El aroma del patio
Yo no sé, no. Se acercaba la Semana de Mayo y la seño nos dijo que íbamos a participar de los actos. Yo ya me veía en un personaje secundario pero Pedro tenía más aspiraciones...
Yo no sé, no. Se acercaba la Semana de Mayo y la seño nos dijo que íbamos a participar de los actos. Yo ya me veía en un personaje secundario pero Pedro tenía más aspiraciones...
Yo no sé, no. “Seguro que el tiempo va a cambiar”, se decía Pedro mientras miraba unas nubes camino a la escuela. Y si llovía, lo que más le preocupaba era que en la tercera hora, después de matemáticas y geografía, tendría lengua
Yo no sé, no. Al otoño de aquel 63 lo sentíamos en la piel con un viento que desde la mañana se presentaba como moderado en su velocidad, como acompañando nuestro caminar, pero que después se volvía furioso y todo lo arrasaba.
Yo no sé, no. Eran los últimos días de aquel abril del 63, la presencia del otoño se manifestó desnudando tempranamente a los gigantes de la cuadra tanto que a Pedro se le daba por contar las ramas a esa seguidilla de plátanos
Yo no sé, no. Aquel otoño iba transitando tranqui, como casi todos los otoños, con temperaturas previsibles, pero en la última de abril existía la posibilidad de un cambio abrupto.
Yo no sé, no. Pedro a la hora de los primeros mandados, sabía que le habilitarían la gran llave de adelante, la del portón, tan grande que no cabía en ningún bolsillo y que además tenía una soga que terminaba rodeando su cintura.
Yo no sé, no. A mediados de abril, Pedro esperaba con ansiedad los paseítos por el parque de los fines de semana, aunque fuera con el recorrido previsible al que lo llevaban los padres: pasar por el palomar y encaminar para el zoo
Yo no sé, no. A Pedro, al poco tiempo de empezar a escribir en cursiva reducida, se le vino una idea salvadora para su caligrafía: las letras en imprenta y mayúsculas. De éstas, las que más le gustaban eran la E y la F.
Yo no sé, no. Pedro sabía que en ese marzo se le vendría junto con los números el + y el - convidados con un × y un ÷ , todos en un mismo ejercicio.
Yo no sé, no. Pedro recuerda que después de comprar un par de cosas para la escuela por la calle San Luis y otras por San Martín, la madre lo agarraba de la mano y le decía: vamos por Maipú