La sota vale 8
Yo no sé, no. Los vidrios del 52 a la altura de Montevideo ya se habían empañado. Con Pedro lo habíamos tomado en San Luis y Mitre, casi vacío, y con los vidrios (a pesar del frío seco de un agosto que se arrimaba) con una transpa
Yo no sé, no. Los vidrios del 52 a la altura de Montevideo ya se habían empañado. Con Pedro lo habíamos tomado en San Luis y Mitre, casi vacío, y con los vidrios (a pesar del frío seco de un agosto que se arrimaba) con una transpa
Yo no sé, no. Las reglas eran varias. La principal era no hacer molinete. Al quinto partido Pedro vio cumplido su sueño de mantener la valla invicta y además hizo la mitad de los goles desde abajo, con la línea de 4 y el arquero.
Yo no sé, no. Pedro, esa mañana, después de escuchar el informe del tiempo por la radio, se fue hasta el espejo, se mojó dos dedos, los frotó en el jabón y se reforzó el jopo. Por las dudas, porque aunque a esa hora (6.30 de la ma
Yo no sé, no. “El invierno es bravo, si llueve”, era la frase que a mí y a Pedro se nos había fijado. La frase era del tío Mario, que hacía changas de pinturas, y los días lluviosos nos íbamos a visitarlo, seguros de que lo encont
Yo no sé, no. Arrancaba el año 66 y Pedro, que mucho los números no lo entusiasmaban, me decía: “Me gusta el 6, y si son dos mejor. No lo podés hacer a las apuradas, porque si no cerrás bien la pancita te lo confunden con un 5".
Yo no sé, no. Aquel invierno había arrancado con un frío que a mí y a Pedro se nos notaba por la cantidad de ropa que nos ponían, condición sine qua non para salir a jugar era tener unos cuantos trapos encima.
Yo no sé, no. Promediaban los 60 y aunque la tele era el aparato que desde las 4 o 5 de la tarde acaparaba nuestra atención, las radios empezaron a venir cada vez más chicas.
Yo no sé, no. Cuando pasábamos por San Juan y Pueyrredón y sentíamos ese olor a kerosén y veíamos las oscuras manchas sobre la vereda y parte de la calle, la idea de que ese invierno no sufriríamos el frío se nos hacía presente.
Yo no sé, no. El jueves era el día clave para nosotros. En una casilla que había en el fondo de la casa de uno de los delegados de uno de los equipos del barrio, nos reuníamos para entre otras cosas sortear los horarios de los par
Yo no sé, no. Nosotros sabíamos que mayo siempre era un mes de encuentros, de reuniones familiares, de comidas tradicionales, de paseos cortos por el barrio y por la ciudad.