El ex ministro de Seguridad de la provincia y también ex director del Organismo de Investigaciones —destituido por la Legislatura— vuelve al ring con ‘Ciudad de pobres corazones. Estado, crimen y violencia narco en Rosario’, libro que acaba de publicar el sello local Prohistoria Ediciones.

Dentro del libro se puede leer este adelanto: “Rosario despunta en el panorama nacional respecto del narcotráfico por dos razones. Primero, porque, a diferencia de las grandes ciudades de la Argentina con amplios emprendimientos narcos, el mercado de drogas rosarino está atravesado por acciones de violencia criminal que constituyen una práctica habitual, naturalizada y sistemática en el relacionamiento entre los actores de ese mundillo. La envergadura y recurrencia de la violencia criminal rosarina respecto del emprendimiento narco, no se observa en ningún otro lugar de la Argentina”.

El autor además sostiene que es el único caso de fracaso rotundo del “doble pacto” como modalidad de gestión de la seguridad en el que la política insiste, una y otra vez, en darle todo el poder a la policía.

“El pacto policial-criminal es un chasco porque la policía rosarina —una de las más pauperizadas institucionalmente del país, en todo sentido— no tiene capacidad para establecer un orden en las calles, para neutralizar la violencia criminal o hacer que sea una práctica excepcional, o para conjurar los emprendimientos delictivos más violentos. Es un actor pasivo, desprestigiado y perezoso, que siempre va a la retranca del juego de las grandes organizaciones criminales de la ciudad. Es una policía walking dead”.

“Y el pacto político-policial es otra chambonada porque la política le sigue delegando a esa policía de cartón la esperanza de que alguna vez imponga algo de orden y conjure o atenúe la violencia criminal que erosiona su prestigio como clase gobernante”, indicó Sain y añadió: “Así y todo, la política santafecina siente fascinación por entablar relaciones de “compañerismo” con sectores policiales que sí tienen la habilidad de hacerle creer a los dirigentes ramplones que los respaldan, que “juegan con ellos”, cuando, en verdad, siempre juegan para sí mismos.

Y aquellos políticos lo hacen creyendo que la seguridad sólo se puede gestionar con la “gorra”, sin tener en cuenta que esta ficción patéticamente reiterada desde hace tres décadas es la causa del descontrol existente en la materia. No hay otro caso igual en la Argentina: una pésima policía de una pésima política.

Pero este desatino político e institucional se inscribe en el marco de una estatalidad tallada desde hace más de una década por los sucesivos gobiernos provinciales que combina trazos de debilidad con una impronta mafiosa, y que anida a un bloque histórico de poder que integran los sectores políticos, judiciales y empresariales que gobiernan la provincia desde hace un tiempo.

Acompañarán al ex Ministro de Seguridad del gobierno de Omar Perotti, la diputada provincial Matilde Bruera y el abogado y criminólogo Enrique Font y el ex concejal del PRO por Rosario, Roy López Molina.

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