Presidenciables de la oposición de derecha rindieron examen en el Foro Llao Llao ante el poder empresario con viejas ideas de reformas regresivas. La CGT alertó sobre el “deterioro económico” y la “descomposición social”. Más presión devaluatoria, más inflación.

La CGT empezó a delinear la tradicional convocatoria del Día de las y los Trabajadores. En la previa al acto que se realizará en el estadio de Defensores de Belgrano, en el barrio porteño de Núñez, la central obrera conducida por un triunvirato parece haber dejado de lado diferencias internas en medio de la incertidumbre política-electoral que envuelve al Frente de Todos y el tembladeral socioeconómico que la telonea. Rumbo al histórico 1° de Mayo, se difundió un documento de convocatoria consensuado entre “los gordos” y el moyanismo, en el que, entre otras cuestiones, se alertó sobre el latente “riesgo de descomposición social”, aún mayor al que se viene dando y padeciendo.

En dicho documento, la cúpula de la CGT, que mostró cierta pasividad frente a una coyuntura compleja y los desafíos de regular nuevas formas de trabajo, criticó y pidió medidas urgentes para frenar la escalada que posiciona en un piso más alto a la inflación, casi 105 por ciento anualizada, con fuertes subas en alimentos. La poda en el poder de compra de las mayorías populares repercute en un incremento de la pobreza y recalienta las negociaciones paritarias en el sector formal, que igual en la mayoría de los casos corren detrás de los precios.

En efecto, se vienen firmando aumentos de salarios trimestrales por arriba del 20 por ciento con cláusulas de revisión. También hubo acuerdos semestrales en torno al 50 por ciento, muy por encima de la pauta salarial que había sugerido el ministro de Economía Sergio Massa, de un 60 por ciento anual.

Aunque con características heterogéneas, alto nivel de precarización y fragmentación laboral, el empleo privado registrado se sostiene en alza. Esta situación contrasta con una creciente demanda social y algunas bravatas patronales, como los despidos en Clarín. Mientras, la economía se desinfla y hay peligro de estanflación (estancamiento del PBI con alta inflación) en año electoral. Este cuadro se agrava con la sequía, la falta de dólares en las reservas, las maniobras especulativas de parte de un sector del poder económico y las exigencias recesivas e inflacionarias del Fondo atadas a una deuda impagable y a la consiguiente pérdida de soberanía.

En su último informe sobre Perspectivas Económicas Mundiales, el FMI, dominado por Estados Unidos, redujo de 2 a 0,2 por ciento la estimación de crecimiento de la economía nacional y elevó de 60 a 88 por ciento la proyección de inflación para todo 2023. Sin considerar los efectos de la sequía sobre los ingresos fiscales ni hacerse cargo de sus políticas de ajuste, el organismo sostiene para la Argentina la meta de reducción del gasto público y exige achicar la brecha cambiaria con una devaluación directa o indirecta.

Con elevados índices de pobreza y de informalidad laboral, la CGT reclamó una mejor distribución de la riqueza y la defensa de los recursos naturales, justo ante una seguidilla de visitas al país en los últimos días de altos funcionarios estadounidenses que no disimulan intereses concretos en las riquezas del territorio argentino, en el marco de la disputa de la nación del Norte con China. Hubo manifestaciones callejeras de rechazo a la “injerencia extranjera” y a las “políticas de miseria planificada diseñadas por el FMI”.

Foto: Télam

La central sindical, que supo recibir a funcionarios de Biden, también defendió el rol del Estado y la independencia económica, donde se deslizó la propuesta –cada vez más reclamada– de rediscutir y rehacer el acuerdo con el FMI para intentar zafar de sus recetas de ajuste. Ninguno de los convenios con el Fondo, desde 1955, resultó conveniente para la Argentina.

Claro que el “riesgo de descomposición social e inestabilidad” y el “deterioro de los ingresos” con el que alerta la dirigencia cegetista se agravaría en caso de que la economía no se estabilice o de que finalmente la oposición de derecha vuelva al gobierno después del fracaso macrista y aplique raudamente las medidas de ajuste XL que, con total desparpajo, vienen promocionando. Por caso, unificación del tipo de cambio sumada a una brusca devaluación, reformas previsional y laboral, privatizaciones de empresas públicas como YPF, bajar impuestos a los ricos, apertura económica.

Incluso en un contexto adverso, de desencanto y enojo de la población con la clase dirigente, con un escenario de mucha fragilidad, una oposición apostando al caos y un oficialismo sumergido en un mar de confusiones e indecisiones políticas, propuestas descabelladas –en una mezcla de facilismo y marketing electoral– como dolarizar la economía o cerrar (Milei dice “quemar”) el Banco Central se cuelan en el debate público. Cuanto más disruptivas y rupturistas sean las consignas, parece que mejor.

Mientras el mundo se desdolariza, una dolarización en la Argentina implicaría una maxidevaluación y la consiguiente pulverización salarial –más aún– y caída del empleo, lo que empeoraría el deterioro en las condiciones de vida de vastos sectores de la población. Si bien no fue una dolarización de la economía, el espejismo financiero del uno a uno en la convertibilidad de los 90 terminó en el estallido de 2001.

Una dolarización hoy implicaría que el valor de la moneda estadounidense se vaya entre 7 y 9 mil pesos, con relación al bajo stock de reservas. Argentina tiene una economía bimonetaria, donde faltan dólares para producir, se ahorra en dólares (el que puede), algunos precios se dolarizan y otros sectores ya están dolarizados hace rato, pero se cobra en pesos.

Qué noche Bariloche

Primero expusieron y rindieron examen ante la Sociedad Rural. Y días atrás fue el turno de desfilar ante un centenar de grandes empresarios que anualmente se reúnen en el exclusivo Foro Llao Llao.

Las y los precandidatos presidenciales opositores del espectro de centro-derecha y de ultraderecha que se perfilan para las elecciones de este año, como Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Gerardo Morales y Javier Milei –el más aplaudido–, dieron su visión de la Argentina endulzando los oídos de hombres y mujeres de negocios en el mitin patronal realizado en Bariloche, a orillas del lago Nahuel Huapi.

Entre los “dueños” de la Argentina estuvieron representantes del Grupo Irsa, JP Morgan, Nuqlea Argentina, Mercado Libre, Globant, Ledesma, Pan American Energy, Andreani. Durante los tres días que duró el Foro, el dólar ilegal llamado blue trepó 20 pesos (de 400 a 420 pesos, y al cierre de esta nota estaba en 440), desatando una nueva corrida cambiaria en la city con trasfondo político.

Los precandidatos macristas, sean halcones, palomas o leones, caen simpáticos frente a un sector del empresariado, pese a que las políticas económicas del macrismo quebraron a más de 30 mil empresas, en cuatro años y sin pandemia.

Viejas ideas neoliberales intentaron seducir a los magnates del círculo rojo, ahora con planes ultra-neoliberales, con ajuste arriba del ajuste y lo más rápido y furioso posible. Sobre llovido, mojado. También prometieron “orden” y represión a la protesta social en un eventual gobierno para implementar su plan de mayor concentración económica.

Larreta, el moderado, dijo que va a eliminar retenciones a la agroexportación. Bullrich no se quedó atrás y propuso una abrupta devaluación, también en busca del voto agrario. El ultraderechista Milei, alineado al liberalismo norteamericano, que promete ser la novedad electoral presentándose como el Bolsonaro o el Trump argentino, insistió con la dolarización. El proyecto del economista libertario abrió el debate entre devaluadores versus dolarizadores. ¿Hay tolerancia social para los fanáticos del siempre se puede estar peor?

Lo prometido es deuda

A medida que se acercan las elecciones, al Frente de Todos le queda un margen de maniobra cada vez más estrecho para revertir una realidad socioeconómica crítica. Según un estudio de la consultora Analogías, el 80 por ciento de los encuestados evaluó la situación económica como “muy negativa”. Una de las promesas del gobierno de Alberto Fernández a su base electoral fue recomponer ingresos. Entre pandemia, guerra y errores no forzados, lo prometido, y no cumplido, es deuda.

El superministro Massa, que suena como posible candidato oficialista pese a la encrucijada económica y la inflación que no para, presentó el dólar soja III y en busca de billetes verdes otorgó un nuevo tipo de cambio diferencial y privilegiado de 300 pesos, aunque esta vez se incluyeron algunas producciones de economías regionales por eso se lo llama dólar agro. De todos modos, el complejo agroexportador retacea la liquidación de soja a la espera de que Massa haga una megadevaluación.

Si bien el gobierno viene actualizando el tipo de cambio oficial para acompañar la inflación, el elevado proceso inflacionario de hoy sería, con una fuerte devaluación, elevadísimo. Por el momento, Massa resiste a esas presiones. No obstante, la escalada de precios viene siendo de la gran siete. En marzo fue del 7,7 por ciento (9,3 en alimentos), el promedio mensual más alto desde la caída de la convertibilidad, en 2002. El oficialismo denunció incumplimiento del plan Precios Justos y maniobras de los formadores de precios.

Cuando se conoció el número de inflación oficial, Massa estaba en Washington negociando con el Fondo un cambio en las metas. A la vuelta lo esperaba otro intento de golpe de mercado. La tensión electoral, la escasez de dólares, las propuestas de dolarización tipo profecía autocumplida, los rumores de renuncia de Massa y la posterior salida del Jefe de Asesores de Presidencia, el ex ceo de la compañía agrícola Syngenta Antonio Aracre; la expectativa por una posible nueva suba de la tasa de interés del Banco Central, que a la vez retroalimenta la inflación descontrolada; más la especulación de parte del empresariado vinculado a Juntos por el Cambio por conseguir una maxidevaluación, están detrás de una movida desestabilizadora que tiene de rehén a la población para lograr el gran ajuste, que ya no le cabe a casi nadie.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 22/04/23

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