Las Abuelas de plaza de Mayo presentaron oficialmente a Mario, el muchacho de Las Rosas que desde este lunes se enteró que había nacido en cautiverio en Tucumán, donde fue arrebatado de las manos de su madre.
La mamá de Mario, Sara, una ex presa política de la dictadura lo buscaba desde hace treinta y nueve años. La presentación fue en una conferencia de prensa encabezada por la presidenta de la entidad, Estela Carlotto, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresneda y el nieto recuperado, el 119 encontrado por el organismo de derechos humanos.
“Estas cosas pasan porque hay un pueblo que en paz va recorriendo este camino», expresó Estela de Carlotto, quien confirmó que el joven ya conoció a su madre, Sara.
“Cuando te encontrás con tu mamá ves la película de tu vida en blanco y negro. Te acordás de cuando eras chico, de cómo te criaron y que te buscaron”, dijo Mario. Y agregó: “Tengo la suerte de haber encontrado a mi mamá con vida, es un milagro. Tengo que aprovecharlo y tienen que aprovecharlo mis hijos”.
“Agradezco a todos los que componen Abuelas y Conadi, dan una contención impresionante. La fuerza para que uno venga”, contó.
Como en el caso de Mario, hubo otros cinco hijos que recuperaron su identidad robada por el terrorismo de Estado y se reencontraron con sus padres biológicos.
El joven se había presentado tiempo atrás en la filial de Abuelas en Rosario para averiguar su origen.
En la conferencia de prensa, Carlotto leyó un comunicado –que ya se puede leer completo en la web de Abuelas–, en el que se reconstruye parte de la historia de Mario y Sara.
Comunicado completo leído por Carlotto
Encontramos a un nuevo nieto que hoy puede abrazar a su madre
Las Abuelas de Plaza de Mayo informamos la restitución de otro nieto, el caso número 119 que logramos resolver. Hoy, nuestro nieto se encontró por primera vez con su madre y este es un hecho extraordinario que queremos celebrar. Se trata de la quinta mamá que pudo recuperar a su hijo apropiado por la dictadura.
Las búsquedas
Sara (cuyo apellido preferimos mantener en reserva) nació el 25 de enero de 1956 en Tucumán. En 1975, trabajaba en un hotel de la capital de esa provincia, donde vivía junto a sus dos hijas, de 3 años y de un año.
En julio de 1975, al regresar del trabajo por la madrugada, fue interceptada por un auto en la puerta de su vivienda. La llevaron a una comisaría, luego a la Jefatura de la Policía provincial y posteriormente a la Cárcel de Villa Urquiza, en donde permaneció en calidad de detenida-desaparecida y dio a luz en cautiverio, en la misma cárcel, entre mayo y junio de 1976. El bebé le fue arrebatado inmediatamente por un enfermero y Sara jamás lo volvió a ver.
Fue liberada en noviembre de 1976 a la vera de un cañaveral, y desde ese sitio caminó hasta el Hospital del Carmen en donde permaneció internada hasta que pudo volver a su casa.
Sara, lógicamente, vivió atemorizada por el martirio que le tocó vivir. Treinta años más tarde, a través de una persona conocida y acompañada por la agrupación H.I.J.O.S, se puso en contacto con la Secretaría de Derechos Humanos de Tucumán, en 2004. En 2006 se contactó con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, y allí tomó intervención la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). Este organismo abrió un legajo de investigación y en septiembre de 2007 su sangre fue ingresada al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) con la esperanza de dar con el paradero de su hijo.
Mientras tanto, el joven fue haciendo su propia búsqueda. Desde muy chico sospechaba que no era hijo de quienes lo criaron y si bien a él nunca le confirmaron esta duda, personas de su entorno sí conocían su situación. Inscripto como nacido en 1977 en una localidad de la provincia de Santa Fe -donde se crió-, sus dudas fueron creciendo con el tiempo.
En febrero de este año, se animó a presentarse en la filial de Abuelas de Rosario, se le brindó la contención y el acompañamiento que se ofrece a todos los que se acercan para averiguar su origen, y se derivó su caso a la CONADI. En agosto se cursó el pedido al BNDG para que se le efectúe la extracción de sangre y, el 19 de noviembre último, se informó el resultado del entrecruzamiento, que confirmó que es hijo de Sara.
La verdad
A pesar de las condiciones extremas en las que lo gestó y alumbró, Sara siempre consideró como su hijo a ese bebé que le arrebataron, al que no llegó a conocer pero escuchó llorar segundos después de parir. Ese bebé en su vientre, al que «ahijó» durante su detención y también después, a quien imaginó como un varón toda su vida, al que buscó primero en soledad y luego con el apoyo del Estado, hoy conoce la verdad.
Durante estos últimos años se han ido consolidando la Memoria, la Verdad y la Justicia como pilares irrenunciables para la sociedad. Hoy, que desde algunos sectores políticos, mediáticos y judiciales se intenta dar voz a la idea de reconciliación, se evidencia una vez más la necesidad de profundizar las investigaciones. Aún hay desaparecidos con vida y graves delitos por juzgar. Reivindicamos la valentía de Sara en la búsqueda de su hijo y la acompañamos en la alegría de este encuentro.
Por todos los nietos y nietas que desconocen su verdadero origen, por todas las víctimas que aún no alcanzaron justicia y para que estos crímenes nunca más se repitan, no permitiremos dar ni un paso atrás.
Otros cinco hijos de desaparecidos que se reencontraron con sus madres
Mario Bravo el nieto 119 en recuperar su identidad es el sexto que puede reencontrarse con su madre biológica, ya que ya hubo otros cinco nietos que recuperaron su identidad robada por el terrorismo de Estado y se reencontraron con sus padres biológicos.
La primera nieta que recuperó su identidad y pudo reencontrarse con su madre fue Tamara Arze, que nació el 22 de julio de 1974 y cuando tenía un año y medio, su madre, Rosa Mary Riveros, fue secuestrada y ella quedó al cuidado de una pareja, hasta que una patota irrumpió en la casa y las fuerzas de seguridad la dejaron con unos vecinos.
Les dijeron que regresarían a buscarla pero ante la falta de noticias, los vecinos acudieron a la comisaría de la zona, donde fueron amenazados y decidieron quedarse con la niña.
Rosa pasó por diversos centros clandestinos y finalmente fue legalizada como presa política, la liberaron en 1981 y fue expulsada del país.
Consiguió asilo en Suiza, desde donde continuó su búsqueda en permanente contacto con Abuelas de Plaza de Mayo y a través de las Abuelas pudo localizar a Tamara que se reencontró con su madre en 1983.
Al año siguiente, Felipe Gatica Caracoche, se reencontró con sus padres Ana María Caracoche y Juan Oscar Gatica, mientras que su hermana María Eugenia lo pudo hacer meses más tarde, en septiembre de 1985.
María Eugenia había nacido el 6 de febrero de 1976 en Bahía Blanca y Felipe el 23 de diciembre de ese mismo año, y en 1984 sus padres pudieron localizar primero a su hijo varón y un mes más tarde, en septiembre, pudieron reencontrarse con María Eugenia.
El secuestro de la hija mayor de Caracoche y Gatica fue en marzo de 1977, cuando estaba temporalmente al cuidado de Susana Falabella y José Abdala, mientras su madre viajaba a Buenos Aires con su hermano menor, y un grupo de hombres vestidos de civil los secuestró en la ciudad de La Plata.
A Ana María la secuestraron un mes después, mientras estaba con su bebé, refugiada en una casa de la localidad de Berisso y estuvo en el centro clandestino La Cacha y en el Pozo de Banfield, y recuperó su libertad en mayo de 1977.
Después de lograr recuperar a Felipe, que había sido entregado a militares por una vecina, el matrimonio supo que María Eugenia había sido inscripta como hija propia por el comisario Rodolfo Oscar Silva y su esposa Armanda Elisabeth Colard y pudo ser restituida por un juez penal casi un año después, el 18 de septiembre de 1985.
Otro de los nietos recuperados que pudo reencontrarse con su madre es Simón Antonio Gatti Méndez, ya que en 2002, el joven acudió a Abuelas porque dudaba sobre su identidad y un examen de ADN confirmó que era hijo de Sara y de Mauricio Gatti.
De esta manera, el nieto número 72 en recuperar su identidad se reencontró con su madre, Sara Méndez, quien había sido secuestrada en julio de 1976 por un grupo de tareas que se llevó al bebé, de veinte días de vida.
Sin embargo, a su padre no llegó a conocerlo, había fallecido en 1991.
La nieta 107 también pudo reencontrarse con su madre, María de las Mercedes Moreno, ya que en 2012 con la ayuda de la filial de Abuelas en Córdoba, logró que la justicia federal convocara a la joven, que accedió a realizarse el examen ADN y confirmó su verdadera identidad.
Al momento de recuperar su identidad, la hija de Moreno pidió preservar su nombre y apellido, y lo que se pudo conocer es que había nacido en la maternidad adonde la habían trasladado desde el Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba -conocido como «D2»-, que funcionaba como centro clandestino.
Su madre dio a luz encadenada y se la sacaron inmediatamente. A María de las Mercedes la llevaron otra vez al centro clandestino, y permaneció allí hasta 1979.
Fuentes: TV Pública/Infojus Noticias/Télam.