Ojos de tormenta
Yo yo no sé, no. Cuando muy pibes –recuerda Pedro–, en la cuadra de Zeballos entre Rodríguez y Callao, jugando a la pelo rompimos un vidrio. ¡Para qué! Se armó un revuelo… Nosotros rajamos. Igual, una vecina, sabiendo que éramos los únicos que estábamos en la calle a la hora de la siesta, nos dijo: “¡Ustedes están en el ojo …