Foto: Manuel Costa

En la Argentina, como en la mayor parte del planeta, la tasa juvenil duplica al índice de desempleo promedio. Sin embargo, en la última década, se registró un notable descenso de 21,6% en la tasa de desocupación entre jóvenes de 15 a 24 años, un número bastante menor al difundido por la opositora Fundación Mediterránea.

El desempleo juvenil en el planeta ha llegado a límites insospechados, afectando hoy a más del 50% de la población de jóvenes en algunos países desarrollados tras la crisis neoliberal en especial en periferia de la eurozona.

Pero, ¿qué aspectos del problema preocupan más? ¿Es el tema de discusión más importante para la juventud hoy?

Hay muchas buenas respuestas a estas preguntas. Es innegable que la primera experiencia en el mercado de trabajo marca la trayectoria laboral de la persona a lo largo de su vida; es una de las facetas del scarring effect.

Además, el desempleo juvenil (18-24 años) en algunos países más que quintuplica el desempleo adulto (30-59) por lo que impacta en el desempleo general y, por lo tanto, en la sensación térmica de la economía.

Por último (aunque hay muchas más), hay jóvenes que ya abandonaron el estudio y encuentran serios problemas de inserción, y otros que se retiraron de la búsqueda por desaliento y que no estudian, no trabajan y no buscan: la generación “triple ni”.

El desempleo juvenil en el mundo y la Argentina

Según los últimos datos de Eurostat, el desempleo juvenil en Grecia y España superó ampliamente la barrera del 50%. En el conjunto de la Unión Europea, casi 6 millones de jóvenes buscaban empleo en febrero de 2013.

La Organización Internacional del Trabajo estima que cerca de 75 millones de jóvenes están desempleados en el mundo (lo que equivale a un incremento de más de 4 millones desde 2007). Los jóvenes tienen tres veces mayores probabilidades de estar desempleados que los adultos.

La OIT adicionalmente ha advertido sobre el riesgo de una generación de trabajadores jóvenes “marcada” por una mezcla peligrosa de alto desempleo, creciente inactividad y trabajo precario en los países desarrollados, y de un aumento de trabajadores pobres en el mundo en desarrollo, y prevé que en 2016 la tasa de desocupación juvenil se mantendrá igualmente elevada.

En la Argentina, como en todo el continente y en la mayor parte del planeta, la tasa juvenil duplica al índice de desempleo promedio y cuadruplica a la desocupación registrada entre la población adulta con inelasticidad en este ratio -desde el año 2003 a la fecha pasó de 1,8 a 2,2 veces- acompañando la brecha la reducción generalizada de la desocupación abierta que ha tenido lugar en los últimos años (ver gráfico) donde el desempleo general pasó de 24% en el año 2003 al 7,9% en el último semestre del año 2012 y el juvenil específicamente pasó en igual lapso del 36,9% al 15,3%.

Se trata de un notable descenso de 21,6 puntos en la década ganada, hasta alcanzar el actual 15,3% de la PEA entre 15 y 24 años, un nivel aún alto pero un 30% menor que el que recientemente informara la opositora fundación Mediterránea de tradición neoliberal que lo hizo trepar al 19,6% y fue prolijamente publicado por el también opositor matutino La Nación.

Este dato del 19,6% de desempleo juvenil, generado por la Fundación Mediterránea, (patria ideológica de Domingo Felipe Cavallo), según aclara el citado diario opositor para reforzar su validez “no difiere mucho del relevado por la Encuesta de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que descubrió una desocupación juvenil de 21,9%”.

Una cifra insólita, como las que habitualmente nos obsequia el OSO, que de haber sido cierta estiraría la brecha histórica entre el desempleo promedio y juvenil promedio de 2 a 3 veces, un comportamiento delirante del índice.

Sucede que, en rigor, el 21,9% de desempleo juvenil es un “descubrimiento” de una consultora opositora vinculada a la universidad privada UCA a la que bautizamos oportunamente “OSO” y cuyos datos delirantes sobre pobreza ya analizamos.

El trabajo informal entre jóvenes de 15 a 24 años descendió del 69,9% en 2003 al 54,3% en el último trimestre de 2012, mientras la tasa de actividad del segmento entre 15 y 25 años pasó del 62,9% al 59,6% entre 2003 y 2012.

Esto significa que, para una población total de 41,7 millones de personas proyectada para el año 2013, el 17,5% integra el grupo de entre 15 y 24 años. Son 7,3 millones de jóvenes de los cuales 4.350.000 integran la Población Económicamente Activa del segmento, de los cuales el 15,3%, está desocupado esto supone que se encuentran desempleados y buscan empleo hoy en el país 665.450 jóvenes de entre 15 y 24 años.

La disparidad regional del desempleo juvenil es muy marcada. Mientras que hay ciudades con una tasa superior al 30%, como Mar del Plata y Paraná, se encuentran otras con niveles menores al 7%, como Río Gallegos y San Luis.

En suma, en los centros urbanos más poblados de la Argentina hay alrededor de 300 mil jóvenes desempleados, sigue observándose una brecha ostensible entre el desempleo juvenil y el adulto y, cabe agregar, el desempleo juvenil dejó de disminuir en el año 2008, aumentando levemente su nivel entre los años 2011 y 2012.

Desempleo e inserción educativa: una clasificación

Al tratar la problemática de los jóvenes y ordenar su situación según la gravedad del caso, debe incorporarse la inserción en el sistema educativo como indicador fundamental.

No es caprichosa la incorporación. Sucede que la educación y la capacitación son esenciales para la vida adulta en general y para aumentar la empleabilidad y probabilidad de incorporarse al mercado laboral con más facilidad y fundamentalmente mejores salarios.

Combinando formación educativa y laboral se pueden determinar cinco tipos de jóvenes que interesan particularmente a la política pública: (*)

1. los que están actualmente estudiando como actividad única y excluyente,
2. los que combinan educación con trabajo,
3. los que abandonaron el sistema educativo y sólo trabajan,
4. los que abandonaron el sistema educativo y buscan trabajar (los «doble ni»),
5. los que no estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo (los «triple ni»). (**)

Los grupos 1,2 y 3 están, como sea, incluidos en el sistema social; el problema más grave lo constituyen los dos últimos, 4 y 5: los doble y triple ni.

Alrededor del 77% de los jóvenes argentinos se encuentra actualmente en alguno de los tres primeros grupos, con lo cual el 23% restante se encontraría o bien con un genuino problema de inserción laboral (doble ni) (7%) o en la condición de » triple ni» (16%).

Durante la última década hubo mejoras muy notables en la situación social y laboral general de los jóvenes en la Argentina, observemos que el desempleo juvenil descendió a la mitad en la última década o lo que es lo mismo, el empleo de los jóvenes, desde el 2003 al 2012, se duplicó pasando de 450.000 a más de 900.000 jóvenes que trabajan en empleos formales.

Sin embargo, se aprecia que en la primera mitad del período el porcentaje de «triple ni» había aumentado y en la segunda se estabilizó en el 16%.

En suma, 1 de cada 4 jóvenes en la Argentina tiene hoy algún problema de exclusión combinando su situación educativa y laboral.

Este es por magnitud y considerando el grupo social que afecta, el fenómeno socio ambiental de mayores y más graves consecuencias una vez garantizada la seguridad alimentaria del hogar vía AUH, central para las futuras agendas de gestión de gobiernos nacional, provinciales y municipales.

(*) Clasificación elaborada por Jorge Paz, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas -Conicet- y Director del Instituto de Estudios laborales y del Desarrollo Económico -IELDE-
(**) Consideramos el trabajo en el hogar como modalidad de trabajo.

Fuente: Télam

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