A mano alzada
Yo no sé, no. Pedro, cuando estaba terminando la primaria, no veía la hora de que las pinturitas le den paso a lo que para él era un mundo mágico de témperas y acuarelas. Y el pincel, fundamentalmente el pincel. Él le sentía por l
Yo no sé, no. Pedro, cuando estaba terminando la primaria, no veía la hora de que las pinturitas le den paso a lo que para él era un mundo mágico de témperas y acuarelas. Y el pincel, fundamentalmente el pincel. Él le sentía por l
Por José O. Dalonso. Arístides Álvarez invita a conversar sobre la violencia como fenómeno social, sobre discriminación y exclusión, las posibilidades de intervenir desde la escuela y sobre el empoderamiento de los jóvenes.
La apertura de importaciones, habilitada por el gobierno nacional, preocupa a la producción local de frutillas. En lo que va del año ingresaron más de 160 toneladas de esta fruta a bajo precio, perjudicando las negociaciones de lo
El periodista de larga trayectoria en el deporte de los guantes, que preside el flamante Círculo Amigos del Boxeo, recordó años dorados de los púgiles argentinos en el día en que se los homenajea.
Yo no sé, no. El campito en disputa estaba del primer puente de la Vía Honda hacia el sur, o sea, lo que hoy sería Doctor Riva y Avellaneda. Por ahí frecuentaban las vacas de Tito, el último tambero de la zona, y los pibes que iba
Los datos oficiales sobre el índice de desempleo en el país arrojaron una tasa de desempleo del 9, 6 por ciento. Desde el gobierno culpan a la pesada herencia; aunque también innovan: una nueva metodología en el cálculo del desemp
Yo no sé, no. Pedro comentaba que, si bien no se acuerda mucho, posiblemente él habrá girado como todos los pibes hasta marearse, mientras veía a los pibes de la cuadra jugar así hasta quedar medio borrachitos. En ese sentido, el
A contramano del discurso dominante, el ex director de la Cámara de Comercio Exterior, Alejandro Barrios, considera que al país “le fue bien cuando lo dirigían los políticos, no los técnicos”.
Gracias a un programa de voluntariado de la UNR, el estratégico juego de los peones y los reyes traspasó fronteras y llegó a escuelas, barrios humildes de la ciudad, y hasta a las inferiores de Rosario Central.
Yo no sé, no. Qué tornillo aquel –recuerda Pedro–, cuando iba camino a la escuela. Había que sortear Acindar hasta la punta, caminando por la vía hasta la última montaña de chatarra. Y cuando venía el segundo recreo había que cuid