
Más que asamblea, eso parece un velorio. Son cientos de motoqueros, pero ninguno abre la boca: se limitan a esperar, en silencio, que sean los dirigentes los que hablen.
La comisión directiva se encuentra frente a ellos, sentada detrás de la mesa que preside, formalmente, la reunión. Después de unos minutos en los que todos se van acomodando, algunos sentándose en las sillas que ocupan el salón y otros ubicándose de pie, Joe comienza a hablar.
¡Compañeros!…, dice entonces, ¡compañeros!… Como todos saben, convocamos a esta asamblea porque están despidiendo a decenas de compañeros y mañana puede ser cualquiera de nosotros el que pierda su trabajo. Nadie lo interrumpe, lo que le permite seguir diciendo: ¡La única forma que tenemos de parar esta cacería es hacer un paro por tiempo indeterminado, y para eso los convocamos esta noche!… Observa entonces al auditorio, tratando de medir el impacto que puedan haber tenido sus palabras, pero le cuesta discernirlo. Sólo ve rostros sombríos, de mirada atenta pero escasamente expresivos. Por ello continúa con su alocución, explicando luego que, para tratar ese tema y resolver entre todos lo que harán, se abre la lista de oradores, al cabo de la cual se procederá a votar las mociones presentadas.
Ahora es Joe el que queda en silencio. Por unos minutos nada se oye, como si súbitamente una epidemia de afasia se hubiese impuesto sobre el conjunto. Lo primero que se escucha, después, son toses nerviosas y los ruidos que hacen algunos pies moviéndose sobre el piso. Joe mira, inquisidor, a la asamblea, instigando con la mirada a que hablen. Tal vez como consecuencia de eso, un muchacho que se encuentra en la mitad del salón, sobre un costado, levanta la mano pidiendo la palabra.
Habiéndolo visto, Joe lo invita a pronunciarse y el muchacho se pone a hablar diciendo que está todo bien, pero que si van a un paro todos correrán la misma suerte que los despedidos. Algunos abucheos surgen en el salón, por lo que Joe retoma la palabra y dice: ¡El compañero tiene razón, pero se olvida de un detalle!… Eso provoca la intriga en el auditorio, que queda expectante de lo que está diciendo. Comprendiendo que todos quieren saber lo que está elucubrando, Joe continúa: ¡Y no es un detalle menor!
¡Sumate y ampliá el arco informativo! Por 1000 pesos por mes recibí todos los días info destacada de Redacción Rosario por correo electrónico, y los sábados, en tu casa, el semanario El Eslabón. Para suscribirte, contactanos por Whatsapp.