Foto: Tito la Penna/Télam

«Esta investigación va a terminar bien, con el señor Héctor Magnetto preso», aseguró Lidia Papaleo, tras ratificar ante la Justicia que el traspaso de la empresa Papel Prensa se firmó bajo amenazas de muerte. «Pienso que, ahora sí, me pueden matar», advirtió tras prestar declaración.

La causa que investiga el presunto desapoderamiento de la empresa Papel Prensa por parte de los diarios Clarín, La Nación y La Razón, en complicidad con la dictadura cívico-militar, sumó un nuevo capítulo este jueves en el tribunal federal que preside el juez Julián Ercolini.

Llanto, bronca, firmeza y desahogo fueron las emociones que, según quienes fueron testigos, atravesaron las seis horas de declaración testimonial que prestó Papaleo.

El magistrado busca determinar si la viuda del banquero David Graiver fue presionada bajo amenazas de muerte para firmar el traspaso accionario de la principal empresa proveedora de papel para diarios.

Allí volvió a relatar, en detalle, todas las circunstancias irregulares que envolvieron esa transferencia y por la que apuntan al CEO del Grupo Clarín. «Pienso que ahora sí me pueden matar”, confesó Papaleo en declaraciones al diario Tiempo Argentino.

Según consignó el matutino en su edición de este viernes, la mujer ingresó apenas pasadas las 10 al despacho de Ercolini en los Tribunales de Comodoro Py.

Estuvieron presentes el fiscal Eduardo Taiano y el subsecretario de Derechos Humanos, Luis Alén, cuya cartera, al igual que Papaleo, son querellantes en la causa. Casi sin interrupciones escucharon durante seis horas un relato cronológico desde el momento en el que Papaleo y Graiver se conocieron hasta que el 2 de noviembre de 1976, cuando fue llevada a la sede de La Nación para firmar, presuntamente bajo coacción, la venta de la empresa a los tres diarios.

Papaleo reiteró que recibieron presiones de las tres fuerzas y por un emisario del ministro de Economía de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz, para vender la empresa a accionistas que no fueran «extranjeros o grupos judíos».

La testigo relató en el juzgado, y luego ante los periodistas, que, el día de su secuestro, el abogado Bernardo Sofovich le había advertido que se fuera del país, algo que primero interpretó como una amenaza pero que luego entendió como un dato certero de lo que horas más tarde le sucedería.

«Usted de acá váyase ya. Tómese un barco, después se lleva a su hija», le habría dicho el letrado del Grupo Clarín horas antes de que fuera secuestrada y posteriormente sometida a tortura, al igual que otros miembros del clan Graiver.

También contó que en una ocasión su marido le dijo que un amigo de México, el empresario de medios y también dueño de una papelera, Gabriel Alarcón, le había dicho que vendiera Papel Prensa «porque eso la podía llevar a la muerte».

«Tuve que tomar decisiones en profunda soledad, sola frente a las patotas», enfatizó Papaleo

El caso fue investigado por Tiempo Argentino, y los hallazgos publicados hoy forman parte del expediente que incorporó recientemente documentación vinculada con el precio por el que se realizó la operación, con el objetivo de detectar irregularidades.

Con este testimonio, Ercolini inauguró la ronda de testigos y la causa comenzó a revitalizarse después de tres años de deambular entre juzgados por conflictos de competencia.

A fines de 2012, la Secretaría de DD HH había pedido las indagatorias de los principales directivos de los diarios, incluyendo a Ernestina Herrera de Noble y a Bartolomé Mitre.

«Me acordé de muchas cosas que no había dicho», afirmó Papaleo que también subrayó la intención de Graiver de que el Estado tuviera activa participación en la empresa para poner en pie de igualdad la provisión de papel para diarios.

«En 1985 declaré al entonces fiscal de investigaciones administrativas Ricardo Molina las presiones que había tenido, el antisemitismo, y la orden concreta de vender a los tres diarios Papel Prensa», afirmó Papaleo en diálogo con Tiempo.

«Nos fueron cerrando todos los caminos, en un plan muy bien instrumentado, porque las Fuerzas Armadas tenían claramente decidida la posesión de Papel Prensa para que estuviera en manos de esta gente», puntualizó.

«El juez tiene que seguir investigando y mi objetivo es que esta gente vaya presa. Tendrá que llamar a otros testigos como yo, supongo que a (Rafael) Iannover, a mi hermano, pero no dudo que el juez va a llamar a los que causaron esto», se esperanzó la viuda de Graiver sobre el futuro de la causa, de la que aseguró que «hay material suficiente» como para que el magistrado «no dude qué camino tiene que seguir».

«Declarar hoy (por este jueves) me costó mucho, me descontrolé, me tuvieron que sacar porque empecé a gritar: ‘basta de injusticia, basta de mentiras’. Me ahoga esto», expresó sobre sus sensaciones durante la prolongada audiencia testimonial.

«Realmente lo importante es que por primera vez en mi vida tengo la posibilidad de decir todo. A mí me preguntaban si tenía miedo a que me maten en el pasado y yo decía que no pensaba en eso. Pienso que ahora sí me pueden matar. No es que tenga miedo, pero estamos tan cerca del final que alguien puede tener esa idea. Lo que me importa es que mi testimonio ya está. Hice todo lo que creo que tenía que hacer para el reconocimiento de una familia que fue torturada y sacada de la vida por seis años», se sinceró.

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