El sistema de ultrabancarización que recala sobre los cajeros automáticos fue instaurado por la banca privada con el impulso de Domingo Felipe Cavallo. La emisión de billetes hoy es inferior al respaldo combinado de la producción y las reservas.
El sistema de ultrabancarización que recala sobre los cajeros automáticos fue instaurado por la banca privada con el impulso de Domingo Felipe Cavallo. La emisión de billetes hoy es inferior al respaldo combinado de la producción y las reservas.
Ocupar el espacio público es un gesto esencialmente político. Es una metáfora: significa ocuparse de los asuntos públicos, colectivos, dejando aparte, por un momento, lo individual. Acaso por este motivo, entre otros, las pequeñas porciones de clase media maso-cacerólicas fracasan una y otra vez, porque rechazan la política.
Las críticas de Bolivia, Ecuador y Venezuela al funcionamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA) no son nuevas, pero resuenan ahora en un contexto latinoamericano que sí lo es, porque se construyó a partir de un profundo cambio de paradigma en la región. Además de las críticas, ya están en marcha organismos alternativos que son potenciales reemplazos de la OEA, que nació durante la Guerra Fría y hoy luce como una rémora. Celac y Unasur asoman como espacios más acordes a estos nuevos tiempos en que América latina dejó de ser el patio trasero de Estados Unidos.
Además de sueldos y jubilaciones, en el ex Primer Mundo se están recortando otros derechos básicos. Organismos de derechos humanos, partidos políticos anti ajuste y ciudadanos indignados denuncian persecuciones y graves limitaciones a la libertad de expresión y reunión. A más ajustes, más protestas populares, y la única respuesta de las autoridades es la represión. El esquema luce agotado, y el futuro incierto. Para algunos analistas, hay un cambio en ciernes, pero nadie sabe si será profundo o cosmético, ni tampoco cuánta violencia emplearán los estados.
El fracasado intento de formar un gobierno de “notables”, y “tecnócratas”, “sin políticos” y el actual gobierno de transición deambulan como tristes fantasmas sobre las ruinas de la democracia griega y demuestran que los poderes fácticos son cada vez más incompatibles con la voluntad popular. El capital huye asustado, echa maldiciones, malos augurios y amenazas ante la posibilidad de un próximo gobierno anti ajuste surgido de las urnas el 17 de junio.
En 1893, el pintor y grabador noruego Edvard Munch (1863-1944) retrataba la angustia, la desesperación existencial y el sinsentido de la vida moderna en su obra Skrik (El grito). El artista, al igual que el movimiento expresionista alemán en las primeras décadas del siglo XX, se anticipó a las dos guerras por venir, entre otros horrores. Por estos días, cuando la obra de Munch fue subastada en 120 millones de dólares, cabe preguntarse qué angustias y miserias humanas hacen que El grito siga gritando.
Vamos a considerar una serie de elementos importantes para la interioridad del periodista, sin dejar de cotejarlos con aspectos de actualidad que permitirán identificar más claramente los ejemplos. Cierto es que los últimos años han puesto en tensión la vida comunicacional argentina. Pero también que este tramo –del cual surgirá algo mucho más interesante‒ ha sido alimentado por algunas premisas cristalizadas en la mayor parte de los protagonistas de esta zona de la cultura.
Las respuestas de Inglaterra y España a los gestos de soberanía de la Argentina con relación a Malvinas e YPF tienen una enorme carga simbólica. Ex potencias imperiales y coloniales, con graves problemas económicos, tuvieron sus días de esplendor a partir del siglo XV, cuando el proto-capitalismo apenas asomaba. El descubrimiento y colonización de América, la explotación de este continente en condiciones de genocidio, la piratería y el comercio de esclavos instalaron la globalización y cimentaron el capitalismo. La historia de los recursos naturales, de su defensa, de su entrega, es la historia misma de América, de Colón a Repsol.
La democracia y el teatro trágico son creaciones de la antigua Grecia. En la tragedia, según la descripción de George Steiner, el héroe se enfrenta a la caprichosa voluntad de los dioses, a fuerzas que están más allá de la razón y la justicia humanas y que lo destruyen o le imponen un castigo que no tiene relación alguna con sus culpas. Hoy el Olimpo está vacío y no son dioses los que condenan a las griegos a la humillación y la muerte: son apenas banqueros. El suicidio de Dimitris Christoulas en plaza Syntagma, actualiza “la cólera del Pélida Aquiles”.
Existe una figura retórica muy utilizada para expresar lo inefable. La poesía mística y la erótica la emplean, porque la relación amorosa, divina o terrenal, está más allá de las palabras. Los griegos la llamaron oxímoron. Se trata de unir dos términos opuestos, que juntos expresan algo absurdo. “Judío-nazi” es un oxímoron violento, estremecedor, que tiene una larga historia. Fue acuñado por Yeshayahu Leibowitz (1903-1994) erudito rabino y una de las mayores figuras intelectuales de Israel. Su legado invita a reflexionar sobre las diferencias entre el joven Estado de Israel y la milenaria sabiduría del pueblo judío.