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Máximo Kirchner desmintió, a través de un comunicado, operaciones de prensa de la revista brasilera Veja y del diario vernáculo Clarín que le endilgan cuentas en el exterior. A continuación, el comunicado completo del hijo de la presidenta.

Podrán decir lo que quieran, mentir, difamar y calumniar. Pero no le van alcanzar los diarios, ni los canales, ni la colección de periodistas que poseen para apropiarse de la palabra y menos de las ideas. Los cambios producidos son irreversibles porque la historia es indetenible, y no se tapa con papel de diario.

No es una actitud heroica ni mucho menos. Es un simple acto de libertad. Destrozan vidas. Aunque no dejo de reconocer mi suerte, cuando comparo las atrocidades cometidas contra seres humanos que callaron durante la última dictadura para hacerse de Papel Prensa. Es así, no es que quieren, sino que tienen la chancha, los veinte y en este caso la máquina de fabricar papel.

Yo no les temo. Usen todos sus canales, medios y periodistas. No tengo ni tuve ninguna cuenta, ni individual ni conjunta con nadie, en el exterior.

Todas estas operaciones berretas pueden tener el nivel de repercusión que tienen sólo por el desmedido tamaño de quien las pronuncia. Le podrán temer los candidatos a presidente, los sindicalistas “más pesados”, que por un exhorto convocaron a un paro nacional. Podrán temerle los jueces y fiscales “independientes”.

Así fue que un día me encontré acusado de quemar un hipermercado de materiales. Días más tarde, un “periodista estrella” de Clarín, ese que Videla considerara un “joven brillante”, aseguró que los fondos buitres habían encontrado una cuenta en el exterior. Luego vino la denuncia por Hotesur.

En aquel acto de Argentinos Juniors asegure que, a partir de ese día, iban a decir cualquier cosa. No lo dije porque sea vidente. Fue simplemente porque los conozco. Hasta aquel acto era un “avezado jugador de play”. Luego me transformé en otra persona. Su relato dio un giro brusco.

Fui tapa de una revista que aseguraba que yo no era yo. Y lo dejé pasar. Como dejé pasar tantas mentiras. Vi y escuché a una señora decir que lloré delante de un ataúd donde no estaba mi padre.

La indefensión que uno siente ante tamaña fábula urdida por quienes tienen licencia para mentir, no hace más que alimentar la voluntad de no dejarse domesticar por empresarios que transforman a periodistas en meros taquígrafos de un guión pensado para dañar e intentar quebrar el ánimo de quienes pensamos diferente, actuamos diferente y, sobre todo, vivimos bajo principios diferentes.

Ellos son parte del dispositivo de operaciones políticas que ahora ya exceden el ámbito nacional. Y las pueden llevar a cabo amparados en los derechos internacionales que protegen al noble oficio del periodista. Allí se esconden una vez producido el daño mediante la reproducción y los títulos catástrofe en donde aseguran que quien escribe posee una o más cuentas en Bancos y ciudades que en mi vida he conocido, pese a lo que “aseguran sus fuentes”.

Todo lo vertido en esas publicaciones son mentiras planificadas. No hay “errores”. Tampoco “fuentes no chequeadas”. Todo es una mentira cuidadosamente planificada y dirigida, en donde no sólo intervienen grupos mediáticos.

Las publicaciones de la revista Veja (de Brasil) y de Clarín (autóctona), dos monstruos, y no sólo por el tamaño de sus empresas, no sólo son falsas sino que también son ridículas y lo que es peor, absolutamente previsibles.

Más de lo mismo. Eso sí, cada vez más ridículo y absurdo, pero siempre previsible.

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