| Foto: Un techo para mi país

Un Techo para mi País –organización latinoamericana de jóvenes voluntarios que trabajan sobre situaciones de extrema pobreza– desembarcó en Rosario y construyó el fin de semana pasado la primera camada de casas de emergencia en el barrio San Martín Sur.

“Estamos en Rosario desde hace dos meses”, le contó a Redacción Rosario la directora general de Un Techo para mi País (UTPMP), Florencia Yaccarino, quien explicó que la decisión de formar un equipo de voluntarios en la ciudad vino dada tras una serie de estudios sobre su situación social y notaron “mucha necesidad”.

UTPMP actualmente está presente en 19 países de Latinoamérica – Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Nicaragua, República Dominicana, Uruguay y Venezuela – y ya lleva construidas más de 80 mil  viviendas y cuenta con alrededor de 420  mil  jóvenes voluntarios.

En nuestro país, comenzaron a trabajar en Córdoba pero pronto replicaron la experiencia en Buenos Aires, Neuquén, Misiones y Salta, donde, junto con 4.500 familias y 40 mil voluntarios,  erigieron cerca de cuatro mil viviendas.

Orgullosa, Yaccarino, oriunda de Quilmes, contó que el fin de semana pasado llevaron a cabo la primera construcción en Rosario: nueve familias reemplazarán sus precarias casillas por nuevas casas de madera.

Si bien las viviendas son pequeñas y no cuentan con instalaciones ni de luz, gas o agua, las mismas ofrecen un “espacio seco” en contraposición a las chozas con piso de barro en las que viven muchos vecinos del sureño barrio rosarino. “Cuando llueve, se convierten en un verdadero lodazal”, señaló la organizadora de la iniciativa, responsabilidad que comparte con el salteño Jorge Ruiz, a la vez que aclaró que “el trabajo en el barrio no se termina con la construcción de las viviendas, sino que la idea es mantener el contacto con su gente y erigirse en una suerte de herramienta para atender a las otras necesidades de los vecinos”.

Y es que incluso previa a la etapa de construcción, donde los voluntarios de hecho convivieron por un par de días con las familias beneficiadas, los jóvenes de TECHO recorrieron las calles del barrio y realizaron encuestas y sondeos para determinar cuáles son las necesidades más apremiantes y  trazar líneas de acción que sirvan para dar algunas respuestas.

En tal sentido, Florencia remarcó que los problemas más urgentes, y que contantemente saltan a la vista,  tienen que ver con la educación; por ello, tienen planeado realizar talleres de apoyo escolar y de oficios.

Finalmente, invitó a toda la comunidad a sumarse “a este proyecto, en el que buscamos hacernos cargo de nuestro país y terminar con la injusticia existente”.

Para formar parte del equipo de voluntarios, se requiere tener entre 18 y 30 años y los interesados deben anotarse en el sitio web de UTPMP. También se puede apoyar a la organización con donaciones a voluntad. En las próximas semanas, los chicos de TECHO estarán recorriendo las arterias más concurridas de Rosario, dando a conocer en una doble jornada de colecta solidaria, qué tipo de actividades llevan adelante y cómo colaborar.

“El 28 y 29 de septiembre estaremos en el Monumento, sobre las peatonales, la costanera y por Pellegrini”, anticipó Yaccarino.

Un Techo para mi País surgió en Chile en 1997, donde un grupo de jóvenes universitarios sintió la necesidad de denunciar la situación de extrema pobreza en que viven millones de personas en asentamientos precarios y darles una solución concreta a partir de la construcción de viviendas de emergencia y la ejecución de planes de habilitación social.

Es por ello que concibieron una estrategia de intervención de tres pasos; a la construcción de viviendas, le sigue el desarrollo de planes integrales que apuntan a brindar soluciones a algunas de las necesidades planteadas desde cada uno de los barrios. En líneas generales, giran en torno a educación, fomento productivo y micro-créditos, capacitación en oficios, arte y recreación, asesoramiento jurídico y salud.

Finalmente, la tercera fase, denominada “Comunidad Sustentable”, consiste en mantener el capital social que la comunidad haya adquirido.

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