabo, América Latina, y aquí, a este “patio trasero”, es adonde se están replegando los yanquis.

Por eso el énfasis de Evo en el antiimperialismo: no sólo el litio, sino la enorme cantidad de recursos naturales de América Latina es clave para todas las potencias. Y es en este momento de transición hegemónica cuando se nos presenta un escenario contradictorio: el debilitamiento de la hegemonía yanqui nos da margen de maniobra, pero su agresividad a la hora de intentar controlar y no perder esos recursos, nos presiona particularmente. 

Ahora, para poder disponer soberanamente de esos recursos, y no ser perro faldero de EEUU, pero tampoco hacer un simple traspaso de amo, lo necesario es la nacionalización de los recursos y la potenciación de organismos multilaterales entre los distintos países de Latinoamérica, como lo fue UNASUR en un momento. Evo, al respecto, se muestra optimista. Y recuerda al ahora debilitado Grupo de Lima, organismo conformado al calor de una suerte de “restauración neoliberal”: Macri, Piñera, Bolsonaro, además de los presidentes de Colombia o de México. Hoy día, todos esos países, con sus diferentes matices, han abandonado ese camino. Lula, Petro, López Obrador, Alberto Fernández, son muestras de que en América Latina hay, al menos, una posibilidad de integración regional con una tendencia a la soberanía respecto de las grandes potencias y a negociar como bloque por nuestros recursos. 

¿Y si me bloquean?

Entre las diversas anécdotas que fueron dando forma al discurso de Evo, una quizás quedó en el recuerdo de varios militantes presentes. Antes de ganar, pero cuando ya existía esa posibilidad, Evo empezó a reunirse con distintos compañeros de diversas áreas y de diversos países para formarse, para prepararse. Entre ellos, con cubanos, y particularmente con Fidel Castro. Y recordó que la pregunta, lo que más le inquietaba, era qué pasaría si lo bloqueaban. Si él llegaba a presidente y le hacían un bloqueo económico, ¿qué hacer? Y Fidel lo tranquilizó: primero, Bolivia no es una isla. Segundo, con la cantidad de recursos naturales que posee, los pueden bloquear lo que quieran que van a estar bien.

Foto: Julia Oubiña

A su vez, recordó que cuando se decidió la nacionalización, compañeros cercanos no estaban muy seguros. “Las multinacionales se irían, no habría inversiones”, le decían desde el ministerio de economía. Sin embargo, con valentía y decisión política, se decidió seguir con la nacionalización. Y para no ahondar en cuestiones y complicar el asunto, trajo un simple dato: doscientos años de Estado colonial, 1825-2005, Bolivia tenía un PIB de 8 mil millones de dólares. Para el 2019, era de 45 mil millones. ¿Qué pasó en el medio? Nacionalización de recursos y servicios básicos.

Ya más cerca del final de la charla, Evo dijo dos cosas que resulta clave rescatar. Una, que a él no le preocupa que se discutan liderazgos, pero hay que tener consenso en el programa y en la ideología. En un proyecto de país, como solemos decir acá. Y segundo, que “el pueblo mide a los políticos por sus resultados”. Valdría escuchar a Evo en este año electoral, y saber que la mejor campaña que se puede hacer es, en la gestión del Estado, mejorar la vida de nuestro pueblo.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 01/04/23

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