El escritor Fernando Raluy publicó un libro de poemas que retrata una liga de personas mayores en el sur del conurbano bonaerense. “El mundo de las canchas de acá tiene un universo muy particular”, dice.

Entre los escritores que le dedicaron estrofas al deporte de la redonda destacaron el santiagueño Bernardo Canal Feijoó, quizá el primero en estas tierras, que escribió en 1924 el libro Penúltimo poema del fútbol. Luego, el poeta e hincha de Racing Roberto Santoro reunió a varios en su Literatura de la pelota, publicado en 1971. Allí se lucieron plumas como las de Juan Gelman, Baldomero Fernández Moreno, Vicente Zito Lema y Héctor Negro, entre otros.

También se animaron a tirar unos versos ex jugadores como Américo Tesoriere, con pasado en Boca y en la Selección Argentina. Y más acá en el tiempo, el ex Newell’s Kurt Lutman y el futbolista uruguayo Agustín Luca. Entre los boxeadores se destacó Sergio Víctor Palma, ex campeón mundial, y hasta Muhammad Ali escribió poemas que leía en las conferencias de prensa antes de sus peleas. En atletismo, está el maratonista Miguel Sánchez, desaparecido por la última dictadura cívico militar.

Ahora, Fernando Raluy se lanza a esa aventura con Liga de veteranos. El libro (del sello Fútbol Contado Ediciones, que ya se encuentra en librerías rosarinas) se presentará este martes 9, a las 18, en el Pabellón azul (stand 330) de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Emboquen el tiro libre

En la canchita del hospital neuropsiquiátrico Estéves, en Temperley, hay un tiro libre. “Esa me quedó grabada porque tiene como ribetes de todo tipo: te puede emocionar, te puede dar algo de pena, te puede dar algo de gracia”, dice Fernando Raluy, que ahora es el autor del libro de poemas Liga de veteranos, pero por aquel entonces sólo era un pibito que miraba el partido de su padre y de los amigos de su padre. “Mi viejo, siendo defensor, se puso en la barrera”, con el habitual gesto de quienes integran una barrera: una mano cubriendo los testículos; la otra, el pecho o la cara. Mientras el lanzador tomaba carrera “vino una paciente del hospital, sonriendo, como diciendo «bueno, me prendo en el juego», como no entendiendo mucho”.

De ese momento, vivido de chico pero registrado de grande, salieron las estrofas de Tiro libre en la cancha del Estévez, “un título bastante lineal”, reconoce entre risas el autor. Y dice así: El arquero acomoda a sus hombres | se le cae una sonrisa | dos veteranos | acompañan a salir de la cancha | a una interna del hospital | ella se había parado | junto a los jugadores en la barrera | cubriendo sus genitales con las manos.

“Esto me dio mucha ternura porque se puso al lado de los jugadores posando de la misma manera, tapándose también ella la entrepierna. Obviamente la sacaron entre risas y desconcierto. La sacaron suavemente los jugadores para el costado de la cancha”. Y continuó el partido. 

Viejos son los trapos

“Yo vivo en Banfield”, se presenta Fernando, aunque enseguida aclara que “en realidad, técnicamente vivo en Loma de Zamora”. La corrección se debe a que su casa está a la vuelta del Florencio Sola, el estadio del Taladro. Allí pasa sus días siendo hincha de ¡Lanús!, el clásico rival.

La experiencia que derivó en este libro comienza en sus años de purrete, en los que acompañaba a su padre a los potreros de la zona. “El mundo de las canchas de acá, de la zona sur del conurbano bonaerense, tiene un universo muy particular. Los personajes que estoy conociendo a través de él, el contacto que tiene con ellos hace tantos años”, significaron para Raluy una fuente de inspiración. “Son tipos –continúa– que ya tienen más de 60 años, algunos casi 70, y siguen jugando. Imaginate que son muy particulares, hay gente de diferentes idiosincrasias, de diferentes procedencias, pero todos están unidos por la misma intención de darle cauce a esta pasión que tienen desde chiquitos”.

Esta obra cuenta con el prólogo del periodista Juan Carlos Castro y el epílogo del todoterreno Hugo Lamadrid, ex jugador de Racing (entre otros), escritor, columnista radial y con fuerte presencia en redes sociales. “Son poemas, así que me tomé la licencia de ficcionalizarlos”, admite el autor, aunque aclara: “Los que aparecen no son nombres reales, pero sí hay algunas situaciones que he visto, algunas anécdotas que sí he comprobado. Así que el libro va más o menos en ese mundo de los veteranos que siguen jugando al fútbol y que luchan contra las desavenencias del paso del tiempo”.

Puro verso

Fernando Raluy debutó en el mundo de los literatos en 2017, con la publicación autogestiva de Ratio et cor. “Fue una edición de autor, pero ya en el colegio escribía estos temas”, recuerda, y añade: “Vengo escribiendo poesía hace un montón”. Después de “una larga pausa”, lanzó en septiembre de 2022 Para fabricar un relámpago, editado por Diotima. En el medio participó de antologías como Flotar; 100 poemas sobre ríos, y Jardín,100 poemas sobre flores. También contribuyó con un texto en De palabras a poesía, de la Asociación Literaria y Cultural de Yucatán, México, y en revistas literarias de Argentina, Perú y Venezuela.

Ahora le picó el bichito del fútbol, su otra gran pasión. Y lo tradujo en estrofas: “Quería jugar un poco con las posibilidades de la libertad que te da escribir poesía y no adaptar anécdotas a un relato, que me parece que hubiera tenido un efecto distinto”, comenta. Sobre la pelota y lo que genera, ya había escrito: de la alegría del gol de Caniggia a Brasil, al origen de su tristeza, la final perdida en aquel Mundial de Italia 90. “Calculo que la primera tristeza real que había tenido en mi vida fue esa, a los 8 años, cuando perdimos la final con Alemania”.

Por último, reflexiona que “escribir sobre los veteranos me da también una pauta filosófica de hasta dónde da el cuerpo, hasta dónde da la mente, hasta dónde la voluntad, y hasta dónde dan las pasiones. Intenté indagar en eso”.

Juego, luego escribo

“Mi relación con el fútbol es totalmente amateur, nunca jugué en ningún lado, sólo con mis amigos. Y ahora que lo pienso, es evidente que este libro también fue parte de despuntar el vicio del fútbol escribiendo, porque estuve con problemas de ansiedad después de la pandemia”. Fernando Raluy cae en la cuenta y piensa en voz alta: “Desde hace mucho que empecé con problemas de ansiedad que bordean los ataques de pánico, y la pandemia y el aislamiento me los agravó”. Las consecuencias de esa situación “hicieron que me empezara a costar salir”.

De a poco empieza a dejar atrás ese problema, o a convivir con él. “Me cuesta salir a lugares con mucha gente o lugares lejos de casa y recién ahora, hace unos meses, estoy en tratamiento con unas pastillas sublinguales que son para poder salir y estar más tranquilo”. Y ahí aparece la pelota, como posible aliciente: “Creo que el no poder haber vuelto a jugar todavía es algo que me estoy planteando, porque quiero volver a jugar con mis amigos y creo que estoy ahí, en proceso de volver. Quisiera ya mismo volver a jugar porque es algo que hice toda mi vida. Imaginate que no tenerlo es una carga y un pendiente. Es una cuestión de tomar valor y volver”.

Se define como alguien que “consume mucho fútbol desde varios lugares: desde el lugar normal, que es jugarlo y verlo, al lugar artístico que es consumir obras de todo tipo, de lo que veo por Internet, por obras artísticas y demás”. Y agrega: “Todo lo que tenga que ver con fútbol siempre me gusta”.

De todas maneras, el autor admite que “he leído poco de literatura de fútbol, más allá de los clásicos”, como Roberto Fontanarrosa y Osvaldo Soriano. “Sí, me gustaría conocer más sobre poesía de fútbol, porque lo que leí fueron relatos, cuentos y demás. Espero no estar repitiendo algo que ya fue hecho”, cierra entre risas.

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