El escritor Ignacio Irigoyen lidera un proyecto que inaugura bibliotecas temáticas en escuelas a las que asistieron ex y actuales jugadores, y las bautiza con sus nombres. Están las de los campeones del 86, las de Ruben y Menotti, y se vienen las de Scocco y Batistuta, entre otras.

“Trabajé muchos años como voluntario y dirigente en una Ong, fundando bibliotecas en zonas rurales. Soy escritor y licenciado en letras y siempre me interesó mucho la relación entre la lectura y los más chicos, sobre todo en centros alejados de las grandes ciudades.

Advertí que cada vez se leía menos entre los chicos, y que había que encontrar un mecanismo para fortalecer el deseo por la lectura”, confía de entrada Ignacio Irigoyen. En ese andar buscando un incentivo para que pibes y pibas se acerquen a los brolis, su pasión por la redonda fue lo que le abrió las puertas de un pelotazo. “Me di cuenta que a través del fútbol, no de forma abstracta sino en algo más concreto, había que generar un dispositivo cultural, como estas bibliotecas temáticas, para desarrollar y realizar esto, y que sea continuo y sostenido en el tiempo”, señaló el impulsor de esta gran iniciativa, y agregó: “Es la única forma para que se genere un vínculo más estrecho entre la lectura y el chico, porque si se hacen acciones separadas o fragmentadas es más difícil, entonces se me ocurrió poner las bibliotecas temáticas en el lugar donde habían estudiado grandes jugadores de fútbol, para que eso sea un estímulo”.

Hasta el momento se llevan concretadas 26 bibliotecas, entre ellas las que llevan los nombres de varios de los integrantes del seleccionado nacional que conquistó el título del mundo en México, en 1986. También se inauguraron las de Pablo Zabaleta, Marcos Rojo, Amadeo Carrizo, el Pato Ubaldo Matildo Fillol, y entre las “rosarinas”, las de Marco Ruben y César Luis Menotti, inauguradas en la semana. “Ahora, en un esquema que está auspiciado y apoyado por el gobierno de la provincia de Santa Fe, a través del Ministerio de Educación, estamos desarrollando el proyecto de 8 bibliotecas en esa provincia, de las cuales restan 5: Ignacio Scocco, Gabriel Omar Batistuta, Hernán Díaz, Roberto Abondanzzieri y Javier Mascherano”, detalla Irigoyen.

Primera página

El puntapié inicial de esta historia que fomenta la lectura entre los más chicos, con la pelota como fabulosa herramienta, fue en la Escuela N°26 Patricias Argentinas, de Quilmes Oeste, y fue bautizada con el nombre del delantero que convirtió el tanto decisivo en la final frente a Alemania bajo el cielo azteca. “La primera fue la Jorge Burruchaga, cómo no acordarme”, confiesa orgulloso Irigoyen. El proyecto incluye, además del acondicionamiento del espacio físico, la donación de 200 libros que esperarán ansiosos las caricias de manos infantiles. “La mitad están referidos a la temática del fútbol desde distintas perspectivas: historiográficas, ensayísticas, biográficas, cuentos, libros infantiles. Después tenemos desde Horacio Quiroga hasta la fábula de Esopo”, repasa el escritor, y añade: “Tratamos de repartir el mismo catálogo para todas las bibliotecas. A veces salen libros nuevos y tratamos de conseguirlos. Hay editoriales que donan, esto es un cruce entre voluntariado y la contratación de servicios. Somos una productora cultural y ofrecemos el servicio de instalar esta biblioteca temática, pero a la vez si no tenemos apoyo, tratamos nosotros de donar el tiempo y el trabajo, y conseguir los libros para hacerla igual, sin esperar ayuda”.

Los futbolistas homenajeados acompañan la movida y la mayoría asiste a la inauguración y vuelve a decir presente en la escuela en cuyas baldosas seguramente tiró sus primeras gambetas y gritó sus primeros goles. “Se prestan cada vez que inauguramos una biblioteca con su nombre. Lo más difícil es cuando viven afuera, como nos pasó en la primera que hicimos en Santa Fe, que fue la de (Pedro Pablo) Pasculli, que encima se hizo en la primera escuela de esa provincia, que tiene 425 años. Como no pudo venir de Italia, lo que hicimos fue que se comunique con los chicos a través de Skype”, rememora Ignacio. “Pero muchos han podido estar personalmente y se han copado y emocionado mucho. Ahí las emociones son muy fuertes, porque es como volver al patio de la infancia. Yo siempre digo que salir a la cancha es como salir al recreo”, grafica.

Prologol

Irigoyen es autor de las novelas Los náufragos del Plata y Las vírgenes de Perón, el libro de cuentos breves Taninga y los poemarios Cómo serás mañana, Paraíso de relojes, Las regiones orales y Moscario. También realiza intervenciones callejeras denominadas Poesía súbita (poesía oral improvisada); escribe guiones cinematográficos, uno de ellos fue adaptado por el novelista y guionista británico William Boyd, y tiene varios documentales en su haber: Ulrica. La memoria de los espejos, Lepra y el premiado ¿Alguien ha visto al Fuhrer?

“Mis referentes son Julio Cortázar, Juan Rulfo, Juan José Saer”, dice. En cuanto a escribas que incursionaron en el género de la redonda, este hombre que asegura haber jugado al fútbol toda su vida (“de 10 hasta que me rompí los ligamentos y pasé al arco”), menciona a Roberto Fontanarrosa y Osvaldo Soriano, y recomienda: “Hay un libro muy interesante de Roberto Santoro que sacó en 1974 y que se llama La literatura de la pelota, que empieza a hablar de todos los escritores que trabajaron alguna vez en relación con el fútbol”. Y de futbolistas que se animaron a incursionar en el mundo de la pluma y el papel, destaca: Me parece muy interesante lo que hace Jorge Valdano y leí cosas muy buenas de Juan Pablo Sorín”.

Una de las últimas bibliotecas inauguradas fue la que se erige en la escuela Nº 6370 Pablo Riccheri, de Fray Luis Beltrán, en la que el delantero de Rosario Central, oriundo de esa vecina localidad, cursó sus estudios primarios. “El otro día le hice una poesía súbita a Marco Ruben, cuando fue la inauguración de su biblioteca, porque yo sé que a él le gusta mucho la payada y que es un gran admirador de (José) Larralde, así que me salió una poesía súbita que la improvisé en el momento y quedó ahí, flotando en el aire”.

Antes de despedirse, y tras aclarar que “el club del que soy hincha no lo digo, porque la idea es la de integrar a los chicos y si digo me van a decir que tengo preferencias a la hora de elegir a los jugadores para homenajear”, Ignacio adelanta: “Estoy tratando de hacer en algún momento un proyecto con Central, que se llame biblioteca futbolera Roberto Fontanarrosa. Pero me gustaría sumar en esto a Newell’s, por esto de integrar”.

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