
Las interpretaciones diversas de hechos y datos tangibles y concretos no son novedad. Tampoco es novedoso lo de intentar presentar tales interpretaciones particulares o sectoriales como hechos y datos objetivos e incuestionables. Sí, son novedosas las actuales herramientas con las que se cuenta para hacerlo. Las llamadas nuevas tecnologías de la información y la comunicación son materia de estudio y debates también novedosos, en los que no abundan aún conclusiones y miradas que prevalezcan y conciten adhesiones mayoritarias, salvo la de su enorme y profunda incidencia en la cotidianeidad de la vida humana y, sobre todo, en algunas de sus costumbres más extendidas y practicadas, como la de acceder a información que responda a necesidades y curiosidades varias, incluidas las filosóficas, religiosas, políticas, existenciales. El “nuevo mundo” de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación aún no sintetiza siquiera teorías y categorías de análisis sintetizadoras y ordenadoras como las que surgieron a partir de la llamada revolución industrial de hace casi un par de siglos.
En este marco de proceso de transformación histórica profunda y reciente, desde estas páginas se expresa un modo de ejercer uno de los oficios más directamente interpelados como es el periodismo. Un oficio que desde acá se ejerce sin menoscabar para nada tanto interrogante tan profundo y abrumador, pero intentando priorizar siempre la producción de medios y contenidos determinados por un colectivo de trabajadores y trabajadoras agrupados en torno a algo más que un empleo y una vocación. Acá se produce y se trabaja desde afinidades ideológicas y políticas defendidas y difundidas en tanto fruto de decisiones discutidas y definidas entre pares, compartidas. Y explícitas.
Acá se reitera que se cree en el amor y la igualdad como conceptos y actitudes fundantes y orientadores, que se asumen como “verdad relativa” pero con la sinceridad y honestidad que se consideran cada vez más importantes entre tanta incertidumbre y tanta injusticia digna de cuestionarse, entre tanta realidad saqueada por los que siguen arrogándose el derecho a ser dueños de todo, aunque eso implique condenar a millones a resignarse a poco y nada o a devenir en saqueadores de migajas, que ni siquiera llegan a ser pan para hoy y multiplican el hambre para mañana.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 26/08/23
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