El periodista Oscar Barnade se lanzó a la aventura de repasar, a través de posteos en Twitter, todo lo que ocurrió en la vida del 10 desde su debut en Primera –hace 45 años– hasta su “pase” a la eternidad.

Día 1 de 16107. Miércoles 20//10/1976. Diego debutó en Argentinos. Ingresó en el segundo tiempo por Giacobetti, con la camiseta 16. “La entrada del chico Maradona (el 30 del corriente cumple 16 años) le dio mayor movilidad al ataque”, escribió Miguel Bertolotto en Clarín. Con esas palabras, el periodista Oscar Barnade dio el puntapié inicial a un proyecto ambicioso y apasionante a la vez: reconstruir el día a día del más grande futbolista de todos los tiempos. El posteo siguiente, reza: Día 2 de 16107. Jueves 21/10/1976. Día de descanso. Disfrutó con la familia de su debut en Primera. Todavía tenían cosas en Villa Fiorito pero el club ya le había alquilado un departamento en Argerich 2746, Villa del Parque.

El final es en donde partí

La noticia del fallecimiento de Diego Armando Maradona, el 25 de noviembre del año pasado, fue sin lugar a dudas un golpe durísimo para los amantes del fútbol y del Pelusa. Un gol en contra en el último minuto de una final del mundo. Y Oscar Barnade no fue la excepción. “Cuando me enteré de su muerte quedé shockeado”, sentencia este hombre que trabajó muchos años en la revista Sólo Fútbol y que desde 1993 lo hace en la sección deportiva de Clarín, y agrega: “Esa primera semana me sentía paralizado periodísticamente y tenía que hacer cosas para el diario. Tenía un duelo sin resolver, del ídolo, del protagonista del fútbol argentino durante 40 años, que formó parte de mi adolescencia y también de mis años de laburo”. Así que “como para salir de ese encierro en el que estaba, y pensando cómo hacer periodismo con eso y que perdure, se me ocurrió contar desde el debut, día por día, cómo fue el derrotero de Diego en el fútbol, y cómo fueron sus apariciones”.

Claro que semejante viaje por la historia del ex jugador de Argentinos Juniors, Boca, Barcelona, Nápoli, Sevilla y Newell’s iba a demandar mucho tiempo y una pormenorizada planificación. “Empecé a hacer cuentas. Primero pensé en un tuit por día, pero no iba a llegar. Entonces se me ocurrió hacerlo por semana, lo cual es un desafío enorme porque me va a llevar 6 años, quizá con alguna pausa en el medio. El 2 de diciembre va a hacer un año que lo estoy haciendo, así que me quedan 5”.

Para reconstruir el día a día del capitán y campeón mundial con la Selección Argentina, sobre todo en sus primeros tiempos y sus primeras gambetas, el también docente en periodismo deportivo hace gala de su imponente material de archivo, ya que en aquellos tiempos, Google o plataformas de ese estilo no estaban ni en los planes. “Uno de mis fuertes, por mi profesión, es que me hice de un archivo grande, desde que tengo 15 años. Compraba revistas y diarios, y no tiré nunca nada. Tengo un archivo en papel, bastante importante, y mucho lo digitalicé. Así que con eso sabía que tenía material, además de mis visitas a hemerotecas, a la Biblioteca Nacional, Biblioteca del Congreso, copiar información a mano”, revela este fanático de los números aplicados al deporte, que acompaña cada tuit con una imagen, del Diego o de diarios o revistas de la época. Y menciona a sus principales fuentes: “Tengo revistas Goles, Estadio, El Gráfico, Crónica, Clarín (que tengo el acceso al archivo porque trabajo ahí), La Nación, Tiempo Argentino. Con todo eso pude reconstruir la primera etapa en Argentinos, en Boca”.

El Diego de la gente

En el eterno hilo de Oscar en la red social del pajarito, Maradona ya aterrizó en el Barca y anotó su primer tanto con esa camiseta: Día 2197 de 16107. Martes 3 de agosto de 1982. Primer amistoso de pretemporada. Barcelona se trasladó a la ciudad alemana de Meppen, cerca de la frontera holandesa. El club culé goleó 5 a 0 y Diego marcó su primer gol con la camiseta blaugrana, de penal.

Pero en esas publicaciones, no todo son goles, pases, caños y gambetas. Barnade también destaca el costado familiar y popular de D10S. “Iba con la familia a todos lados”, cuenta. “Él solía hablar de la madre, el padre, las hermanas. Desde el vamos tuvo una actitud absolutamente generosa con toda su familia”. Y sigue: “Si iba a una gira por EEUU se llevaba a un hermano y un sobrino a que conozcan Disney. Siempre trataba de llevar a algún familiar en los viajes. Y esos viajes eran costosos, pero no le importaban”. Al respecto, destaca que “ya de grande, hay un montón de gente que cuenta actitudes generosas que tuvo Diego, anónimas y otras conocidas”.

Por eso, para el autor, este laburo significa “un redescubrir” al más grande de todos, “porque con el paso del tiempo algunas cosas te van quedando muy atrás en la memoria”, como aquellos innumerables partidos por el interior del país, que servían para engrosar las arcas del Bicho y que, ya estando en el Xeneize, se usaban para pagar el costoso pase. Aunque para Diego, poco tenían de amistosos: “No los quería perder por nada. Protestaba mucho porque los quería ganar, le generaban injusticias los arbitrajes localistas cuando iba a jugar al interior y no lo cuidaban, que le pegaban demasiado”, rememora este constante proveedor de datos de SportsCenter, el noticiero deportivo de ESPN. Y va por más: “Un árbitro lo informó y le dieron 6 fechas por un amistoso, así que Argentinos tuvo que jugar amistosos de apuro para que cumpla con esa sanción. Hay uno en Chile, donde casi le rompen la rodilla. En el 82 estaba lesionado, incluso en el Mundial de España, donde lo llenaron de faltas”. 

Barnade recuerda el grado de popularidad que alcanzó Maradona a poco de poner un pie en la Primera del equipo de la Paternal. “Es impresionante lo que significaba Diego ya en ese momento. Venía a Buenos Aires Nicola Di Bari, el cantante italiano, y en el título de una nota de espectáculos de un diario decía: «Nicola Di Bari quiere conocer a Maradona». Tenía 19 años y sólo había jugado en Argentinos y el Mundial juvenil en Japón. Ya en el 82 lo iba a ver Beckenbauer, y varios cracks más. Susana (Giménez) lo invitaba al cumpleaños, era una celebridad absoluta en una edad en la que todavía nos estamos acomodando y sin saber aún qué queremos hacer de nuestras vidas. Se le vino todo de golpe. ¿Qué difícil, no?”, se pregunta, sin esperar respuesta.

Maradona no es una persona cualquiera

Oscar Barnade nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1966 y 15 años después ya sabía lo que quería para su vida, o parte de ella: ser periodista deportivo. Y no se le escapó la tortuga: desde ahí empezó a sumar material de archivo relacionado al mundo de la redonda y a los deportes en general, y aún lo conserva. Desde ese fanatismo moldeó su perfil basado en la historia y las estadísticas. “Tenía varias obras que habían llegado a mi casa por parte de mi tío, que compraba todo sobre la historia de profesionalismo, y obras de los mundiales. Terminé el secundario y en 1984 empecé a estudiar periodismo. Ese mismo año, ya estaba trabajando”, cuenta.

Casi a la par transcurría la carrera de Diego Armando Maradona, a quien conoció primero como admirador, y más tarde como profesional. “Mi historia con él empieza en el 78. Me acuerdo cuando quedó afuera del Mundial y lo que salió en El Gráfico, la congoja y la pena por un pibe de 17 años que tenía chances de jugar esa Copa”, rememora, y añade: “Sobre todo lo recuerdo en el 79, porque antes del juvenil en Japón ese equipo entrenó en la cancha de Vélez y ahí me fui, con mis 13 años, tratando de conseguir un autógrafo de Diego, que ya era una figura extraordinaria y todo el mundo lo buscaba a él”. La firma la obtuvo, estampada en una hoja canson nº 5, aunque luego extraviada, según se lamenta: “Hace tiempo que la estoy buscando, porque una vez la saqué de una caja de recuerdos de adolescencia, creo que para mostrarla, o para escanearla. En esa hoja hay muchos autógrafos de jugadores de Vélez, porque iba seguido. Y en el medio está la firma de Diego, cerca de las de jugadores que no trascendieron. Es la M que pone con la línea abajo. Lo que no me acuerdo es si ya le agregaba el 10 entre paréntesis”.

Por aquel entonces, el periodista –cuya especialidad lo llevó a escribir Mitos y creencias del fútbol argentino y Todo sobre la Selección (ambos con Waldemar Iglesias), La historia de Deportiva Francesa, Old Georgian Club y Buenos Aires Cricket & Rugby Club (todos con Víctor Raffo), además de 1986. La verdadera historia (con Gustavo Dejtiar)– aún tenía los cortos puestos: “Jugaba en Ciudadela Juniors, que es un club de barrio, y habíamos salido subcampeones de un torneo relámpago. Fuimos a recibir el premio a la cancha de Argentinos y tenía la ilusión de que Diego esté ahí practicando, que apareciera en la premiación como por arte de magia”. Y agrega: “También recuerdo haber ido a verlo a la cancha de Vélez, cuando jugaba contra Independiente, así que solía verlo también con Bochini”. 

El glorioso Mundial 86 lo encontró trabajando, nada menos, que en el equipo de Víctor Hugo Morales, quien por Radio Argentina relató para el momento y para la posteridad el segundo gol de Diego a los ingleses. “No viajé a México pero lo cubrí desde acá para esa emisora. Al año siguiente, me tocó la Copa América para Sólo Fútbol, una revista mensual”, indica el cronista, que aún no analiza trasladar toda esta información de Twitter al papel. “Arranqué con esto sin la idea de hacer un libro. Además no alcanzaría con un sólo tomo, salvo que fuera El Libro Gordo de Petete”, admite entre risas. Y cierra: “Esto lo hago para la gente, por la memoria de Diego”.

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