A 20 años de la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia, un repaso de la travesía kirchnerista y las incógnitas que se abren hacia adelante en medio de carencias socioeconómicas y la amenaza de ultraderecha.

La fecha patria que rememora el revolucionario 25 de mayo de 1810, piedra basal de la declaración de la independencia ocurrida 6 años más tarde y la posterior conformación de la nación Argentina, adquiere otra connotación para el peronismo, un movimiento de masas que emergió en la vida política del país a fines de la primera mitad del siglo XX y se mantiene vivo transitadas ya más de dos décadas del nuevo siglo.

El 25 de mayo de 1973, tras 18 años de exilio, el peronismo proscripto y dictaduras, el triunfo electoral de Héctor Cámpora facilitó la vuelta de Juan Domingo Perón a la Argentina y un tercer mandato para el General, quien había sido derrocado en 1955. Pasaron 50 años desde aquel emblemático 25 de mayo del 73. Y el 25 de mayo, pero de 2003, se clavó otro mojón en la identidad peronista y su dimensión nacional-popular.

Néstor Kirchner, gobernador de la sureña provincia de Santa Cruz, asumió la presidencia de la Nación y dio nacimiento a lo que se denominó kirchnerismo: una fase novedosa y actualizada del justicialismo, más parecida a sus orígenes.

El kirchnerismo se diferenció rápidamente de la década neoliberal encarnada por el menemismo durante los 90, que además de desguazar al Estado y mantener relaciones carnales con Estados Unidos, vació de ideología y cultura al histórico partido, como escribió el politólogo Nicolás Casullo en mayo de 2002 en un artículo publicado en el diario Página 12. Casullo, que murió en 2008, veía venir la irrupción de Kirchner y palpitaba una nueva época en la siempre apasionada política argentina.

En esa nota periodística que hace un tiempo circuló por redes sociales, Casullo planteó, entre otras cuestiones, que el gobernador patagónico representaba una modernización del recuerdo de un protagonismo de la izquierda peronista en los 70 y anticipó la incursión de una nueva narrativa de alcance nacional y regional, que hasta ahí estaba “escondida en los mares del sur”.

Pasaron dos décadas desde el 25 de mayo de 2003, un año en el que se masificaba internet, se bajaba música en formato MP3 y sonaban, entre muchas canciones del rock nacional, La razón que te demora de La Renga, Rock and roll y fiebre de Pappo, Como Alí de Los Piojos, Está saliendo el sol de Intoxicados. Los gobiernos kirchneristas fueron promotores de arte y cultura, de los canales Encuentro y Paka Paka, de Tecnópolis, la muestra de arte, ciencia y tecnología más grande de Latinoamérica.

Kirchner, flaco, desgarbado y de aspecto algo desarreglado, incorrecto, un auténtico animal político, llegó a la Presidencia con apenas el 22 por ciento de los votos tras la renuncia de Carlos Menem a pelear el balotaje. El 25 de mayo de 2003 había mucha gente en las calles y en la Rosada desfilaban Fidel Castro, Hugo Chávez y Lula. Con sus primeras acciones y decisiones, Kisner, el de apellido mal pronunciado, logró relegitimar la política, vapuleada por el “que se vayan todos”. Renacía una esperanza.

El día de su asunción, mientras se daba un baño de gente, una cámara fotográfica impactó en su cabeza y terminó con un corte sangrante en la frente. Habían pasado menos de dos años de la eclosión provocada por el estallido político, social y económico de diciembre de 2001, jornadas fatídicas que dejaron una treintena de muertos en todo el país y la renuncia del presidente radical Fernando de la Rúa, que abandonó la Casa de Gobierno en helicóptero.

A la salida del régimen de convertibilidad (uno a uno) que acompañó al modelo entreguista de Menem y tuvo continuidad en el gobierno trunco de la Alianza (1999-2001), megadevaluación mediante, los números de las variables económicas y de indicadores sociales estaban en rojo en aquel mayo de 2003, aunque algo más ordenados tras la gestión interina del peronista Eduardo Duhalde, que tuvo que adelantar elecciones después de los asesinatos por balas policiales de los militantes barriales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán durante una manifestación piquetera en el Gran Buenos Aires. En rigor, el primer rasgo que distingue al gobierno del Pingüino es la no represión a la protesta social.

En sus primeros discursos, Kirchner, que no dejó sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada aunque haya entrado casi por la ventana, se asume parte de una generación diezmada por la dictadura cívico-militar de 1976 a 1983. Se rodeó de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Les habló y les dio protagonismo a hijos e hijas de desaparecidos. Impulsó el fin de la impunidad y la reapertura de los juicios contra los represores. Bajó cuadros de genocidas en el Colegio Militar y fue a la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), símbolo del terrorismo de Estado, a marcar un nuevo rumbo para los derechos humanos y a pedir perdón en nombre del Estado argentino por tantas atrocidades cometidas. A poco de asumir, el diario La Nación le dedicó un editorial en el que vaticinaba que su gobierno duraría un año.

Con Kirchner se cambió la Corte Suprema, regresaron las negociaciones salariales en paritarias, se creó empleo, hubo moratoria jubilatoria y mejores jubilaciones, se impulsó el mercado interno, la actividad industrial, se le pagó cash y se le dijo chau al Fondo Monetario Internacional. Tuvo una impronta latinoamericanista, en medio de una oleada pos-neoliberal, progresista y populista en toda la región, con el histórico no al Alca (tratado de libre comercio impulsado por Estados Unidos) en Mar del Plata en 2005, rodeado por mandatarios regionales y frente al presidente yanqui George Bush. En paralelo se organizó en la ciudad balnearia la Cumbre de las Américas, de la que participó Diego Maradona.

Con Kirchner sentado en el sillón de Rivadavia, volvieron las manifestaciones populares “a favor” de determinadas políticas y no “en contra” de determinadas políticas como ocurrió durante muchos años en la Argentina. Con todo, volvió a expresarse fuerte el antiperonismo, reconvertido al antikirchnerismo, pero el mismo clásico de siempre: el Facundo de Sarmiento versus Martín Fierro de José Hernández.

Cristina presidenta

Después de un primer período de reparaciones y mejoras en las condiciones de vida de la población, la continuidad del kirchnerismo en el poder estuvo en la figura de Cristina Fernández de Kirchner, la primera mujer elegida presidenta de la República Argentina. Durante sus dos gobiernos, con virtudes y defectos, hubo determinación política para dar la batalla en varios frentes, asumir conflictos y tomar medidas audaces.

Por caso: reestatización del sistema jubilatorio, de empresas emblemáticas como Aerolíneas Argentinas e YPF, asignación universal por hijo, disminución de los índices de pobreza e indigencia, creación de millones de puestos de trabajo formales, avances científicos y tecnológicos, satélites al espacio, el salario más alto en dólares en América Latina, altos niveles de consumo por la mejora en términos reales en el poder adquisitivo de los ingresos, el supeditado engrosamiento de la clase media, al calor de una fenomenal puja distributiva entre capital y trabajo que empezaba a tensar los niveles de inflación mientras se cuestionaban las estadísticas del Indec.

Néstor Kirchner asumió la Presidencia con casi veinte puntos de desempleo y Cristina lo dejó en seis. La cobertura previsional era poco más del 60 por ciento en 2003 y llegó a más del 95 por ciento en 2015. A poco de llegar al gobierno, CFK enfrentó un largo conflicto en torno a la renta agraria con las patronales ruralistas, que se conoce como la 125. Esto marcó un quiebre, un antes y después, con reposicionamientos en el tablero político nacional. Sectores del poder económico concentrado, la élite empresarial, pese a que les iba muy bien, ya estaban de punta contra el kirchnerismo.

Foto: Télam

Casi al mismo tiempo se abrió una disputa con la corporación mediática, más precisamente con el grupo Clarín. Desde ese momento, Cristina fue blanco de las peores descalificaciones y ataques. Otra vez la historia de la polarización. La última y polémica medida de Néstor Kirchner en el gobierno, a la que luego calificó de “un error”, fue habilitar la fusión Cablevisión-Multicanal y con ella la concentración de las comunicaciones, que terminó de coronarse en 2018 durante el gobierno de Mauricio Macri con la unión de Cablevisión y Telecom.

Al año siguiente del conflicto por la 125, en 2009, el gobierno de Cristina avanzó con Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, conocida como ley de medios, que venía a modificar la vieja ley de radiodifusión de la última dictadura, con el propósito de romper el monopolio informativo y el discurso dominante, amplificar la pluralidad de voces y ampliar el espectro con una mirada más federal de la comunicación.

Clarín encontró eco en la Justicia para frenar la aplicación de la ley. Vale acotar que 6 años más tarde, la gestión Macri suprimió artículos clave de la normativa a pedir del grupo comandado por Héctor Magnetto y que el actual gobierno del Frente de Todos no retrotrajo.

En 2010 llegaron los festejos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo. El 27 de octubre de aquel año murió Néstor Kirchner y entraba en la historia grande. Al año siguiente Cristina fue reelegida presidenta con el 54 por ciento de los votos.

En su segundo mandato, CFK avanzó con la ampliación de derechos. Se sancionó la ley de matrimonio igualitario y se puso en marcha el plan Conectar Igualdad para que alumnos y docentes de escuelas públicas de todo el país accedan a una computadora portátil. También, el país retomó en Naciones Unidas un enérgico reclamo por la soberanía en las islas Malvinas.

El kirchnerismo sumaba resquebrajamientos internos y los ataques judiciales en tándem con medios de comunicación hegemónicos (lawfare) empezaban a desplegar todo un mecanismo aceitado de persecución política, que se intensificó con la llegada de Macri a la Casa Rosada en 2015, tras derrotar en el balotaje a Daniel Scioli, el candidato del Frente para la Victoria.

Pese al encarcelamiento de opositores y la devastación social, económica, laboral y productiva que representó Cambiemos, con el punto máximo de volver a meter al Fondo Monetario a digitar la política económica nacional por medio de un megaendeudamiento político y flojito de papeles; cuando parecía que el kirchnerismo se apagaba, resurgió entre las cenizas como el ave Fénix resistiendo con aguante. Y Cristina, perseguida y todo, lideró esa resistencia porque estaban frescas en la memoria colectiva las políticas del kirchnerismo, 12 años (2003-2015) que habían representado en concreto un mejor pasar para las grandes mayorías, contrapuesto al desastre que dejó el neoliberalismo macrista, con represión, recesión y elevada inflación.

¿Qué sigue?

Cristina reagrupó al peronismo y en 2019 le propuso a Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete, con quien se había distanciado, encabezar la fórmula, con ella de vicepresidenta. El experimento del Frente de Todos resultó efectivo desde el punto de vista electoral, mas no a la hora de gobernar. Tiempos complicados, de pandemia y de guerra. Hay un hecho que sintetiza al gobierno de AF, en medio de una interna frentetodista a cielo abierto, y es el caso Vicentín. Decepción y desorientación fueron palabras que empezaron a zumbar en el kirchnerismo silvestre.

La alianza oficialista mostró fisuras antes de asumir, desde que Alberto, ganador en las Paso, convalidó la devaluación de Macri. La derrota electoral en el 21 y el acuerdo con el Fondo para refinanciar la deuda tomada por el macrismo fueron dos momentos de mucha tensión entre las distintas tribus de la coalición oficialista. “Igual, nuestro gobierno resultó mucho mejor que lo que hubiese sido un segundo gobierno de Macri”, diferenció CFK en la entrevista en C5N.

20230525 La plaza de mayo horas antes del acto del 25 de Mayo.
esérando a Cristina

Macri no pudo reelegir ni tendrá su segundo tiempo. Alberto desistió de intentarlo. En los comicios de este año, las dos figuras más importantes de la escena política en lo que va del siglo XXI, Cristina y Macri (salvando las distancias, claro), no juegan. Esta es una época diferente para el kirchnerismo. Con la decisión de Cristina de no ser candidata a nada en las próximas elecciones parece cerrarse una etapa y… ¿se abre otra? Tantas veces se anunció el fin del ciclo kirchnerista, sin embargo está aquí, resucitando.

El 1° de septiembre del año pasado, Cristina sufrió un intento de asesinato frente a la puerta de su departamento en el barrio porteño de Recoleta, rodeada de militantes que esperaban para saludarla. El atentado no se concretó por impericia del tirador identificado con grupos de ultraderecha. “La bala que no salió y el fallo que sí saldrá”, tituló el diario Clarín. Tres meses más tarde, en medio del mundial de fútbol que ganó Argentina, la vicepresidenta fue condenada, sin pruebas contundentes, a 6 años de cárcel en el juicio por la obra pública en Santa Cruz e inhabilitada de por vida a ejercer cargos públicos, aunque la sentencia no está firme.

El próximo 10 de diciembre de 2023 se cumplen 40 años de democracia ininterrumpida. “Sin embargo, una parte importante de la ciudadanía no se siente representada ni contenidas sus aspiraciones”, escribió CFK en su última carta. Cristina sigue siendo la dirigente más gravitante, con todo el sistema político girando a su alrededor. Y el kirchnerismo sigue siendo un actor principal del mapa político.

Se definen candidaturas. ¿Será competitiva la oferta electoral del Frente de Todos o como se llame? ¿Cómo volver a enamorar a la población con una inflación altísima y caída del poder adquisitivo de salarios e ingresos? Se viene una elección “de tercios”, según las encuestas, con ofertas de derecha y de ultraderecha que canalizan la bronca y el antikirchnerismo. ¿Y el ajuste que impone el FMI y cercena la soberanía?

Del pasado al presente, con pasajes de nostalgia, los desafíos de cara al futuro común son enormes para el proyecto político peronista-kirchnerista y su legado. Veinte años después de 2003, en momentos difíciles, el pueblo volvió a la Plaza de Mayo a escuchar a Cristina. La noticia está en desarrollo y esta historia continuará. Aunque no sabemos cómo.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 27/05/23

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