
Es sabido que la economía argentina tiene un problema de restricción externa que la enfrenta con un serio obstáculo para su crecimiento y desarrollo: la escasez de divisas, esto es de dólares. Un sinnúmero de materias primas, insumos y bienes finales que no se producen internamente son requeridos diariamente al resto del mundo para que el aparato productivo no se detenga y funcione normalmente la vida de un país que tiene que alimentar las necesidades crecientes de una comunidad que evoluciona.
Si entrar en consideración respecto al origen de este problema estructural de la Argentina, la primarización de la económica, la falta de un aparato industrial nacional sólido y consistente, la apertura comercial, el déficit energético y el incremento de la deuda externa, son elementos que agudizan el problema generando incertidumbre acerca de la capacidad de superarlo con éxito en el mediano y largo plazo.
Por todo ello, las divisas, para ser más claros el dólar, son un bien que reviste carácter estratégico para el desarrollo armónico del país, para el conjunto de los argentinos. En efecto, el dólar tiene una valoración social que seguramente supera la cotización de “los mercados” porque sirve para cubrir necesidades vitales de la ciudadanía. Por ejemplo: ¿Cuánto vale una divisa que paga un medicamento que salva vidas y que solamente se produce en el exterior? ¿Qué valoración social tiene un dólar que compra energía en sus diversas formas para sostener las industrias que dan trabajo y permiten el sustento de miles de familias?
Sin embargo, el mismo dólar que paga estas necesidades básicas de una comunidad, paga la compra de bienes suntuosos, la acumulación desmedida de ganancias mal habidas, el resguardo de activos en cuentas off shore (o en el colchón de casa), o son utilizadas para fugar recursos y evadir impuestos locales, entre otras actividades que, siendo legales o ilegales, afectan negativamente el interés de toda una comunidad.
Partiendo de esta base, el tan mencionado “levantamiento del cepo cambiario”, o mejor dicho, la desregulación del mercado cambiario, coloca en un mismo plano de importancia los distintos usos que se pueden hacer de la moneda extranjera, restando importancia a la función social y estratégica que ésta cumple en una economía como la argentina.
En este marco, el proceso de endeudamiento externo que está promoviendo nuevamente el actual gobierno, es a su vez un mecanismo que permite socializar los costos y privatizar los beneficios. En efecto, la emisión de deuda externa viene a nutrir de dólares las reservas del Banco Central de la República Argentina; la desregulación del mercado cambiario permite que los agentes económicos que tienen grandes ganancias en su operatoria local (o sea, en pesos) las conviertan en moneda extranjera, a un tipo de cambio relativamente bajo, producto de la mayor oferta de dólares dispuestas en el mercado por la vía del endeudamiento.
A medida que la economía va demandando mayor cantidad de divisas producto del crecimiento económico, una mayor apertura externa, la remisión de dividendos o la liquidación de posiciones en moneda local, el círculo vicioso del endeudamiento se activa nuevamente, anticipando las dudas sobre la capacidad de pago de los compromisos externos. Un proceso semejante se vivió en Argentina a principio de la década del ’80 y como corolario de la Convertibilidad, que estalló en el año 2001.
El resultado de estas situaciones es que la abultada deuda pública (externa e interna) queda sobre las espaldas del conjunto de los argentinos, y afecta principalmente a los sectores de menores recursos mediante el achicamiento de las prestaciones del Estado, las medidas de ajuste que afectan la dinámica económica, la destrucción de empleo y las recurrentes devaluaciones que se necesitan para mejorar la posición exportadora que permita el ingresos de dólares genuinos.
Para ese entonces, los grandes grupo económicos y sectores concentrados de poder, ya habrán convertido sus ganancias a moneda extranjera, usufructuando las libertades cambiarias y apropiándose de las divisas a un precio mucho menor al valor de los sacrificios que toda la sociedad debe enfrentar para salir de la crisis.
Es cierto que la propaganda mediática ha logrado inculcar en la conciencia de muchos argentinos que cada uno tiene el derecho de comprar los dólares que quiera. Sin embargo, la experiencia que aporta la historia argentina y las amenazas crecientes que se presentan en el actual contexto macroeconómico, son más que suficientes para poner en crisis las motivaciones egoístas de acceder a la moneda extranjera sin medir correctamente los costos sociales de tal conducta, porque al final de cuento, siempre son unos pocos los que se llevan las ganancias, pero las grandes mayorías sólo conserven en sus manos las cuentas impagas por saldar.
* fundación@pueblosdelsur.org
» “Socializando pérdidas y privatizando ganancias”
11/05/2016 en 17:41
[…] El artículo también está disponible en: http://www.redaccionrosario.com/nuevo/2016/05/10/socializan-perdidas-y-privatizan-ganancias/ […]