Explorar los rincones más cautivadores de nuestro planeta es una de las experiencias más enriquecedoras que podemos regalarnos a nosotros mismos. Y si hay un lugar que merece un lugar privilegiado en nuestra lista de destinos soñados, ese es sin duda San Carlos de Bariloche, en Argentina. Anidado en la imponente cordillera de los Andes y acariciado por las aguas cristalinas del lago Nahuel Huapi, este rincón del mundo ofrece una combinación única de belleza natural, aventura emocionante y cultura fascinante.

Bariloche, también conocido como el «Centro Cívico» de la Patagonia, cautiva a sus visitantes con un paisaje alpino que parece sacado de un cuento de hadas. Las majestuosas montañas, cubiertas de nieve en invierno y vestidas de exuberante vegetación en verano, crean un telón de fondo impresionante para todas las actividades que este destino tiene para ofrecer. Desde las pistas de esquí de primer nivel que atraen a los amantes del deporte invernal hasta los senderos de trekking que llevan a panorámicas de ensueño, Bariloche es un paraíso para los amantes de la naturaleza y la aventura.

Cuándo y por qué ir a Bariloche

Desde aquellos remotos inicios hasta hoy, el crecimiento fue imparable, y ahora es un polo de atracción tanto para quienes desean una estadía corta, como para los que deciden invertir en inmuebles o emprendimientos turísticos.

Cualquier momento del año es bueno para ir a Bariloche y conocer también otras ciudades y pueblos circundantes, que derrochan encanto. Lógicamente, dada su ubicación geográfica y su naturaleza montañosa, la temporada alta es el invierno, y se transforma en una Meca de los deportes invernales. 

El icónico Cerro Catedral es el epicentro de la movida del esquí y de otros deportes de nieve, pero además tenemos los complejos de “Piedras blancas”, el “Centro de Esquí nórdico”, el  “Refugio Neumeyer”, o el del Cerro Otto. Todos se colman de amantes de la nieve, y tienen una gran actividad social luego de cada jornada de esquí. 

Por supuesto, si la nieve no te atrae mucho, es aconsejable ir en otoño o primavera (sin descartar el verano, claro) para disfrutar de temperaturas más cálidas. Y de los deportes acuáticos, que dada la cantidad de maravillosos lagos, son también recurrentes. 

Luego de sacar tu vuelo a Bariloche, podrás reservar excursiones en un pintoresco catamarán a lugares cuya belleza te hará pensar que no son reales. Una excursión por el lago Nahuel Huapi, con recorrido por el parque nacional Los Arrayanes y la isla Victoria, se atesora como un precioso recuerdo para siempre. 

Tampoco podés perderte la visita a Puerto Blest, solo accesible por vía fluvial, y su increíble cascada “Los Cántaros” se presentará como un espectáculo natural que deja sin palabras. Es un festín para los ojos ver los cipreses patagónicos y el coihué, especies arbóreas únicas en el planeta, o conocer al adorable Pudú, el ciervo más pequeño del mundo, ¡que solo vive allí!

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