lOVAISA

A propósito de un nuevo aniversario del golpe cívico militar, el eslabón dialogó con el periodista deportivo santafesino, Nicolás Lovaisa, que decidió investigar (y denunciar) la oscura y triste relación entre fútbol y dictadura en la capital provincial.

“Siempre fui muy futbolero. Y lo que me ocurrió en un momento fue que veía que si bien había muchos y muy buenos laburos sobre cómo se habían vinculado los caminos de la dictadura y el fútbol a nivel nacional –como los de Pablo Llonto y Ariel Scher, entre otros–, eso en Santa Fe no existía”, arranca diciendo este joven periodista deportivo, y remarca que en su familia “siempre hubo una clara posición con respecto a la dictadura” y que desde pibe se mostró “interesado” en ese tema. Y agrega: “Me empecé a preguntar esas cuestiones, a indagar sobre lo que ocurrió en Santa Fe, y descubrí que había muchos hechos, la mayoría lamentables, que tenían como protagonistas al fútbol –o al deporte en general– y al terrorismo de Estado”.

Lo primero que le llamó la atención a Lovaisa fue un homenaje que Colón le había hecho a Roberto Viola, en plena dictadura, en el mismísimo Cementerio de los Elefantes. “Se lo declaró socio vitalicio, se le entregó una llave del club y se le pidió la supresión de los descensos porque el Sabalero peleaba la permanencia, algo que finalmente no consiguió”, rememora, y añade: “Me sorprendió que a pesar de haber sido público nadie lo haya contado después. Y a partir de ahí empezaron a aparecer varias historias que demostraban que la dictadura y el fútbol no se cruzaron solamente en esa oportunidad”.

La pelota manchada

En ese andar buscando historias que olieran mal en el planeta futbolero de su ciudad natal, Lovaisa se encontró con un personaje nefasto: Alberto Candioti. “Era un tipo muy conocido en Santa Fe y de un perfil muy alto, pero cuando empecé a indagar un poquito y a revisar lo que había debajo de esa cáscara me encontré con que el tipo estaba vinculado a altos mandos de la dictadura en el circuito de la represión ilegal”, destaca Nicolás, y se explaya: “Fue uno de los pocos militares (menos de 400 en todo el país) que fueron Batallón 601 a la vez, lo que lo pone en un lugar importante dentro de la represión. Y además, no sólo actuó en Santa Fe, donde aún se lo investiga por la desaparición de un conscripto (Roberto Daniel Suárez) que estaba bajo sus órdenes en Santo Tomé, sino que también intervino en centros clandestinos de detención como La Cacha de La Plata –en el mismo período en el que nació Guido Carlotto y fue asesinada su madre Laura–; el Pozo de Banfield y la Brigada de San Justo, en La Matanza, provincia de Buenos Aires. Y en esos lugares siniestros no era un 4 de copas, sino un tipo que tomaba decisiones y estaba en las primeras líneas de mando. Entonces fue una sorpresa conocer que quien estaba vinculado activamente a Colón y a la AFA –donde llegó a ser asesor de Julio Grondona–, y que hizo una carrera política importante durante el menemismo, había tenido un rango tan alto en la dictadura. Incluso estuvo un año prófugo y luego fue detenido en Montevideo, pero lamentablemente hoy, a casi dos años de su detención, todavía Uruguay no completó la extradición a la Argentina para que sea juzgado”.

Pero no sólo la luna sabalera tiene su lado oscuro, la Tatengue también. “Unión, en la década del setenta, se desafilió de la Asociación del Fútbol Argentino por decisión de los propios socios (algo que hoy, a la distancia, sería una verdadera locura) y se fue a jugar los viejos torneos regionales. En 1973, cuando intentó volver a la AFA, los demás clubes se opusieron. Pero justo dio la casualidad que había un socio de Unión que era sobrino de Alcides López Aufranc, quien había sido represor en el Cordobazo y que antes del golpe de Estado fue uno de los cabecillas en la represión de Villa Constitución, para luego convertirse en el sucesor de (José) Martínez de Hoz en Acindar”, fundamenta este trabajador de prensa, y concluye: “Este hombre era general del Ejército y tenía que garantizar la tranquilidad en la transición de la dictadura de Lanusse a las elecciones del 73, que terminó ganando (Héctor) Cámpora, y Unión consiguió la reafiliación y volvió a la AFA gracias a su intervención. De hecho, yo tengo las cartas en las que López Aufranc le ordena directamente a la AFA que reafilie a Unión”.

Golpes y goles

El sacar a la luz hechos que descansaban cómodamente en las sombras, le trajo algunos dolores de cabeza a Lovaisa. “Alguna amenaza sufrí –admite– y tomé la decisión de dejar constancia de ese hecho, aunque por suerte no fueron en el laburo diario porque la mayoría de esos dirigentes ya estaban retirados”. Pero también supo festejar un par de conquistas, como el haber desempolvado la historia de vida de Gustavo Bruzzone, un ajedrecista desaparecido. “Era un militante montonero que fue secuestrado en Rosario y cuyo cuerpo no había aparecido hasta hace apenas unos meses atrás, cuando fue identificado en el cementerio La Piedad”, relata el colega santafesino que, sin buscarlo intencionadamente, logró que hoy, en Santa Fe, hayan bautizado una plaza con el nombre de ese deportista que padeció los avatares de la más cruel de las dictaduras que azotaron a la Argentina. “También hay una agrupación peronista en Buenos Aires que se llama Peón Vuelve, que ha tomado la historia de Gustavo y realizó una serie de torneos en homenaje a él”, aporta, y concluye: “Esa es una de las anécdotas más lindas que tengo en torno a mis laburos. Porque si bien en esto no hay finales felices, la recuperación de los restos de Gustavo significó para Irma, su mamá, el cierre de una historia que a ella no la dejaba tranquila y se pudo despedir, con sus 90 años, de su hijo. Algo que no le habían permitido hacer durante 38 largos años”

Para finalizar, este colega que se desempeña actualmente en Radio Nacional y La Red (ambas de Santa Fe) y en el portal Infojus Noticias, se enorgullece de que varios de sus escritos sobre Candioti estén en manos de la justicia. Y tras confesar que “cuando Estela de Carlotto me llamó para pedirme todo el material que había recolectado sobre ese represor y se lo llevé a la sede de Abuelas, fue uno de los momentos más lindos de mi carrera”, concluye: “Hoy sigo esperando la extradición de Alberto Candioti. En mayo se cumplen 2 años de su detención en Uruguay y me interesaría mucho escuchar su testimonio porque fue un alto mando en varios centros de detenciones y uno entiende que debe saber bastante sobre lo que ocurrió en esos años. Y lo bueno es que hubo una apertura interesante en este sentido y Colón no sólo terminó pidiendo perdón por aquel homenaje a Viola y le quitó la condición de socio vitalicio, sino que además está evaluando, pese a algunas resistencias, expulsar del padrón de socios a Candioti”.

Jugando de memoria

Por Facundo Paredes

Tiempo recuperado. Bajo ese título, Nicolás Lovaisa recopiló varias “historias del fútbol de Santa Fe” que tuvieron su vinculación con la más cruenta de las dictaduras militares. Y demostró que aquel feroz gobierno de facto liderado por los sectores de poder no sólo manchó la pelota en el Mundial del 78 sino que también cometió barbaridades en el mundo del deporte provincial.

Este “puñado de historias contadas de la mejor manera posible”, como el autor define a su propia obra, apareció en las librerías en septiembre de 2011 con textos como Los amigos de Brusa, Los dueños de la Tatenguita, El día que los hinchas rompieron sus carnets, entre otros.

Las más de 270 páginas escritas por el joven periodista están compuestas por numerosas historias extraídas de entrevistas a distintas personalidades del ambiente de la redonda, expedientes judiciales, bibliotecas y otros rincones santafesinos.

Este ejemplar puede ser considerado como el revisionismo en la historia del fútbol y la dictadura. Le escapa al relato oficial que le permitió gozar de buena imagen y poder a personajes como Alberto Julio Candioti, quien fue durante casi dos décadas “uno de los hombres más importantes dentro de la estructura de poder de la Asociación del Fútbol Argentino”.

Tiempo Recuperado está prologado por Claudio Cherep, autor de La Pulpo y Gajos del oficio; mientras que Ariel Scher, quien cuenta con varios títulos relacionados al deporte y dictadura, se encargó de escribir la contratapa.

Nota publicada en la edición 187 del periódico el eslabón

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