Tras la crisis autoprovocada, el gobierno de Cambiemos y Macri descartaron la política. Pese a los llamados al diálogo y la ampliación de “la mesa chica”, para cumplir con el FMI y profundizar el ajuste, el camino elegido es el apriete y la represión. La clave sigue siendo el rol del movimiento obrero y la oposición real.

Parece desopilante pero en realidad revela por dónde el gobierno de Mauricio Macri visualiza que debe encarrilar la conflictividad social generada por su modelo de negocios disfrazado de plan económico: luego de la brutal represión al gremio de trabajadores de subterráneos y la detención de su líder Néstor Segovia y una quincena de sus compañeros, los trolls macristas lanzaron un juego para “atrapar” metrodelegados.

Sobre un fondo amarillo, y con un patrullero como ícono principal, el juego que los militantes rentados por el jefe de Gabinete Marcos Peña diseminaron por las redes sociales propone un inquietante objetivo: “Tu misión es encerrar a todos los metrodelegados. Tenés que ingresar a cada línea… ¡y atraparlos para que no paren el subte!”.

En realidad, el jueguito es el correlato de las acciones y los dichos del responsable directo del conflicto a nivel local. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, luego de la detención de los 16 metrodelegados que protestaban en la línea H de subte sentenció: “El paro es ilegal porque el gremio es ilegal”.

Esa lectura del conflicto representa elegir los fierros, ya no deja espacio siquiera para la posverdad. De búsqueda de consensos y diálogo, nada. Son ilegales, se los gasea, apalea y se los mete presos.

Una salida similar a la que debieron soportar los trabajadores de Cresta Roja, apenas unas horas antes, cuando el Gobierno nacional dispuso un descomunal operativo de Gendarmería para evitar que los obreros de esa empresa corten la ruta 205, en Ezeiza. Más de un millar de operarios suspendidos acamparon a la espera de una señal del frigorífico, que decidió retener en su planta a 250 trabajadores y dejar en la calle al resto. La respuesta no fue una negociación, sino la amenaza de repetir lo que sucedió una semana antes, cuando los trabajadores fueron reprimidos con balas de sal y drones que arrojaron gases lacrimógenos. Cambiemos elige los fierros mientras convoca a un Gran Acuerdo Nacional (GAN).

Larreta, además de respaldar el operativo policial del martes en la estación Las Heras de la línea H de subte, se mostró como un provocador profesional. Dijo que la Policía “actuó bien y con firmeza, y los sacó (a los metrodelegados)”, y anticipó que si las protestas continúan la cana seguirá actuando así.

El calvo jefe de Gobierno no ignora el origen del reclamo de los metrodelegados, y tuvo a su alcance evitar que se declare el paro por tiempo indefinido, ya que la protesta del martes pasado iba a concluir al mediodía de esa jornada. Pero eligió la represión.

En realidad, el origen de la protesta es el apartamiento de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (AGTSyP) de la paritaria salarial, que se cerró por sólo el 15 por ciento con la Unión Tranviarios Automotor (UTA).

A mediados de abril, el gremio comenzó un plan de lucha en reclamo de la reapertura de la discusión paritaria, de la cual fue apartado por la Corte Suprema de Justicia a través de un fallo firmado un mes antes, en marzo pasado.

El Tribunal dispuso que el único gremio habilitado para discutir la paritaria del sector fuera la UTA, sin tomar nota de la ostensible representatividad de la AGTSyP, entidad que representa a los trabajadores del subte y el premetro desde hace una década.

El fallo cortesano incluso revocó la personería gremial a la AGTSyP, que le había sido otorgada en 2015. Por eso el lord mayor sostuvo la bravuconada de que el gremio es ilegal, luego de ganarse lo que a todas luces puede pasar a ser la frase del año, pronunciada por Segovia: “Larreta, te comiste la poronga de Macri”. La patronal –la empresa Metrovías y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que encabeza Rodríguez Larreta– cerró un acuerdo con la UTA por un 15 por ciento en tres cuotas, que se terminarán de cobrar en enero de 2019.

Es así que los metrodelegados vienen reclamando la reapertura de la discusión, y proponen atar la mejora salarial al nivel de inflación previsto por consultores privados entre un 23 y un 25 por ciento, y que se dé marcha atrás con las sanciones impuestas por la concesionaria Metrovías contra los trabajadores que se plegaron a las medidas de fuerza.

La pobreza CEO en toda su expresión

En la mesa de los que menos tienen cada vez hay menos que poner. La periodista especializada en temas económicos Julia Strada mencionó los principales aumentos de los alimentos en abril, según relevamiento del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Ctep) en el conurbano bonaerense. La carne picada, un 11,33 por ciento; la harina de trigo, el 9,43 por ciento; huevos, 8,53 por ciento; leche, 1,11 por ciento, y el pan, el 1,82 por ciento.

Por supuesto, son promedios, en algunos lugares del país estos aumentos parecen poca cosa frente a los incrementos que sufren, pero lo cierto es que los productos relevados son de primera necesidad, los que niños y ancianos deben consumir si quieren soñar al menos con una mínima calidad de vida.

Un informe de Ámbito Financiero señala que “el consumo promedio de carne bovina por habitante fue de 54,6 kilogramos por año en el primer cuatrimestre, un 1,3 por ciento por debajo del mismo período de 2017”. Los datos fueron proporcionados por la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra).

“La producción de carne bovina en Argentina subió un 3,5 por ciento interanual en abril, a cerca de 215 mil toneladas, en medio de un incremento en la cantidad de reses hembra faenadas”, aportó una cámara del sector. Cruzar los dos datos habla a las claras de quiénes ganan y quiénes pierden. Sube la producción, cae el consumo. Afuera o arriba comen más carne, adentro o abajo, se consume menos.

Los números del informe de esa cámara muestran que “en los primeros tres meses del año las exportaciones argentinas de carne bovina crecieron un 69,9 por ciento interanual, a 72.113 toneladas”.

La consultora Kantar Worldpanel, a través de un estudio que realizó este mes concluyó que “las marcas de precios bajos ganan mercado y son las únicas que en lo que va del año muestran números positivos”. Según el relevamiento éstas crecieron 3 por ciento, a diferencia del resto que cayó un punto.

El análisis señala que “hay dos segmentos de la población para los cuales las marcas «low cost» tienen una mayor relevancia: el primero son los hogares sin hijos y el segundo son las ciudades de más de 500 mil habitantes del interior del país”.

En ese plano, en Rosario, 29 pesos de cada 100 gastados por sus habitantes se destinan a marcas de bajo precio. Le siguen las ciudades de Córdoba y Mendoza, con 25 y 24 pesos, mientras que la media nacional es 20 pesos.

De eso el macrismo no habla, ni tiene políticas para paliar esta crisis que pega en los hogares más vulnerables. La respuesta a los efectos del saqueo de la renta nacional es a puro balazo de goma, con gas pimienta, con drones lanzagases y tropas de asalto en todo el territorio nacional, dispuestas a reprimir el descontento que crece día a día.

No es que sorprenda, pero resulta incomprensible que nadie en el Gobierno repare en que esas recetas siempre sucumbieron ante la atropellada de un pueblo que cuando ya no hay cuerda que tensar, estalla.

El rol de la CGT y la oposición real

Un viejo militante confesaba esta semana en una red social lo que percibe en esta encrucijada política a la que condujo en poco más de dos años la nueva oligarquía.

“Después de más de 40 años de militancia peronista, sé muy bien que el enemigo no es la conducción de la CGT, sé muy bien que el enemigo son los grupos diversificados de la oligarquía y el imperialismo. Pero no puedo dejar de decir que la conducción de la CGT debe honrar la lucha de la central obrera y sus trabajadores en la resistencia a las dictaduras, contra la oligarquía; que honre a dirigentes enormes como Atilio López, Raimundo Ongaro, Sabino Navarro, Andrés Framini, Saúl Ubaldini, Agustín Tosco, y tantos otros que pusieron el cuero en momentos difíciles de nuestra Patria, hasta entregando su vida. Por eso el pueblo le debe exigir a estos burócratas atornillados a sus sillones y millones que convoquen a un paro nacional ya”.

Ese dolor es compartido por miles de trabajadores, jubilados, estudiantes y militantes a lo largo y ancho del país, y en modo alguno invalida el rol histórico del movimiento obrero organizado, más bien parecería indicar que se trata de un grito de alerta, una señal para sacar de un sopor que no afecta exclusivamente a la CGT, pero que dado el poder simbólico y de convocatoria que tiene la central obrera, resulta imperioso ser tomado en cuenta por la dirigencia.

Luego de la represión a los metrodelegados, la CGT tardó en reaccionar, pero lo hizo. El Consejo Directivo de la central obrera se pronunció contra la embestida de la Policía de Larreta y a través de un comunicado se plantó contra la política de ajuste del gobierno de Macri.

La CGT, en el documento, “repudia la represión hacia dirigentes gremiales representantes de trabajadores de Subtes. El accionar de las fuerzas policiales al servicio de un Estado represivo ante las manifestaciones pacíficas de los trabajadores sólo dan una muestra más del camino elegido para aplicar el ajuste económico, social y laboral”.

La central obrera, pese al fallo de la Corte Suprema, reconoce a la AGTSyP como la legítima organización representativa de los laburantes de subterráneos, y advierte sobre «el accionar de las fuerzas policiales al servicio de un Estado represivo ante las manifestaciones pacíficas”, como “una muestra más del camino elegido para aplicar el ajuste económico, social y laboral”.

En otro tramo del comunicado, la CGT expresó que «la imposición de techos paritarios no procura ser una herramienta de lucha contra la inflación sino de disciplinamiento de las fuerzas gremiales, a lo que se suma la intervención policial antes que el diálogo constructivo, por lo que es imposible avanzar en el camino de la paz social que la sociedad requiere».

En la misma sintonía, el bloque de diputados nacionales del Frente para la Victoria se manifestó: “El Gobierno sólo atina a responder con palos, e intenta enfrentar a trabajadores que reclaman con trabajadores que deben usar el servicio”.

La bancada que conduce Agustín Rossi indicó que “las detenciones arbitrarias de los delegados sindicales violan además el derecho a huelga consagrado en el artículo 14 bis de nuestra Carta Magna”. Y agregó que “en lugar de respetar estos derechos y realizar una propuesta salarial digna, el Gobierno sólo atina a responder con palos e intenta enfrentar a trabajadores que reclaman con trabajadores que deben usar el servicio”.

Asimismo, la bancada de Unidad Ciudadana en la Legislatura porteña señaló en un comunicado su repudio ante “la represión y las detenciones ejercidas sobre los trabajadores y trabajadoras del subte”, y exhortó “al jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, a hacerse cargo de este conflicto, convocando a una mesa de diálogo, en lugar de recurrir reiteradamente a la represión policial como primera y única medida”.

Este último comunicado fue emitido por los diputados Mariano Recalde, Lorena Pokoik, Carlos Tomada, Paula Penacca, Javier Andrade, Andrea Conde, Victoria Montenegro y Leandro Santoro. Algunos de ellos se hicieron presentes y permanecieron en la sede de la Comisaría 30 de la Policía de la Ciudad, la seccional a la que fueron trasladados Segovia y otros metrodelegados detenidos.

El silencio de otros bloques no merece mayores comentarios. Sus referentes y líderes son consecuentes con lo que han venido votando en los últimos 29 meses, casi siempre claramente alineados con las necesidades del macrismo, o poniendo parches que operan como excusa ideal para hacer un seguidismo vergonzante.

Pero ni la CGT ni los bloques peronistas kirchneristas y aliados tuvieron los mismos reflejos y actitudes, por ejemplo, con los trabajadores de Cresta Roja. Y algo peor, no suman esos conflictos, no los engloban en una ofensiva general de Cambiemos, junto a otras luchas que se desarrollan en otras provincias.

Da la sensación de que hay un pánico escénico que les impide –a la central obrera y a la oposición política– pensar en conjunto y poner en juego una serie de hechos políticos contundentes, que frenen en forma concreta la ofensiva de la neo oligarquía, un plan de lucha que no se circunscribe sólo a un paro general, sino que tenga como objetivo disputarle poder real a un Gobierno que se ha puesto a sí mismo contra las cuerdas.

Si el temor es a que una parte del electorado o la opinión pública piense que no dejan gobernar, pierdan cuidado, sin que hagan nada de eso ya lo están diciendo. Ése argumento y el de que no fueron lo suficientemente duros al comunicar la “pesada herencia” son parte de la batería de infamias con que los funcionarios PRO, radicales y de la Coalición Cínica alimentan la hoguera de la posverdad.

Para millones de argentinas y argentinos las elecciones de 2019 están en otra dimensión, a miles de años luz. Y la dirigencia que defiende un proyecto de Nación inclusiva, justa, libre y soberana, debería tener en claro que es necesario actuar antes de que cunda, como en otros momentos de la historia, el “que se vayan todos”, un escenario bastante más cercano que los comicios presidenciales.

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