El Espacio Rivoire, ubicado en la galería Pasaje Pam de Córdoba 954, presenta “Pausar”, una exposición individual de obras recientes de la dibujante Guadalupe Ferrarons, que se puede visitar durante todo el mes de julio.

Para Guadi Ferrarons el dibujo es un lugar que hay que habitar. Por eso dispersa meticulosamente sus criaturas a lo largo y ancho de las hojas. Pero ese habitar no implica únicamente una apropiación espacial sino la inclusión de un tiempo de detenimiento y decantación. Ese tiempo de espera productiva para que algo tome su forma adecuada o para captar su instante de plenitud si estamos lo suficientemente atentos. 

Los sutiles guiños al espectador a los que recurre la artista en sus piezas de pequeño y gran formato abonan esta idea que ya nos anticipa desde el título. Los contornos en forma de huevo que enmarcan sus aves zancudas, las marcas que hace un preso a la espera de su libertad que hace su aparición en un durazno o los múltiples caracoles que se desplazan lentos por el plano son todas señales que hablan de lo mismo: la espera y el detenimiento. 

Sus dibujos descriptivos y llenos de detalles remiten al deterioro natural de las cosas, a las vivencias de su infancia y a la experiencia del duelo bajo un tiempo de recogimiento. Guadi particiona y vincula imágenes dispersas. Tensiona el espacio que las circunda con sus figuras geométricas que parecen ventanas o miradores desde los que espiamos. Sus obras son como postales de viajes nunca concretados o “covers” de estampas orientales cargadas de melancolía.

Para la artista dibujar también es otra pausa. Quien usa lápices de colores sabe bien que la imagen va “emergiendo” a medida que las múltiples capas de material se van aplicando y depositando en el soporte. Es un proceso sumamente lento y acompasado. Pero también es una pausa el acto de contemplar. Allí el espectador se para frente a la obra y encuentra algo que lo sobrecoge, que lo saca de su experiencia inmediata y lo detiene en sus pensamientos. Es un instante en que la obra lo demora para después traerlo de nuevo a la realidad. 

La espera relanza el deseo y condensa la atención pero también puede ser un momento de angustia y desorientación. El origen de estos dibujos se remonta al año 2020, tiempo en el que el aislamiento obligatorio nos planteó una pausa indefinida y nos enfrentó al duelo de una manera dramática. Algo de esto se trasluce en la fragilidad que despiertan algunos motivos. La cigarra, la flor que se marchita, las hormigas llevando con voracidad los restos dispersos, son todas metáforas de una duración breve. Fugacidad que, sin embargo, renueva la promesa del retorno. Emblemas que refuerzan la idea de una temporalidad cíclica. Uno de los dibujos es una sucesión de insectos, flores y frutas que se disponen en fila formando el símbolo del infinito. Podemos recorrerlos con la mirada y retornar de nuevo al mismo motivo del que habíamos partido o detenernos a contemplar con asombro los reflejos de una cereza o los intrincados diseños que se dibujan en el ala de un aguacil.

“Pausar” puede visitarse durante todo el mes de julio en Rivoire Espacio de Arte (Córdoba 954, Galería Pasaje Pan local 7) de lunes a viernes de 10.30 a 17.

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