El domingo 22 de octubre los resultados electorales arrojaron otra vez una gran sorpresa. Contra todo pronóstico ciudadano y encuestas de diversas consultorías, Sergio Massa dio vuelta su performance de las últimas P.A.S.O y se ubicó primero con 36,68 por ciento de los votos. Superó ampliamente a Patricia Bullrich del espacio Juntos por el Cambio, y se posicionó por encima del libertario Javier Milei, con quien competirá el próximo 19 de noviembre por la presidencia de la Nación en un ballotage.
Esta estruendosa e inesperada remontada de Unión por la Patria encontró su principal artífice en el ministro de Economía, quien tomó las riendas de un sombrío panorama electoral. Puso en marcha medidas económicas de inmediato impacto en los argentinos, usufructuó de los desméritos de sus contrincantes, y difundió una satisfactoria “campaña del miedo”, entre otros aciertos que lo catapultaron ganador. A continuación, abrevamos en los fundamentos de su victoria.
Alineamiento del “aparato” político. Desde la derrota histórica en las primarias, Massa capitanea el rumbo electoral del peronismo. Como en viejos momentos de hegemonía kirchnerista, se abroqueló al conjunto de intendentes, armadores e intermediarios políticos, todos bajo la órbita también del reelecto gobernador Axel Kicillof, y se logró juntar de a miles votos que se habían ausentado en primera instancia. Sergio Massa convocó a los “barones” del conurbano y estos aceitaron a la perfección el “aparato” político de la provincia. Se impuso con el 42 por ciento de los votos allí, y cumplió con la máxima que indica que el conurbano bonaerense es el distrito clave en toda batalla electoral.
Quita del IVA, bono a jubilados, medidas electorales para sectores medios/bajos ingresos. Con audacia, el ministro logró que diputados y senadores aprobaran el proyecto de quita de impuestos y un bono a jubilados. Valiéndose del poder del estado, el “plan platita” se convirtió en ley dejando sin posibilidades de maniobra de rechazo a la mayoría de sus opositores. En cuestión de días, millones de familias argentinas dispusieron de un apreciable ingreso económico en tiempos de incertidumbre, un alivio en la crisis. Resulta claro que fue una medida típicamente electoralista, pero no por eso no repercute en la decisión presidencial ante la imagen de adversarios que se desinflan y no proponen una salida certera de cara al futuro.
El SWAP de China. El desembolso de 47 mil millones de yuanes, según expertos en economía, fue un rescate que perdurará hasta casi fin de año. Sin este acuerdo la economía estallaría con el ministro como innegable responsable.
La flexibilidad de Massa permite una política internacional bifrentista: estadounidense (FMI, embajada), y China. En contraposición, del otro lado del arco político mantuvieron orientación internacional con vistas solamente hacia Norteamérica. Milei prometió clausurar lazos comerciales con China por “comunistas”, y Bullrich silenció el asunto. (¿China eligió a Massa por sobre los restantes candidatos y por eso ayuda en su carrera electoral?)
Habló el ganador de las P.A.S.O, respondió el votante medio. Consumadas las primarias, todas las luces enfocaron al protagonista ganador de las mismas. Javier Milei, favorecido por la justificada bronca ciudadana, y sus referentes comenzaron a dar un bosquejo del ideario del programa libertario: venta de órganos, libre portación de armas, renuncia a la paternidad, ruptura de relaciones con el Vaticano, vouchers en las escuelas, quita de los subsidios al transporte, una dolarización posible a partir del desplome del peso (se declaró abiertamente a favor de una corrida cambiaria). Como consecuencia, Milei casi no creció en términos absolutos, y obtuvo casi el mismo porcentaje que en las primarias: se estancó.
Por su parte, Patricia Bullrich, tras una desmesurada primaria con Horacio Rodríguez Larreta, propuso un discurso añejo y acabado al prometer terminar definitivamente con el kirchnerismo “de una vez y para siempre” (¿no lo está haciendo Massa ya? ¿no lo logró Alberto Fernández en este actual gobierno según la misma Cristina en confesiones luego de votar?). Su verdadero verdugo fue, finalmente, La Libertad Avanza, la oposición más votada. En estos días, asistimos a la disolución de la coalición.
Frente a los opositores, el que más se acercó al “votante del medio” argentino fue Massa. Eduardo Sartelli había enfatizado en “la conquista de la tierra media” argentina. En las últimas décadas, nunca triunfó electoralmente un programa proclamado abiertamente liberal y de ajuste. Menem prometió “salariazo” y “revolución productiva”, Macri ganó prometiendo no quitar derechos obtenidos en los años kirchneristas. Ambos casos sedujeron, en última instancia, al votante del medio, el definidor histórico de las elecciones argentinas.
El ministro de economía prometió un futuro de trabajo, producción y reindustrialización. Por lo visto, pareció más creíble que sus contrincantes, y sumó tres millones de votos con respecto a las primarias. En un estimativo de cálculos estadísticos, podemos pensar que esos nuevos votos provienen de fuerzas políticas que no superaron las primarias, votos “centristas” del radicalismo, sectores representados por Horacio Rodríguez Larreta, del capitalismo mercadointernista que se vio amenazado por el liberalismo debido a su dependencia productiva/ económica con el Estado.
Eficiente campaña del miedo. Carlos Pagni señaló que la campaña de UxP apuntaba a una eventual eliminación de hábitos históricos/sociales de la microeconomía argentina en caso de la consagración de LLA: la escuela pública, el subsidio de las tarifas y el transporte público. Se instó a que el legítimo hartazgo social se atempere, y se busque una salida distinta a la de una privación de derechos; un retroceso en materia de “conquistas sociales” que implicaría la asunción de Javier Milei.
En este último periodo electoral, Sergio Massa confirma su liderazgo en Unión por la Patria y su carácter de político profesional. Encabezó la campaña, tomó medidas contundentes, ordenó a su espacio político, y aprovechó las impericias de adversarios. Construyó su imagen jactándose de ser el único que aceptó el ministerio de economía en medio de fuerte rumores de debacle del gobierno, plasmó su centralidad unilateral distanciándose de Cristina y Alberto Fernández, y compuso un discurso social de empleo, producción e industria nacional que lo diferencia de las variantes liberales.
¿Sucederá el “milagro Massa”?
Jorge Asís deslizó, semanas antes de la primera vuelta, que ya es un milagro considerar a Massa candidato con chances a la presidencia teniendo en cuenta los índices de la gestión de la que formó parte como diputado y ministro de economía hace más de un año: tres dígitos de inflación, 40 por ciento de la población bajo la línea de pobreza, un salario básico irrisorio, una de las jubilaciones más bajas de la región, el gran problema de vivienda (incluido alquileres), entre tantas dificultades que sufren los argentinos en la actualidad.
Aún así, Sergio Massa, por razones que se intentaron esbozar arriba, se encuentra en camino hacia el sillón de Rivadavia. Por lo visto, su campaña continuará en la misma línea: anuncios de medidas económicas, de inversiones extranjeras, búsqueda de una amplitud política en un “gobierno de unidad nacional” apelando a “los mejores de cada partido”. Figuración moderada, “anti grieta”, con el fin de solucionar la crisis en lo que presuntamente se constituiría como, esta vez sí, su gobierno.
Del otro lado, Javier Milei postuló hacer “tábula rasa” del reciente pasado de calumnias e insultos propinados desde LLA, e incorporó al PRO de manera disjunta a sus filas. También invitó a Schiaretti y hasta incluso a la izquierda a formar parte de gobierno. En recientes entrevistas, el enemigo viró de la “casta” hacia el kirchnerismo. El objetivo será no desdibujarse en este cambio de narrativa.
Los dos tienen conocimiento de su “piso” electoral. Ahora deberán buscar su “techo” en los votos de los otros tres candidatos, los votos en blanco, nulos y la abstención. Un mes en la Argentina significa una extensión temporal enorme: Massa deberá evitar la agonía económica mientras ensancha su espectro de gobernación, y Milei convocará aliados para sumar un poco más de veinte puntos porcentuales y resultar vencedor.
Los argentinos sabremos a quién elegimos en las urnas el próximo domingo 19 de noviembre. Por más precavidos que permanezcamos, siempre el futuro nos puede conceder aún más sorpresas.
Estudiante de la Licenciatura en Letras UNR *
¡Sumate y ampliá el arco informativo! Por 1000 pesos por mes recibí todos los días info destacada de Redacción Rosario por correo electrónico, y los sábados, en tu casa, el semanario El Eslabón. Para suscribirte, contactanos por Whatsapp.