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Al que nace Barragán, es al ñudo que lo fajen. Sin perder el buen humor ni la grandeza de reírse de sí mismo, Carlos Barragán reflexiona sobre un presente peliagudo en donde los derechos conquistados parecen desmoronarse como un castillo de naipes. Pero a la vez, destaca, existe algo imposible de quitar y que de alguna manera es el gran capital de una década ganada: la conciencia que sigue activa en miles de personas.

Humorista, periodista y hombre de medios, trabajó muchos años en Radio Mitre y fue guionista –entre otros– de Lalo Mir, Elizabeth Vernaci, Humberto Tortonese, Gillespi y del recordado Adolfo Castelo. En 2009 recaló en el programa 678 donde su humor político tuvo páginas memorables, en especial por sus temas musicales sobre cuestiones de la agenda pública. Con el tiempo se transformó en uno de los conductores de ese espacio urticante de la TV Pública que ya se ganó un lugar en la historia del periodismo argentino. Y también conducía Todos en Cuero, que fue levantado de la programación por la nueva gestión de Radio Nacional.
La producción local Poné la pava, que se emite de 7 a 9 por FM Gran Rosario, le hizo una jugosa nota que el eslabón comparte con sus lectores.

—Después de haber laburado en la radio y en la tele, sobre todo con la exposición que generó un programa como 678, ¿cómo estás ahora que cambió todo?
—Y si, cambió todo. Y justamente me echaron por haber estado en 678 y por, definitivamente, imaginate, ser el autor de Soy la Mierda Oficialista. Y no hay manera de convencerlos de que no soy kirchnerista (risas).
Hoy me río pero así como me echaron a mí, estos tipos que son macartistas, tipos que hacen persecución ideológica; están echando a la gente que labura en el Estado o en los ministerios, les ven el facebook y los echan. O sea: ¡Están locos!
Creo que no nos tenemos que acostumbrar, hay que denunciarlos, hay que seguirla, porque nosotros no echamos a nadie por ser de derecha o por ser macrista o facho. No echamos a ningún periodista. No está dentro del marco de una convivencia democrática echar a alguien porque piensa de determinada manera.

—¿Te imaginabas un escenario tan abrupto?
—La verdad que no. En principio, ni siquiera imaginé que iban a ganar. Uno estaba con que «uhh gana Scioli, qué lástima que no vamos con Kicillof», ponele, (risas)… Y ya estábamos un poco como bardeados… Igual creo que a Scioli después aprendimos a quererlo, como la canción del Comandante Che Guevara (más risas).
Pero esta gente que llegó al gobierno, hace rato que quería llegar echando al gobierno anterior y no por medio de elecciones. Son la misma gente que hizo el intento de voltear a Cristina un montón de veces y que tenían a su pollito, que es este Mauricio Macri… Yo no estoy de acuerdo con algunos de nuestros compañeros que analizan y que han dicho que es una derecha moderna y democrática. Bueno, está demostrado que no lo es, yo nunca lo creí. Ellos llegaron por los votos al gobierno pero se comportan con si hubieran destituido una dictadura, que era lo que ellos querían hacer, lo que ellos inventaron: que vivíamos en una dictadura y que ellos luchaban contra esa dictadura. Y bueno, quieren limpiar como si hubiera habido un gobierno militar. Realmente, si no se ubican un cacho, esto no va a terminar muy bien.

—¿Es una locura o una exageración comparar esto con el golpe del 55, que intentaba también borrar una identidad desde varios lugares?
—Yo digo que cambiaron la manera de llegar pero no el plan de qué hacer cuando están en el poder. Escribí (la semana pasada en DiarioContexto.com.ar) sobre una columna de (Jorge) Lanata y otra de (Pablo) Sirven, los dos pidiendo lo mismo. La de Lanata era más delirante y sanguinaria –como es él–, muy violenta. El tipo hacía un silogismo muy jodido, peligroso y muy estúpido que es decir que los kirchneristas son como lo montoneros y los montoneros eran como los Khmers Rouges (jemeres rojos) de Camboya, los maoístas hijos de puta locos y delirados que mataron a un cuarto de su población. Entonces, de ahí sigue un razonamiento que dice que finalmente acá, como la dictadura militar mató a los montoneros, eso nos ha salvado de lo mismo que pasó en Camboya ¡O sea que los montoneros iban a matar a 5 millones de personas! En resumen, dice hay que acabar con el kirchnerismo porque son «esa gente». Lo mismo hace Sirven, que le pide a Macri que el 1º de marzo haga la lista de toda la corrupción y arranque con la persecución. Y hablan de «refundación»… por supuesto: es parecido al 55.
Quieren un país sin la opción nacional y popular, quieren que se acabe la opción nacional y popular. No sé hasta dónde piensan llegar pero lo plantean, y es muy jodido. Hay que estar muy atentos.

—Y aquella canción de la “mierda oficialista” va a tener que cambiar…
—Ahora no sirve más (risas). El otro día pensaba también que éramos oficialistas pero nunca tuvimos el poder. Fue fácil para los que no venimos de un peronismo histórico y que nunca fuimos oficialistas de ningún gobierno. Pero Cristina y Néstor nunca tuvieron el poder, tuvieron el gobierno. Y fue un oficialismo raro porque estuvieron por fuera de los poderes permanentes. Y ahora pensaba en la diferencia con la política «normal», la antipolítica, que creo que es lo que llegó ahora. Porque uno se imagina a muchos de éstos recibiendo a empresarios, jugando al golf con algún embajador o con algún empresario, y esas cosas en los doce años anteriores no pasaron.

–En todo el país han surgido las “plazas del pueblo” con miles y miles de personas, y vos estuviste en esas movidas…
—Estuve recorriendo mucho esas plazas en diciembre, y ahora voy a volver (este domingo 18 de febrero en la plaza Kennedy de San Martín, junto a Leopoldo Moreau y Hernán Brienza). Esa es la ganancia que tuvimos de todos estos años, no tiene que ver con los derechos que se pueden perder. De hecho yo perdí mi derecho a laburar y mucha gente perdió el derecho a escucharme. Y así se irán perdiendo otros derechos cuando se desarmen los planes estructurales del Estado. Eso es pérdida de derechos. Pero lo que no nos van a poder sacar es la conciencia, esa la ganamos. La conciencia la ganamos haciendo mucho esfuerzo, porque a veces usar la cabeza es un esfuerzo, hay que tenerlo en cuenta también.
Hay que usar no sólo la inteligencia, también hay que usar el corazón y el compromiso, las ganas. Estas plazas se hacen en verano con 40 grados, hay que levantar el culo de tu casa, hay que ir y hay que poner el cuerpo. Y todo eso es porque se generó una conciencia, porque no pensamos más que los políticos te arruinan la vida y que son todos iguales. Esa frase quedó muy lejos y hay mucha gente que entiende todo.
A mí me da mucha impresión que en esas plazas, en donde hay miles y miles, entienden cómo funciona el mundo. Porque uno puede tener el prejuicio de que por ahí la gente va, no por el choripan, pero sí quizá por cuestiones más superficiales como el «aguante» y por Cristina, por Néstor, por una cuestión de la camiseta. Pero no: la gente va porque entiende, y entiende que nos van a cagar.

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