«En una mateada me contaron que al cementerio del pueblo lo inauguraron con un difunto prestado de Gualeguay, porque no había ninguno propio», comenta María Esther de Miguel como al pasar, y de este lado de la página se siente el fogón, el pase del mate de mano en mano, las sonrisas iluminadas bajo la noche y el brillo de unos ojos que saben leer la vida. 

Entre 1984 y 1987, la escritora entrerriana imprimió su inconfundible huella en las páginas del porteño El Cronista Comercial. Esa obra, clave para quienes desean conocer las múltiples facetas de una voz única, hubiera quedado perdida y olvidada en los archivos de las hemerotecas, de no ser por el meticuloso trabajo de investigación de la profesora e investigadora Daniela Churruarín. Un texto que tuve el placer y la responsabilidad de editar, Invitados a las crónicas de María Esther de Miguel es una vuelta a la conversación, a la charla cotidiana, a la intimidad del hablar escrito.

Las más de cuarenta crónicas que integran el libro son un pasaje a la reflexión sobre lo diario, lo que nos construye, lo más humano de nuestra existencia. Sus palabras nos asoman a esos temas que incluso hoy son las bases de nuestra agenda individual y colectiva: el avance de la tecnología; el crecimiento de las ciudades; la folklorización del interior; la democracia en desarrollo ‒«[e]stamos en un punto de flexión que obliga a continuar apelando a lo mejor de nuestra propia cantera, para no perdernos nuevamente en bifurcaciones suicidas», dispara cuatro décadas atrás y penetra en nuestros días‒; la necesidad de conservar y proteger lo simple; la identidad criolla y latinoamericana ‒«durante mucho tiempo, los latinoamericanos respondimos a versiones casi idílicas cuando no míticas o simplemente fantasiosas respecto a cómo éramos», denuncia, entrerrianísima, de Miguel‒; la violencia de las huelgas y la burocracia; el lugar de la mujer en la sociedad ‒«[t]odo esto lo voy pensando mientras arrastro, según actividad propia de mi sexo y condición, el changuito con escarolas, tomates, zapallitos y cebollines de verdeo», confiesa irónicamente la escritora‒; el valor del ocio, de los jardines, de los viajes; la belleza de la vida y la gracia de la muerte.

El libro, publicado por estos días, incluye un apartado final, unas “Apostillas” que complementan la obra, no solo la de María Esther, sino la de la propia investigadora, Churruarín, «quien, desde este lado del tiempo, pregona su actualidad» ‒como revela en el “Prólogo”‒. Los nueve textos finales permiten imaginar al ser escritora, a la persona tras la página. Desde una anécdota sin desperdicio de Héctor César Izaguirre hasta un artículo casi olvidado de la propia de Miguel sobre su encuentro con el poeta Ungaretti en Roma, los títulos que cierran el libro expanden las crónicas dándole cuerpo y aire a la mano que las firmó.

Allá por los ochenta, en una columna de El Cronista Comercial, la autora de Los que comimos a Solís escribía: «Es el libro quien hace que la parábola del autor no se convierta en monólogo, en estéril insularidad. Es el libro quien hace que la escritura congelada se articule con los otros, ponga en circulación ideas, las reactive, mediante la lectura». Recuperar la voz dispersa, los fragmentos de reflexiones que María Esther de Miguel sembró en las páginas de la prensa, para construir ese libro puente y aumentar el caudal de una obra única en la literatura argentina, ese es el mayor valor de esa labor de hormiga que significa dejar los días en los archivos, trabajar en «la recuperación, para el lector de hoy, de la volatilidad o fragilidad de lo escrito en las páginas de diarios» ‒en certeras palabras de Churruarín‒. 

El trabajo de la profesora e investigadora entrerriana es, no solo un aporte inmenso a la cultura nuestra, sino además una caricia a aquello que encierra la dedicatoria del libro: un abrazo «[a] la memoria del pueblo». Y en ese pueblo se lee Larroque, Entre Ríos, Argentina, yo, vos, el ser. Porque leer a María Esther de Miguel es leer la vida, sentir el mundo, esquivar la soledad. Gracias al esfuerzo de Daniela Churruarín, vuelve a nuestros días una voz que, a través de las páginas de Invitados a las Crónicas de María Esther de Miguel, en un tono que resulta conocido y familiar, como de cerquita, nos invita a conversar entre mate y mate al calor de un fogón.

Ficha técnica

Invitados a las Crónicas de María Esther de Miguel

Daniela Churruarín (Compilación, prólogo, notas y apostillas)

Editorial: Amadeo Nicolás Darchez

Año: 2021

ISBN: 978-987-86-8919-7

Páginas: 202

Precio: $ 1000

Ventas: noeliadanielachurruarin@gmail.com ó 3446-635852

*Editor del libro Invitados a las crónicas de María Esther de Miguel.

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