El martes 30 de octubre, a las 19.30,en sala F del ex Centro Cultural Bernardino Rivadavia (San Martín y San Juan), cerrando los actos por el Contrafestejo al 12 de Octubre, se proyectará De Chaco a Rosario, el camino de los tobas, con la presencia de los realizadores del film.

La película, de género documental testimonial, con producción periodística y producción general de Mariela Mulhall y Ernesto Ávila, con dirección de éste, fue grabada en Rosario, entre 2002 y 2005, en los asentamientos de Roullión al fondo (Barrio Municipal Toba y asentamientos Villa Cariño y Las Tacuaritas); Los Pumitas, Almafuerte y Travesía, y Granadero Baigorria. En Chaco: Tres Isletas, Castelli, Miraflores y Pampa del Indio.

Desde hace unos 20 años, Rosario recibe la mayor parte de la diáspora del pueblo toba, autodenominado Qom’lek (la gente). Bajan desde el Chaco, un territorio sitiado por la deforestación, la invasión de monocultivos y la consiguiente destrucción de la biodiversidad del bosque, hábitat milenario de su vida nómada y cazadora-recolectora.

Algunos aborígenes todavía sobreviven a duras penas en el monte chaqueño, otros cruzan los alambrados levantados por nuevos terratenientes y forman comunidades alrededor de las ciudades del Chaco o se suman a las viejas “reducciones”. Pero una gran parte de los tobas, campesinos y obreros, desocupados, busca un trabajo, un sustento, una posibilidad, hacia “el sur”, como en el siglo pasado lo hicieron los que llegaron de una Europa de hambre y desolación, y con su idioma y cultura propios.

No hay censos ni cifras oficiales sobre cuántos son los tobas que viven Rosario. Sólo existen “encuestas complementarias” o “consultas”. Pero los referentes de la comunidad Qom local han realizado sus propios cálculos: estiman que son alrededor de 25 mil.

Aunque también hay comunidades tobas en Santa Fe, en la provincia de Buenos Aires, en Formosa y en Salta, en Rosario la presencia toba supera todo lo previsible y ya no puede ser negada, a pesar de que sus integrantes habitan los suburbios urbanos de Roullión al fondo, de Almafuerte y la avenida de la Travesía o, en pequeña cantidad, en las afueras de la vecina localidad de Granadero Baigorria.

Así, a principios del siglo XXI se abre en esta “gran aldea” un nuevo capítulo de cruces de culturas, con los resabios de un pasado sangriento y un presente de exclusión social profundizado. Pero también se generan nuevos encuentros que fortalecen los lazos humanos y que enriquecen un viejo legado: el gran mestizaje cultural, propio de una ciudad portuaria sin fundador. Y que ahora también mira hacia el interior de la América India.

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