Un practicante e instructor de tai chi y kung fu estilo sun desde hace más de dos décadas, contó a este medio algunos de los vericuetos de esta polémica rama del arte.
China es el país más populoso del mundo, cuenta con aproximadamente 1.300 millones de habitantes, lo que supone un 22 por ciento de la totalidad mundial y es el lugar del mundo con mayor tradición en artes marciales, que deben su nombre a Marte, dios romano de la guerra, y que en su origen remitían a las técnicas y tácticas que ponían en práctica los miembros de los diferentes ejércitos en Oriente. Hoy, las artes marciales desvirtuadas de su génesis siguen ocupando un lugar protagónico en la cultura de masas, a través del cine, la televisión, los videojuegos y la competencia deportiva. Claudio Caballero es un nicoleño, cuarto dan, de 47 años, que fomenta e instruye la práctica de las artes marciales chinas.
—¿Cómo te acercaste a las artes marciales?
—Mi primer contacto con las artes marciales fue a través del cine y la televisión. Si bien en San Nicolás, mi ciudad de origen, se practicaba judo y taekwondo, estos nunca me engancharon. Pero cuando vine a Rosario con 22 años, pasé caminando por un lugar donde había un cartel que decía que se daban clases de tai chi y entré sin saber bien qué me movilizaba y comencé a practicar. Tai chi era la última actividad que se daba antes del cierre del gimnasio, donde había solamente cuatro alumnos y Norberto, el maestro. Practicábamos con mucha intensidad, hasta pasada la medianoche y ahí comencé a ayudar a Norberto, que luego se alejó de la docencia y me dejó a cargo las clases a los principiantes. Y fue él quien por aquel entonces me dijo que tenía que aprender lo otro para completar mi formación, entonces comencé a practicar kung fu, sobre todo I ching y pakua. Porque kung fu es un nombre genérico, que hace referencia a todas las artes marciales de China. Desde entonces sigo practicando y tratando de aprender con otras personas, otros sistemas, pero en lo que se refiere a la práctica inicial, me orienté al uso para la salud y también como arte en sí mismo, más que la parte de defensa personal. Algo que sucede con el kung fu, por ser muy vistoso, es que genera confusión con lo que ahora se llama apto para la defensa personal. El arte marcial no es necesariamente defensa personal, de ahí la palabra arte en su nombre. Un combate de arte marcial es distinto de lo que entendemos por defensa personal, el combate de arte marcial originalmente no era el de aquél que se defendía de un robo, era el de alguien que estaba peleando una guerra.
—A principios del año pasado, a partir del asesinato de David Moreira en manos de una turba enardecida, los grandes medios de comunicación impusieron en agenda las vicisitudes del concepto de justicia por mano propia ¿Qué diferencia entendés que existe entre lo que se dio por llamar justicia por mano propia y defensa personal?
—Recuerdo que por la época que sucedió lo del pibe de barrio Azcuénaga me invitaron a formar parte de uno de los tantos grupos de facebook en torno a la práctica marcial y no recuerdo en cuál, alguien ofrecía clases de artes marciales para defenderse contra ataques a comercios y algunas otras figuras similares. Creo que enseñar desde ese lugar es ser sumamente irresponsable. Uno se tendría que defender cuando es agredido realmente, si me vienen a asaltar dos personas armadas con navajas, o con una, o ninguna y están a unos metros, les doy lo que tenga conmigo o trato de hablarles. Es distinto cuando te vienen encima y te agarran, porque en ese caso no sabés cómo puede seguir ese ataque y ahí no podés elegir. Las artes marciales te tienen que dar opciones, no se trata de saber que vos sos el que que va a pegar más fuerte, te tienen que dar la opción de moverte, de tener estrategia, de poder mirar estratégicamente lo que está pasando. Suponiendo que yo no soy agredido, pero me encuentro a la espera para golpear al que esté más cerca, si es uno sólo a lo mejor no pasa a mayores, pero si son dos, al primero que golpeo lo tengo que hacer en serio y pegarle a alguien en serio significa que lo podés matar. Entonces vos tenés que tener en claro si lo que vas a hacer vale la pena, porque al otro se le puede terminar la vida. La verdadera defensa es cuando realmente no tenés opción, vos no sabés nada de la vida de ese otro.
—¿Hay algún tipo de formación ética que acompañe a la práctica marcial o es un recorrido que los alumnos deben haber hecho por su cuenta?
-Como se practica hoy en día es difícil, pero la disciplina modifica cosas tuyas, el entrenamiento te da lo necesario. Hay una agresividad muy fuerte contenida en la gente en general, que es peligrosa porque es contagiosa. Hay personas que nunca participaron de un episodio de violencia, pero cuando les sucede, parecería como si pasara todos los días, porque están saturadas de recibir esa información. Y portar un arma de defensa personal acrecienta el peligro. Me recuerda al cuento de Borges El Sur, donde dice que portar un cuchillo servía para justificar que a uno lo mataran. A veces la reacción de la persona armada lo que hace es exacerbar la agresividad del ataque. No es fácil ubicarse en el lugar de decir lo que los demás pueden o no hacer, porque eso tiene que ver con los valores de cada uno. Aprender un arte marcial sirve para explorar cuáles son tus posibilidades.
—¿Qué diferencia hay entre un deporte marcial, un deporte de contacto y un arte marcial?
—La práctica marcial en Argentina tiene muchos vaivenes. Las discusiones suelen quedar en el aire, porque los referentes de las disciplinas suelen estar en Japón, Corea o China. Lo que diferencia un arte marcial de un deporte marcial o un deporte de contacto es cómo se practica y dónde están los objetivos. Un deporte marcial es aquél que se moviliza con torneos, en eso se caracteriza principalmente el taekwondo. Tengo entendido que en Corea, que es su país de origen, se lo considera un arte marcial, pero los fundamentos que tiene en nuestro país son deportivos, al igual que lo que sucede con el judo, que es un sistema basado en el arte marcial pero orientado a la salud: una de las versiones de su origen dice que Jigoro Kano, su creador, era una especie de profesor de gimnasia, que lo idea para introducir el arte marcial en las escuelas, por eso en el judo se acompaña en las caídas, hay continuidad en los movimientos, a diferencia del ju jitsu, donde hay quiebres en los movimientos. El judo es el modo gentil, pero eso no significa que no tenga cosas que no se puedan aplicar a la defensa personal. Sin embargo, no existe ningún arte marcial tan viejo que no haya sido drásticamente modificado. Decir que se viene de una escuela de kung fu tradicional, quiere decir que a veces esa escuela no es más vieja que Newell’s y Central. Ni el karate ni el judo actual lo tienen. El tai chi que se practica hoy en día no tiene más de 300 años.
—¿Qué opinión tenés sobre una disciplina tan en boga como lo es las artes marciales mixtas, que invocan no sin polémica la noción de arte?
—Por empezar no se trata de un arte marcial, es un deporte. Que se usen patadas y tome cosas del ju jitsu no lo hacen un arte marcial. Es un deporte, porque se atiene a un reglamento y se practica en un ámbito limitado, cuenta con reglas y un réferi que las aplique, algo de lo que están exentas las artes marciales, en donde lo que te limita en todo caso es tu propio sentido del honor, lo que te lleva a no pegarle en la garganta a alguien es una decisión que tomás vos. En el boxeo no se permiten algunas cosas, se usan guantes para que las peleas sean más largas; y en las artes marciales mixtas pasa lo mismo, existen una serie de cosas que no se pueden hacer porque sino sería muy peligroso. Eso no significa que alguien que practique artes marciales mixtas, en otro contexto, no pueda vencer a alguien que practica un arte marcial, como también lo podría vencer un rugbier o alguien que pesa 300 kilos. Porque un arte marcial lo puede practicar alguien que no tenga velocidad ni fuerza, el arte marcial es para que lo practique cualquiera porque tiene que ver con un desarrollo individual y no con una competencia. El arte marcial es una serie de cosas que te dan una serie de instrumentos para desarrollarte como persona y para te gusten. No significa que tengas que pelear, intervenir en torneos, ni nada que se le parezca. El sanda, que es la rama deportiva del kung fu, tiene una serie de reglamentos y el problema es que a veces por su focalización deportiva se hace mucho énfasis en aprender algunas cosas y se excluyen muchas otras. Si en la práctica deportiva uno no puede pegar con la punta de los dedos, entonces no lo va a entrenar, porque sería considerado una pérdida de tiempo. El artista marcial toma una decisión, elige qué entrenar y por qué.
—¿Las artes marciales en la provincia y en el país dialogan entre sí?, ¿se podría decir que existe una comunidad?
—Hay algunas instituciones, pero se trata más que nada de las personas que uno conoce. Los avales vienen de la escuela en la que cada uno practica, así funciona en general. Pero también existen asociaciones que, en mucho de los casos, se trata de nombres de fantasía y no tienen que ver con algo regulado con seriedad. En muchos casos sus fundadores son personas que por abocarse mucho a algo dejan de lado la práctica . Para entenderlo, creo que un gran ejemplo es el fútbol. ¿Cuántos futbolistas hay en la AFA? ¿Cuántos presidentes de clubes de fútbol fueron futbolistas? En las artes marciales se respeta al que llega con práctica, el maestro es aquel que llegó a serlo practicando. En el caso del kung fu, muchos de los que han fundado escuelas lo han hecho a voluntad, tratando de desarrollar algo de manera particular y al tiempo quedan limitados por sus conocimientos, entonces salen en busca de un conocimiento nuevo e incorporan cosas nuevas pero sin práctica. En los últimos años, como hay más movimiento, es común ver gente que viaja o trae algún practicante para que les enseñe, hay orientales que se han dedicado exhaustivamente a aprender algo para luego vender fórmulas y muchos las aprenden para luego enseñarlas y eso no tiene nada que ver con una lógica marcial. Son como máquinas que reproducen un movimiento y lamentablemente hay mucha gente que se dedica a hacer eso. Esa es una de las grandes rispideces que se presentan localmente y en general, al menos en el kung fu, mientras que el karate y el taekwondo tienen escuelas más armadas.
—La filosofía oriental encontró en el arte marcial un caballo de troya para darse a conocer, a diferencia de algunas instituciones donde se estudian diferentes corrientes de pensamiento, como las carreras humanísticas de al menos la universidad pública, donde existe una fuerte herencia europea ¿Qué opinión te merece esta reflexión?
—Comparto, detrás de la práctica de arte marcial siempre vienen otras riquezas desconocidas. Cuando uno habla de tai chi chuan, pa kua chang, xing yi quan, está nombrando un concepto filosófico llevado al arte marcial. Los chinos pensaban que si el sistema de pensamiento era genuino tenía que poder ser aplicado a todo. El término kung fu excede a las artes marciales, remite a habilidad y sabiduría, se traslada por costumbre al arte marcial, pero es un concepto que abarca a la medicina tradicional china, las artes marciales se desarrollan en base a las ideas de la anatomía que se tenían en China. Algo similar a lo que sucedió con la mecánica cuántica, donde muchos de los saberes de filosofía oriental fueron legitimados por Occidente a través de científicos que encontraron en pensadores de Oriente un nexo con las teorías que ellos venían desarrollando. Tanto Niels Bohr como Schrödinger toman cosas.
—¿Habiendo tanta migración china en Argentina, por qué no es común ver a los chinos residentes en el país practicando artes marciales?
—Yo particularmente he aprendido con chinos que sé que no enseñan al público, sólo a alguien que se arrima y muestra curiosidad, pero no tienen escuelas. En Buenos Aires sé que hay algunas, está la escuela de Liu Ming, que es muy conocido. Por un lado ellos mantienen un núcleo cerrado y por el otro está esa cosa de que si un argentino va a jugar al fútbol a China tiene que ser Messi. En la década del setenta llegaba un chino a Buenos Aires y la gente lo idolatraba como maestro de kung fu; y a lo mejor el tipo no sabía nada y enseñaba. Hay escuelas que se han fundado así, hay personas que realmente se han movido para aprender y después resulta que como los de las escuelas mal formadas son mayoría, despotrican contra aquél que hizo las cosas bien. Hoy, con el fácil acceso a información, te das cuenta que lo que decía ese uno estaba mucho más cerca de lo que decían los otros nueve.
Clases
Los prácticas coordinadas por Claudio Caballero de tai chi tienen lugar los días lunes, miércoles y viernes a las 18 en el Sindicato de Empleados del Jockey Club Rosario, ubicado en Ovidio Lagos 1571. Las de kung fu se realizan los mismos días y en la misma locación, a partir de las 19.10. Durante enero, ambas prácticas se realizan en el Parque Independencia, zona Balcarce y Cochabamba.