La vicepresidenta, en un emotivo abrazo con "Quique" o "Pan Triste", según las dos versiones.
La vicepresidenta, en un emotivo abrazo con «Quique» o «Pan Triste», según las dos versiones en pugna.

La vicepresidenta quiso coronar un cruce epistolar con un ex soldado de Malvinas visitándolo en Puerto Madryn. El emotivo encuentro se produjo, pero el «veterano» nunca pisó las islas: era panadero en el regimiento.

En el lejano y trágico 1982, una joven Gabriela Michetti, que jamás hubiese pensado que llegaría en silla de ruedas a la vicepresidencia envió una esquela, como lo hicieron tantos argentinos, a los soldados que combatían en el conflicto del Atlántico sur.

Aquella misiva cayó en manos de «Guille», el apodo con que Michetti hizo famoso a un ex soldado cuando lo visitó el 28 de marzo, unos días antes de cumplirse el 34 aniversario de la conflagración.

Según el relato de Carlos Guajardo en el diario Clarín, cargado de épica, «la vicepresidenta de la Nación Gabriela Michetti se reencontró en Puerto Madryn, Chubut con un ex combatiente de Malvinas al que le había escrito una carta durante el conflicto bélico». La nota, publicada el 30 de marzo, dos días después de la visita, abunda en algunos datos pero resulta morosa en otros: «el ex soldado, del que no se brindó información sobre su identidad, había guardado la nota enviada al frente de batalla por quien entonces era una joven de 17 años que estudiaba el bachillerato en Ciencias Políticas».

Lo cierto es que Michetti se apersonó a Puerto Madryn. Según la crónica del matutino porteño, «Quique» reconoció a Gabriela el año pasado y la llamó por teléfono, llamado que finalmente derivó en la visita, cuya cocina Guajardo describe así: «Michetti estuvo en Madryn. Simuló una visita al intendente Ricardo Sastre, se reunió con el gobernador Mario Das Neves y visitó un comedor infantil y una escuela. Después se retiró diciendo que iba a cumplir con un «trámite personal»…Ese trámite era nada menos que encontrarse con aquel soldado que al igual que muchos otros había recibido cartas de estudiantes y chicos mientras peleaba en el campo de batalla».

Hasta ahí, una historia que da incluso para derramar algunas lágrimas. Pero la cruel realidad suele toparse con los cuentos de hadas, con consecuencias imprevisibles.

Cuando Michetti subió a las redes sociales su encuentro con «Quique», el Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Puerto Madryn saltó como gato que pisa el brasero. Así lo reveló Diario Jornada, que publicó lo siguiente: «El Centro de Excombatientes de Malvinas de Puerto Madryn salió este lunes al cruce de la historia entre la vicepresidenta Gabriela Michetti y un veterano de guerra que vive en Puerto Madryn, al que sólo se conoció a través de un video por su apodo «Quique»».

Parece que a la idílica historia le faltaban detalles. El lunes 4, en el programa Esta Boca es Mía, que se emite por FM Tiempo Madryn, Guillermo Huircapan, representante de los ex combatientes, denunció que «la persona a la que la vicepresidenta visitó no es un veterano de Malvinas sino un ex soldado que trabajaba en la panadería del Regimiento 25 de Sarmiento y nunca pisó las Islas».

Huircapan fue más allá e interpretó las causas profundas del fallido homenaje: «La poca importancia que éste Gobierno (le da) a la causa de Malvinas hace que caigan en este error».

¿Qué pasó con la edulcorada versión de Clarín, que daba cuenta de «aquel soldado que al igual que muchos otros había recibido cartas de estudiantes y chicos mientras peleaba en el campo de batalla»? ¿Adónde fue a parar el tono emotivo que llevó a Guajardo escribir que Michetti «34 años después, pudo ver en persona a quien la había escrito: nada menos que la actual vicepresidenta. El excombatiente le mostró la carta que aún conserva en forma impecable. Ambos mantuvieron una charla. Y después la vicepresidenta volvió a Buenos Aires sin que muchos se enteraran sobre el verdadero motivo de su visita al sur».

Pues bien, cuando muchos se enteraron saltó la liebre. El artículo de Diario Jornada destaca que el Centro de Ex Combatientes rechazó «la versión de la historia que ahora toma ribetes de papelón: «Se cayó la hipótesis de que se trataba de un presunto Veterano de Guerra y se afirma la versión de que se trata de un soldado que hizo el servicio militar en el Regimiento 25 de Sarmiento, donde se desempeñó en la panadería, pero que nunca fue destinado a Malvinas. Aguardamos que en algún momento «Pan Triste», el protagonista, brinde su versión de los hechos y que aclare si la concreción de esta reunión se produjo porque se presentó argumentando que era veterano de guerra usurpando un título honorífico que no le corresponde»».

El final de la historia, que ya cuenta con un repudio de los ex Combatientes de Rosario en su perfil de facebook, está lejos del tenor empalagoso que le otorgó Clarín al fallido suceso. Cuando el sábado 2 de abril la vicepresidenta subió a sus distintas cuentas de redes sociales el video del «emotivo encuentro con una persona a la que ella sólo refiere como «Quique», los excombatientes de Madryn lo vieron e identificaron a la persona, que en Madryn es conocida como «Pan Triste» y trabaja en una empresa de turismo», remató Jornada.

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