El notable libro de Eduardo Toniolli sobre Manuel Gálvez y el nacionalismo argentino, es un acontecimiento para celebrar. Hace tiempo que no aparecía en nuestras librerías una investigación profunda sobre nuestro Benito Pérez Galdós. Decía el autor español, con palabras que podrían ser firmadas una por una por el gran Manuel, y nos ayudan para entender su obra: “Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea…”.
Describe el joven ensayista, con mano maestra, los avatares, logros y contradicciones de un escritor y corriente de pensamiento que han dejado profundas huellas en nuestra historia. Bebiendo en fuentes inéditas o poco conocidas, este libro es el mejor acercamiento al escritor nacido en Paraná, pero de profunda raigambre santafesina. Obras que estudiaron al autor de La maestra normal, como las de Mónica Quijada y Hebe Clementi, a pesar de sus aportes, son superadas por este libro profundamente nacional.
Gálvez es analizado íntegramente, desde su juventud con su tesis doctoral de principios del siglo veinte, donde se preocupaba por la inseguridad de la vida obrera hasta su novela póstuma, La Gran Familia de los Laris, pasando por sus novelas más famosas como Nacha Regules, El mal metafísico y sus extensas biografías, entre las que descuella su Vida de Hipólito Yrigoyen: el hombre del misterio.
Don Manuel ha escrito una obra inmensa, donde abundan magistrales novelas de carácter histórico, tan en boga en nuestra época. A pesar de su prosa sencilla, no es un autor que pueda ser leído “de un tirón”. Exige su lectura paciencia y atención, porque pertenece a esa escuela realista donde los detalles son muy significativos, dueño de una estética lejana a nuestros audiovisuales días.
Pero el interés por Gálvez, y eso lo señala Eduardo, no es sólo por su escritura, también nos interesa en él sus reflexiones sobre el nacionalismo, la realidad de su época y como expresa en sus extensas Memorias, el considerarse a sí mismo como un precursor del Justicialismo en materia de justicia social. A pesar de no haber sido nunca peronista, como muchos suponen, sus reflexiones en materia política, su brega por un “socialismo al uso de los criollos”, lo hace un importante antecedente teórico del movimiento fundado por Juan Domingo Perón.
Durante su larga vida, frecuentó muchos círculos sociales, que le granjearon grandes amistades, de personajes tan alejados entre sí como Juan B. Justo y José Félix Uriburu, y también enemistades profundas como la que tuvo con Leopoldo Lugones.
Hombre de sólidas convicciones católicas, no tuvo empacho en dar respaldo a jóvenes autores de otras corrientes de pensamiento, como fue el caso de Jorge Abelardo Ramos, a quién escribía en 1949: “Me he alegrado al saber que hay un pensador de su talento y personalidad. A pesar de la ortodoxia marxista, se mueve con independencia de criterio”.
Es inspiración de muchos escritores de fe cristiana, incluso hogaño. No es casualidad, entonces, que en una de sus novelas más logradas, la única que logra salvarse de las miserias humanas, sea una monja de encierro, lo que demuestra la ideología última del prosista.
Cuesta imaginar hoy un autor que tuviera el éxito de ventas de Gálvez, que vivió toda su vida, a pesar de su título de abogado, de la demanda de sus libros. Sin embargo, hoy se lo lee muy poco, y su obras no son reeditadas.
El libro del doctor Toniolli, además, ofrece un panorama integral de esa corriente bastante desconocida, cuando no caricaturizada, como lo hace el británico David Rock, que es el nacionalismo de nuestra patria. Se detiene y analiza la obra de Carlos Ibarguren, Julio Irazusta, Juan Carulla y Ernesto Palacio, a los que dedica pormenorizados análisis, que seguramente abrirán nuevas perspectivas en la materia. Es bastante escandaloso que la única biografía exhaustiva de un historiador talentoso como Julio Irazusta, se la debamos a la investigadora japonesa Noriko Mutsuki. Otro de los condimentos interesantes del libro son los comentarios sobre el pensamiento contrarrevolucionario, en particular la de los enemigos de la Revolución Francesa. Louis de Bonald, Joseph de Maistre, Antoine de Rivarol, Edmund Burke y Juan Donoso Cortés, son diseccionados con aguda conciencia crítica.
En síntesis, nos encontramos ante un excelente libro, muy bien escrito, que nos hace esperar con interés los nuevos aportes de Eduardo Toniolli para la comprensión de nuestra realidad. Realidad que, no sólo quiere interpretar, sino también, transformar profundamente.
Fuente: El Eslabón